La parroquia de San Marcos de Vaciamadrid es el templo que tiene la advocación más antigua de todo Rivas. Sus orígenes, según la documentación, se hunden en el siglo XVI, si no antes. Destruido el templo por la fuerza del río y las bombas de la Guerra Civil, resucitó con el pueblo en 1959. Diario de Rivas ha realizado una extensa investigación de su evolución, dentro de su análisis de los elementos patrimoniales más valiosos de la ciudad.
La primera referencia a una parroquia en Vaciamadrid figura en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575 (Alvar, 1993). En la mención sobre Perales del Río, se dice: “(…) y muchas personas han dicho que conocieron una campana y un campanario en la dicha iglesia, y yo vi el campanario y un altar enhiesto, aunque no vi la campana, porque oí decir a muchas personas que la conocieron y que la llevaron a la iglesia de Vaciamadrid, que es aneja al curato del dicho lugar de Perales, y parece ser verdad por razón que habrá veinte años que fuimos a poblar el dicho pueblo hasta doce o catorce vecinos, que algunos de ellos vivimos aquí al presente, y trajimos la dicha campana de Vaciamadrid, y la pusimos en una iglesia nueva que hallamos hecha en el dicho lugar de Perales, la cual dicha iglesia tiene por advocación San Justo y Pastor, y la causa por que de antes se despobló ese dicho lugar no se sabe, mas de como tengo dicho nos fuimos a vivir a este pueblo dende el lugar de Getafe (…)”. Es decir, la iglesia existía, al menos, en 1555 (en realidad, puede entenderse que antes), cuando el pueblo había quedado despoblado, de donde sus repobladores (se desconoce su origen) se llevaron su campana para luego devolverla a Vaciamadrid.
El párroco Roque Redecilla, en una carta dirigida al cardenal Francisco Lorenzana, recogida por el cronista de Rivas Vaciamadrid Agustín Sánchez Millán (2002), fechada el 16 de febrero de 1786, pone sobre la pista de la evolución de este templo, basándose en los documentos que había en el archivo del mismo. A saber, refiriéndose al siglo XVII: “Consta de dichos libros que el dicho año -no lo concreta el cronista, pero es anterior a 1632-, estaba esta parroquia anexa a la de Perales y que, a petición de los vecinos de dicha villa de Baciamadrid, se sirvió el Ilustrísimo señor don Antonio Zapata, arzobispo de este arzobispado -nota del redactor: Zapata nunca fue arzobispo de Toledo, sino canónigo- y cardenal de la Santa Iglesia de Roma, permitir se construyese una nueva iglesia, executado lo cual, se dignó hacerla parroquia con el título de San Marcos: y en el año de 1632, a 21 días del mes de marzo, el licenciado Don Juan Ruiz, visitador general de este partido, con comisión de dicho señor Ilustrísimo Zapata, colocó en la nueva iglesia parroquial el Santísimo Sacramento, pila bautismal, óleos y crisma, que hasta entonces no había habido. También ordenó todo lo que convenía para la decencia del Santísimo Sacramento de dicha parroquia”.
O sea, Vaciamadrid fue repoblada después de las Relaciones (el documento de Redecilla indica que, en el período de construcción de la nueva iglesia, había 24 vecinos) y antes de 1632, aunque aún era apenas una aldea dependiente de Perales -en el siglo XV, Perales había sido dependiente de Vaciamadrid (AHN, 1570)-. Y se puede inferir que se construyó la nueva parroquia porque la anterior cayó en desuso, devino ruina, resultó destruida o fue la base de la nueva iglesia. La escasez de útiles y materias primas litúrgicas previa a la inauguración que cita el sacerdote, aludiendo al archivo, apunta a que la primera iglesia debía ser un edificio religioso muy básico, apenas una ermita, como la de Santa Cecilia que existía en Ribas de Jarama, el templete mudéjar que precedió a la iglesia de la Natividad de Mejorada (del que se hallaron restos de su cimentación de barro en la última rehabilitación del edificio), la primitiva iglesia de San Sebastián de Velilla de San Antonio (que debió afrontar alguna de las recurrentes acometidas de la peste de los dos siglos anteriores, habida cuenta de su santo protector), Valtierra en Arganda del Rey o San Antón en Chinchón. Se puede deducir que contó con campanario por la cesión antes citada. Existen ejemplos similares de ermitas con campanario o espadaña en iglesias de repoblación en la Comunidad de Madrid, como la de Santiago, en Gargantilla de Lozoya.
Ábside de la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid, con una imagen de Cristo resucitado, flanqueado de imágenes de San Isidro, San Marcos, La Paloma y retrato de San José y el Niño, y encabezado por vidriera del Espíritu Santo (Fuente: Diario de Rivas)
La siguiente referencia, disponible en el Archivo Diocesano de Toledo, consultada por este redactor, es una visita pastoral en 1644 (ADT, 1644) en la que se habla del clérigo, Francisco de la Plaza, seleccionado por concurso, que enseñaba la doctrina y declaraba el evangelio en el templo en el pueblo. Se consideraba un “lugar malsano” por la cercanía a los ríos Jarama y Manzanares que hacía enfermar a los sacerdotes, por lo que era una plaza para curas meritorios. El templo dedicaba su advocación a San Marcos. En este sentido, hay que regresar a las Relaciones anteriormente citadas, donde se indica la lista de patronos de Perales, iglesia de la que había dependido Vaciamadrid durante un período desconocido: “(…) también guardamos el día de señor San Marcos, que no comemos carne en su día y la víspera, si ni se come en todo el Arciprestazgo de Madrid, aunque caiga la fiesta en el día de la Resurrección” (Alvar, 1993). Por tanto, puede entenderse alguna posible transmisión de advocaciones entre parroquiaso, al menos, algún tipo de vinculación en las costumbres de ambas feligresías.
Para entonces, el templo gozaba de una serie de rentas que lo abastecían (ADT, 1651): los perales de Cobanuebles (también citado como Conuebles o Covanubles), el soto de la torre (quizás se refiere a la de Abén Crispín, en Getafe) y Vallespin; así como rompimientos, un pozo, leña y los derechos de pesca en el río. Todos estos terrenos se arrendaban para su siembra (12 fanegas y 3 celemines de pan por mitad, la producción de una superficie equivalente a 42.699 metros cuadrados) y para el cultivo de viñas.
Según descripciones de la iglesia de principios del siglo XVIII (ADT, 1705), era un edificio de una nave pequeña y mala fábrica, que contaba con una sacristía estrecha. Estaba construida junto al palacio de Felipe II (ADT, 1725), prácticamente sobre el borde del río Manzanares, sobre un alto a apenas dos varas -1,7 metros- de alto sobre el río e idéntica distancia del cauce (ADT, 1721). La iglesia disponía de una torre y una tribuna. Tenía tres retablos (ADT, 1655), un altar con tabernáculo en el que se guardaba un copón de plata. Además, en el lado del Evangelio tenía un altar con una efigie de Nuestra Señora del Rosario -ADT,1721- (o la Asunción -ADT,1708-, hay distintas versiones) sobre un bastidor. Por su parte, en la zona de la Epístola, se ubicaba una talla de Cristo crucificado. Ambas efigies se mostraban bajo un arco y ornamentos.
Imagen de San Marcos, en la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
En 1679, los vecinos sufragaron una efigie dorada para uno de los retablos por 4.000 maravedíes (ADT, 1679). También tenía una pila bautismal de piedra con su tapa. No obstante, el elemento que llamaba más la atención del edificio, negativamente, eran las pinturas de los pasos de la Pasión de Jesucristo. Al parecer, estaban hechos “con tan grande indecencia y ridiculez”, sobre todo, los judíos representados, que “causaban irrisión y, con grande escándalo entraban los de Madrid y otros a reír de la iglesia” (ADT, 1705), por lo que se pintó sobre ella en 1708 (ADT, 1708).
Fiestas en San Marcos
Entre la actividad de la parroquia, se celebraba un sermón el día de San Marcos, que era día de fiesta en el municipio. También se adoraba a la Virgen de la Asunción y a Nuestra Señora la Antigua (ADT, 1671). La cofradía más importante del templo era la del Santísimo Sacramento (ADT, 1655), de carácter mixto, que tenía permiso episcopal para celebrar el día del Corpus. Los festejos, en los que se engalanaban las imágenes, se pagaban con la renta de un soto que trabajaban los cofrades (ADT, 1667). Los sacerdotes tenían encargado el servicio de la aldea de Peralejos (Perales del Río) -ADT, 1687-, lo que permite entender que la influencia de los curatos se asignaba con las dinámicas demográficas y permitiría justificar la transmisión de advocaciones entre templos antes mentada.
Parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
A finales del siglo XVII, los párrocos y enviados episcopales alertaban de los problemas arquitectónicos que sufría este espacio sagrado (ADT, 1697). La proximidad del río fue consumiendo la cimentación y provocando humedades que amenazaban paredes y techo (ADT, 1721). En 1697, una crecida del río inundó la iglesia, anegándola de barro, por lo que se propuso hacer una pared o una muralla terraplenada, y crear un portal delante de la puerta del edificio (ADT, 1697). No consta en la documentación que se realizase. Lo que sí figura es que, en febrero de 1712, se había hundido la techumbre (ADT, 1712) y amenazaban ruina las paredes de la capilla mayor y la sacristía, sin que la parroquia tuviera caudales, ni rentas suficientes para costear las reparaciones.
Así, en 1714, se propuso trasladar la iglesia de lugar ante las continuas avenidas del río, con cargo a los diezmos de Madrid y de Vallecas (ADT, 1714). Sin embargo, las resistencias de la capital dejaron el proyecto en punto muerto. Por desgracia, el 13 de junio de 1724, una gran tempestad inundó el templo, se comió los cimientos y rompió las paredes. El cura, Manuel Ariza, desnudo de cuerpo para abajo, entró en el edificio anegado para rescatar el Santísimo Sacramento y llevarlo a su casa (ADT, 1724).
Parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
Inmediatamente, el pueblo se volcó para tratar de recuperar su iglesia. El párroco solicitó al alcalde de Vaciamadrid una nueva parcela para construir un nuevo templo (ADT, 1724). El marqués de Ribas de Jarama y miembro del Consejo de Indias, Antonio de Ubilla, poco antes de morir, ordenó la reparación de la iglesia arruinada. Así, en febrero de 1725, se construyó medio pie de zócalo de piedra, se puso mortero de cal sobre el suelo, dos hiladas de fábrica de ladrillo de veinte pies como medida paliativa hasta que se crease el nuevo templo (ADT, 1725).
Sillares a picón
Ese mismo año, el Arzobispado de Toledo promovió la construcción del nuevo edificio (la orden definitiva se produjo por orden episcopal el 2 de marzo de 1726), reutilizando en parte el material de la antigua iglesia e invirtiendo todos los caudales del templo (20.013 reales). Aunque se desconoce su fecha de construcción, no debió demorarse demasiado porque sí se sabe que, en 1761, sufría ya algunos desperfectos en la techumbre debidos al paso del tiempo que se pagaron vendiendo la casa del párroco, también en mal estado (ADT, 1761).
Terreno donde estuvo ubicado el antiguo pueblo de Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
Así, en una carta de 1725, disponible en el Archivo Diocesano de Toledo, la secretaría episcopal informaba al párroco de Vaciamadrid que daba luz verde a la construcción de un nuevo templo con dos puertas, que estarían fabricadas en madera de tercia y cuarta. Una de ellas, la del pie, estaría situada en la calle Real, “quedando a distanzia desde el Camino Real a la dicha Iglesia veinte pies”, a la que se acercaba con una calzada empedrada de cuatro pies (un poco más de un metro). La otra puerta, situada en uno de los brazos, “a la parte del medio día”.
Se realizaría con una cimentación de cuatro pies y medio (un poco más de 1,5 metros) de cal y piedra “para poder romper las sepulturas sin perjudicar la obra” (se planteaba reorganizar la disposición de las tumbas en el solado para obtener más superficie de enterramiento). Sobre esta, se situaría un zócalo pétreo de tres pies (90 centímetros) con sillares labrados a picón en las esquinas del edificio y en la cabeza de la iglesia (también se usaría sillería en los alféizares y en los marcos de las puertas).
Las paredes de estas zonas contarían con doble hilada de muro de albañilería de ladrillo de cuatro pies y medio, sustentada por cuatro pilares y otros dos pilares en cada puerta. Las tapias tendrían veinte pies de altura (unos cinco metros). Además, el templo se elevaría casi 30 centímetros por encima de la calle. El tejado del templo, a dos aguas, tendría el nudillo y la solera de madera. Sobre este, se colocaría teja de la ribera trabada, terrada con barro y sujeta con roblones (un tipo de remache).
Orden diocesana en la que se especifica el proyecto de la nueva parroquia de San Marcos, 5 de febrero de 1725 (Fuente: Archivo Diocesano de Toledo)
Tendría una cornisa con dos filetes de yeso, material del que también estarían hechos los caballetes, las limas y los respaldos de la techumbre. El edificio también contaría con una torre, con tejado a cuatro aguas, con campanario para dos campanas con muros de medio metro de ancho y suelo de tablones anchos, ventanas con arco, un alero cepillado, un pedestal de yeso (no se indica, pero se presupone que para una imagen), una cruz y una veleta.
Cadáveres por el campo
En el interior, tendría una tribuna cuyo acceso se efectuaría a través de una escalera de caracol con barandillas de madera. La iglesia contaría con una sacristía con techo de listones de tabla rasos que albergaría la pila bautismal con un sumidero, el archivo del templo, los santos óleos, y una puerta con cerradura (se reutilizarían puertas de la antigua iglesia). Las ventanas de ambas estancias estarían enrejadas y tendrían vidrieras. Las paredes interiores de la iglesia estarían cubiertas de yeso. También de yeso serían tres mesas de altar y tres retablos.
En una visita pastoral, fechada el 19 de noviembre de 1803, el enviado episcopal reseñaba el mal estado de la fábrica de la iglesia, “a pesar de no ser antigua” (ADT, 1803) Se solicitaron fondos para su reparación al Obispado y se pidió a los habitantes de Casa Eulogio, al conde de Altamira (propietario de Vaciamadrid) y sus guardeses que aportasen cantidades adicionales. Así, en 1816, se rehabilitó el edificio. Entre 1881 y 1882, se tuvieron que hacer nuevas obras urgentes por el estado de la fábrica por valor de 1.500 pesetas. En este caso, el rey Alfonso XII aportó 1.266,96 pesetas, habida cuenta que los sotos de Vaciamadrid eran uno de los espacios de caza preferidos para los madrileños y para la Corona (ADM, 1882).
Vidriera de los Santos Justo y Pastor, en la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
Para entonces, la iglesia contaba, tal y como reflejan documentos conservados en el Archivo Diocesano de Madrid, con rentas procedentes de media yunta de tierras, leña y permisos de pesca, además de unos 58 reales de trigo y cebada. En 1831, el capital disponible de la iglesia era de 587 reales y 26 maravedíes, por lo que su poder recaudatorio era sustancialmente menor al de siglos anteriores, derivado de la pérdida de población. (ADT, 1830) En 1890, el templo se encontraba en litigio con varios particulares por el uso sin permiso de espacios de pasto (ADM, 1890).
Entre la documentación disponible, no existen nuevas intervenciones en la iglesia, ya que los fondos del pueblo para estos menesteres se reorientaron en 1897 a rehabilitar el cementerio, ya que las tapias se habían desplomado años atrás y las alimañas desenterraban los cadáveres, encontrando los vecinos restos humanos por el campo (ADT, 1897). De tal forma, de modo temporal, se llegó a un acuerdo para que los vecinos de Vaciamadrid se enterrasen en Arganda del Rey, hasta que se hizo una ampliación. El 20 de abril de 1929, la iglesia sufrió un robo. Los ladrones se llevaron los objetos de plata (óleos, cáliz, pátera y cucharilla, copón y formas, una cruz, un platillo, vinajeras y candelabros), tal y como figura en la denuncia interpuesta por el Obispado de Madrid (ADM, 1929).
Durante la Guerra Civil, el templo resultó destruido en la batalla del Jarama, por lo que la actividad pastoral de San Marcos pasó a depender de la parroquia de Velilla de San Antonio. La comunidad de fieles de este municipio hizo un auténtico esfuerzo, tal y como figura en los documentos de visita pastoral, para que se dignificara en alguna medida la vida espiritual de los vecinos del malogrado Vaciamadrid (ADM, 1939).
Imagen del pueblo de Vaciamadrid destruido tras la Guerra Civil (Fuente: Archivo General de la Administración)
Pronto, hubo planes de reconstrucción. La Dirección General de Regiones Devastadas hizo un proyecto de edificación de una nueva colonia para los vecinos de Vaciamadrid en 1941 (AGA, 1941). La falta de fondos, la dispersión de los vecinos y los continuos cambios en los proyectos demoraron el reestreno del pueblo hasta 1959. La iglesia de San Marcos fue uno de los elementos clave en esta resurrección del pueblo, junto al edificio municipal y las escuelas. A partir de un proyecto del arquitecto José María Barbero (AGA, 1941), Juan Armando González (AGA, 1949) y, finalmente, José María Martínez-Cubells (AGA, 1944-1957-1959) diseñaron una nueva iglesia.
Planos de la iglesia de San Marcos de Vaciamadrid (fuente: Diario de Rivas)
Según la memoria del proyecto, presupuestado en algo más de 1,1 millones de pesetas, consultada por este redactor en el Archivo General de la Administración, el edificio estaba dispuesto en orientación norte-sur, con dos accesos: uno principal, con pórtico, en la fachada de poniente; y otra, en la fachada sur. Se trataba de un inmueble con una sola nave de 101 metros cuadrados, pensada para unos 200 feligreses y una población de 400 habitantes, distribuidos en 80 casas.
Planos de la parroquia de San Marcos de Vaciamadrid (fuente: Diario de Rivas)
La cimentación era de hormigón, con muros de fábrica de sillería de piedra natural en zócalos y esquinas, y de sillarejo sentado con mortero de cemento hasta la altura de 4,5 metros. A partir de ahí, las paredes eran de ladrillo cerámico a cara vista, con mortero de cemento y arena. La cubierta tenía dos aguas (salvo en el ábside, con tres), con armadura de madera en correas, teja curva de barro y boquillas de mortero de cemento. La torre, de planta cuadrada y con escalera, se proyectó, en el ángulo sur-oeste, con un chapitel sobre una estructura de madera y un tejado de pizarra, al igual que los buhardillones del complejo. En su interior, una escalera con bóvedas tabicadas a la catalana con yeso y mortero.
Una campana perdida
Dentro del templo, al fondo de la nave, se situaba el presbiterio y, a la izquierda, los servicios parroquiales, el vestíbulo, el despacho, la sacristía y un cuarto de aseo. A los pies de la iglesia se idearon, en posición simétrica una pequeña capilla a la derecha y un baptisterio provisto de dos puertas, una exterior y otra interior. Todo el solado era de baldosa hidráulica. En la evolución del proyecto, se realizaron obras adicionales por valor de más de 200.000 pesetas, para ensanchar la cimentación, crear nuevas bóvedas tabicadas, incluir contrafuertes en los laterales para evitar derrumbes, instalar falsos techos, zócalos de mármol y pintar al temple y al óleo el complejo. Así mismo, se equipó el edificio con los elementos litúrgicos y ornamentales mínimos para su correcto funcionamiento.
Así, las obras de la iglesia concluyeron en noviembre de 1959, después de entregado el grueso de los trabajos. El nuevo edificio a unos centenares de metros de su antigua predecesora (el pueblo se había trasladado al otro lado de la carretera) mantuvo su advocación a San Marcos. Entre otras aportaciones posteriores, recibió unas campanas de forja sufragadas mediante colecta por la comunidad parroquial de Velilla de San Antonio, que complementaron a la que compró el Gobierno franquista (cabe reseñar que en la guerra sobrevivió una campana de la antigua iglesia (ADM, 1940), que fue trasladada a la iglesia de San Juan Bautista de Arganda del Rey para su conservación, pero que ha desaparecido, al igual que otros cimbales de este templo, tal y como pudo visar Diario de Rivas, comprobando cada ejemplar del campanario de esta iglesia).
Primeras viviendas construidas en el casco antiguo de Rivas (Fuente: Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid)
El cuerpo principal de la parroquia de San Marcos amplió ligeramente su capacidad en 2007 gracias a la construcción de una capilla a modo de nave lateral del Evangelio. Para ello, hubo que cerrar el antiguo atrio (puede observarse el rastro de dicho cambio en las columnas exteriores originales de esta parte del templo) de la portada lateral del edificio. Aun así, la parroquia se ha quedado pequeña para la población que tiene que atender (tiene asignado un territorio en el que viven 35.000 vecinos) y tiene pocas posibilidades de crecer, habida cuenta de la cercanía de varias infraestructuras municipales. Por eso, se ha planteado la posibilidad de aprovechar los terrenos frente a la gasolinera Avia para crear un nuevo templo con espacio para una labor parroquial acorde con la población. El templo fue inmatriculado en 1998, junto a otros bienes como la casa parroquial y un piso, por la Iglesia. Este santuario no disponía de ningún título de propiedad distinto al certificado eclesiástico. El resto eran propiedad de la Diócesis de Alcalá de Henares.
A nivel ornamental, la pieza de mayor valor del templo es la pila bautismal pétrea. Se trata del único elemento de la antigua iglesia que se afirma con certeza por parte de los antiguos vecinos que sobrevivió a la Guerra Civil (y fue usada durante un tiempo para dar de beber a las caballerías en lo que quedó del antiguo pueblo). No obstante, el presupuesto aprobado en 1959 para la ornamentación del nuevo templo por la Dirección General de Regiones Devastadas, consultado por Diario de Rivas en el Archivo General de la Administración, figura la adquisición de una pila bautismal de piedra natural por 5.000 pesetas. Dando por buena la antigüedad que le atribuyen los vecinos, fue creada en el siglo XVI (Sánchez Millán, 2002).
Pila bautismal de la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
El Cristo de la Paciencia
A falta de un estudio tipológico en profundidad, cuenta con un cuerpo globular y labio ligeramente exvasado, de imitación cerámica clásica, y un pedestal simple cilíndrico, sin pie ni decoración. Su parte superior es claramente arcaizante (si no pertenece a un cuerpo anterior que estaba en un templo más antiguo) y tiene reminiscencias a pilas bautismales románicas que pueden hallarse en otras parroquias de la región, como las de Camarma de Esteruelas, Olmeda de las Fuentes, Villamanrique de Tajo, Bustarviejo o Navalafuente (López de Silanes, 2014). Según la información ofrecida en las visitas pastorales realizadas por los enviados episcopales, contó siempre con una tapa de madera para evitar su degradación interior.
Cristo de la paciencia, en la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
Otro elemento con trascendencia histórica es la escultura en madera del Cristo de la Paciencia. Según el párroco de la iglesia, Juan Manuel Martín, no existe consenso entre los fieles del pueblo sobre si fue una talla que sobrevivió a la guerra o una donación posterior. Desde luego, no figura en el presupuesto para ornamentar la nueva iglesia. Algunos antiguos vecinos del Casco Antiguo aseguran que esta efigie estuvo ubicada en la finca El Porcal antes de la inauguración del nuevo pueblo.
Juan José Castell, presidente de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, habitante del pueblo desde 1949, agrega que fue utilizada por uno de los párrocos del municipio en los 90, el padre Eutiquio, para dar la misa en el centro comercial El Zoco Rivas antes de recalar en la parroquia de San Marcos. Antes de esas referencias, no puede defenderse documentalmente su existencia previa a la contienda, aunque tampoco negarse, por lo que requeriría un estudio en profundidad. Y es que, de acuerdo con el último inventario conservado de la fábrica del antiguo templo, de 1890, consultado por este periódico, la iglesia contaba con “un crucifijo de talla, un doctor de iglesia de talla, otros tres santos de talla, otra talla (…)”, además de cuadros y otros elementos de inferior entidad.
Además de estas dos piezas, la iglesia cuenta con efigies de San Marcos, San Isidro y La Inmaculada, creadas en escayola en un taller de Arganda del Rey. Según la información de la que dispone el párroco, fueron restauradas en el taller de la famosa familia de imagineros andaluces Palma, pero un sobrino de Francisco Palma Burgos confirmó a este periódico que no consta en el archivo familiar esta intervención.
Imagen de Cristo resucitado, presidiendo la parroquia de San Marcos de Rivas Vaciamadrid (Fuente: Diario de Rivas)
El estudio Arte Martínez, ubicado en Horche, es responsable, ya en este siglo XXI, de la escultura del Cristo resucitado en Ascensión que preside el altar mayor. Sus artistas también son responsables de una imagen del Niño y de dos figuras sobre repisas doradas realizadas con molduras, así como un altar, un ambón, un atril y varios ángeles. También restauraron el sagrario y la carroza. La última adquisición escultórica del templo es la reciente cesión de un Judas Tadeo por parte de la familia de una operaria municipal.
Destacan en el trabajo de orfebrería las obras realizadas por el taller ripense Tasio, responsable de la Virgen del Pilar con su corona (preside la capilla lateral, frente a una escultura de Cristo crucificado), y el Sagrario. Este periódico ha intentado tomar declaraciones sobre sus trabajos a los artistas de este taller, pero han declinado aportar más datos al respecto. Así mismo, hay una lámpara de forja donada por particulares. La parroquia también cuenta con vidrieras en honor a San Francisco y los santos mártires Justo y Pastor. Otros elementos de valor patrimonial son las pinturas, contando con cuadros a San Juan Pablo II y San José María Escrivá de Balaguer, ambos donaciones de fieles ripenses, y réplicas de pinturas de ‘El bautismo de Cristo’, de Veronese; la ‘Virgen de La Paloma’ y ‘San José y el Niño’.
Bibliografía:
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LÓPEZ DE SILANES, J.I., (2014). El Románico en Madrid. Editorial La Librería. Madrid: 188, 218, 234, 266, 270
Agradecimientos: Archivo Diocesano de Madrid, Archivo Diocesano de Toledo, Agrupación de Cofradías de Málaga, Biblioteca Tomás y Navarro (CSIC), Carlos Casares Palma y el padre Esteban (parroquia de San Juan Bautista de Arganda del Rey).
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Excelente. Cómo siempre salvando la historia de Rivas. Bravo Enrique.
Increíble articulo.
Gracias.