¿Te parece interesante? ¡Compártelo!
Vista Chinchón castillo

Vista de Chinchón y su castillo desde el lugar donde estuvo el palacio condal (Autor: Diario de Rivas)

El Condado de Chinchón cumple este año su quinto centenario. Un señorío cuya historia es parte de la coexistencia de un vecindario y una complicada saga nobiliaria que han dado como resultado uno de los municipios más bellos de España. La ciudad, a pesar de las circunstancias de la pandemia, a instancias del Ayuntamiento y su Archivo Histórico, ha celebrado con encuentros divulgativos virtuales y otras actividades la onomástica. Diario de Rivas analiza con algunos de sus principales expertos la historia de estos cinco siglos.

1480 fue un año clave en la historia de Chinchón. Terminada la segunda guerra de sucesión castellana y bien asentados en el trono tras la celebración de Cortes en Toledo, los Reyes Católicos concedieron a los marqueses de Moya, el militar y financiero Andrés de Cabrera, y su esposa, Beatriz de Bobadilla, camarera mayor de la reina Isabel, el señorío de Chinchón en recompensa por los servicios que les habían prestado en los difíciles años de acceso y consolidación en el poder de los monarcas en Castilla (especialmente, su apoyo para el mantenimiento de la ciudad de Segovia). El nuevo territorio, escindido la comunidad de Villa y Tierra de Segovia (prácticamente todas sus propiedades al este del río Guadarrama), abarcaba la jurisdicción sobre veinte villas de varios sexmos entre Quijorna y Sacedón.

A juicio del historiador y profesor Santiago Rodríguez, que ha investigado en profundidad los orígenes del señorío, “la zona de la Transierra era bastante pujante. Tenían molinos, tenerías, huertos, conventos, actividad artesanal de distinto tipo –sastres, tejedores, zapateros que trabajaban la piel de cabra…-, minorías prósperas –la ciudad tenía judería y están documentadas familias mudéjares- y hasta un castillo en el camino de Ocaña. Los marqueses eran gente refinada que trajeron un ambiente procedente de Italia y Flandes a partir del cual crearon un palacio con jardines de tomillo y fuentes de ladrillo, al estilo romano. La cercanía de los señores con los reyes –de hecho, tenían el privilegio de guardar sus copas de beber como símbolo de su absoluta confianza- hizo que Isabel y Fernando visitaran varias veces Chinchón” (también lo harían la princesa Juana y su marido Felipe ‘el hermoso’ en 1502). La construcción, sobre cuya planta se alza hoy día el teatro Lope de Vega, estaba a unos 600 metros del castillo (famoso entonces por su heroica defensa frente a las tropas de Juana ‘la Beltraneja’ y Alfonso V de Portugal). Entre ambos, se extendía un pequeño valle dedicado a huertos y frutales. Los marqueses también promovieron en el ámbito la creación de un monasterio de agustinos que luego se trasladó al lugar donde hoy día se sitúa el Parador Nacional de la localidad. Cerca de ellos, crecían los arrabales del pueblo y se comenzaba a desarrollar la plaza Mayor.

Plaza Mayor Chinchón

Plaza Mayor de Chinchón (Autor: Diario de Rivas)

Demasiada generosidad

Pronto, los reyes lamentaron tanta generosidad porque habían creado un señorío desproporcionado que trataron de revertir o, ante el pleito de los marqueses, limitar en el testamento de Isabel I, fechado en 1504. De tal forma, Cabrera se vio obligado a separar sus dominios conquenses de los de su señorío en Chinchón, siendo repartidos entre su primer y su segundo herederos. Por otra parte, la ciudad de Segovia reivindicaba la reversión de sus antiguos terrenos. Al fallecer el marqués, unos meses después que su esposa, en enero de 1511, la propiedad de Chinchón pasó a manos de Fernando de Cabrera, segundogénito de la familia, nacido en 1480, que tuvo que pleitear con su hermano mayor, Juan, que también pretendía recuperar los terrenos perdidos a causa del testamento de su padre.

Fernando de Cabrera se preocupó desde el principio en consolidar su patrimonio. Fue uno de los nobles que apoyaron a Carlos I en las polémicas Cortes de La Coruña y Santiago, en las que el monarca exigió un fuerte impuesto para pagar los préstamos que había contraído para costear su campaña para ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. A juicio de Manuel Carrasco, historiador, cronista no oficial y autor de numerosos libros sobre el municipio, probablemente, fue ese el motivo por el que, el 5 de mayo de 1520, por Real Cédula, fue nombrado primer conde de Chinchón, tres meses antes del comienzo ‘de facto’ de la guerra de las Comunidades de Castilla. En la contienda, el nuevo conde, que ejerció como gran capitán en las tropas realistas, tuvo un papel destacado en la defensa de la causa del emperador desde la catedral y, sobre todo, el alcázar de Segovia. Mientras tanto, los comuneros segovianos, comandados por el capitán Antonio de Mesa, que no habían olvidado la extirpación de las tierras del señorío chinchonense de su territorio –no en vano, la zona había sido repoblada en época medieval por segovianos-, y lo consideraban como un agravio real a sus privilegios, cruzaron San Martín de la Vega y pusieron la villa bajo asedio, con apoyo de vecinos de la localidad y de los pueblos cercanos (no olvidemos que la zona había pasado de ser una tierra de realengo organizada mediante concejos a un señorío).

Fuente Plaza Mayor Chinchón escudo condes condado

Fuente de la Plaza Mayor de Chinchón con el escudo condal (Autor: Diario de Rivas)

La fortaleza capituló el 21 de enero de 1521, tras minarse uno de los pozos de la fortaleza y obviar el ejército imperial la petición de auxilio de la villa. “Los comuneros se emplearon a fondo en el desmontaje del castillo porque era un acto simbólico”, prosigue Rodríguez. También se les entregó la artillería, aunque algunas piezas fueron escondidas por los vecinos. Así las cosas, la fortaleza, emblema del señorío, fue derruida (el coste de la recuperación del inmueble superó los 6,38 millones de maravedís), y varias propiedades de afines a los condes sufrieron muchos daños. Los vecinos de Chinchón no entendieron cómo su señor les había abandonado para ir a luchar a Segovia y dejarles a merced de sus enemigos, lo que fue considerado como una cobardía.

A destajo

El conde falleció poco después y su esposa, Teresa de la Cueva, se encargó del condado hasta la mayoría de edad de su primogénito, Pedro Fernández de Cabrera, que sería consejero y mayordomo de Felipe II, así como tesorero de la Corona de Aragón. Durante su período de gestión del condado, Fernández de Cabrera demolió las partes restantes del castillo y promovió la construcción de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción como capilla adosada al palacio condal. Encargó el proyecto a Nicolás Vergara el Mozo o Alonso de Covarrubias, planteando un templo gótico que se inició en 1534. Sin embargo, la falta de financiación y los desacuerdos entre el condado, el municipio y la Iglesia pararon las obras 48 años. No obstante, su gestión del condado significó el despegue definitivo de Chinchón, como un espacio de renombre. “El entramado patrimonial de esa época que tiene el pueblo no hubiese sido posible sin el señorío”, explica Cecilio Serrano, empresario, escritor e historiador especializado en la localidad. “Juzgando las cosas en su contexto, teniendo en cuenta que la tierra de Chinchón es muy pobre, el municipio tuvo suerte de estar regido en el Antiguo Régimen por una familia influyente que estuvo en el bando de los ganadores de distintas guerras, que tuvo responsabilidades a nivel internacional y que eran personas interesadas por las artes y las ciencias. Gracias a todo ello, seguramente, la ciudad ganó un casco urbano mejor”, añade Luis Carlos Rúspoli y Sanchiz, vigésimo conde de Chinchón.

Monasterio de monjas clarisas de Chinchón

Monasterio de monjas clarisas de Chinchón (Autor: Diario de Rivas)

El cénit de esa política transformadora lo protagonizó Diego Fernández de Cabrera, tercer conde desde 1576 y el único oriundo de la ciudad. Dedicado a las armas, luchó contra los franceses y los berberiscos, y obtuvo la gestión de la Tesorería de Aragón –donde fue clave ante las ‘Alteraciones’ que sufrió el reino-, sobre la que acometió una reforma del oficio, y luego puestos clave en los consejos de Aragón e Italia, la mayordomía del rey y la membresía en la ‘Junta de Noche’. Fue atacado políticamente al cuestionarse la limpieza de sangre de su tatarabuelo. Su papel en la construcción en la construcción de El Escorial, donde está documentada la participación de alarifes mudéjares, fue crucial, pues, según Serrano, desarrolló el sistema de destajos en la cadena de producción del monasterio para acelerar la actividad de las canteras. Esa participación facilitó que el arquitecto del inmueble, Juan de Herrera, se encargase del castillo de Odón y, según algunas referencias históricas esgrimidas por Carrasco, es posible que se encargase, junto con su equipo, del remate de la iglesia de La Asunción de Chinchón.

Y es que, en 1586, este ‘conde arquitecto’, que trajo al pueblo a Lope de Vega, cerró un acuerdo por el que asumiría la construcción de la capilla mayor, enlosados, asientos y retablos del templo (según Serrano, trató de reproducir el retablo de El Escorial con estatuas de alabastro) a cambio de su derecho de entierro, instalación de símbolos nobiliarios y otros derechos sobre el templo; mientras que el pueblo y la Iglesia se harían cargo del resto de la parroquia, la torre y la tribuna. También iniciaron la edificación de un monasterio de clarisas bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, inaugurado en 1653. En el condado, invirtió más de 50.000 ducados en la construcción de un nuevo castillo en Chinchón, que fue edificado entre 1590 y 1598, hoy en ruinas. Según Carrasco, existen dos teorías que justificarían ese afán arquitectónico: “Por un lado, un interés por la notoriedad en la Corte y, por otro, el temor a las represalias de sus enemigos políticos”. El 29 de mayo de 1593, el rey confirmó una concordia firmada un año antes entre el Consistorio segoviano y el conde por el que se cerraban las disputas que mantenían ambas partes desde la formación del señorío. Así, delimitaron jurisdicciones y la Comunidad de Segovia cedió los despoblados de Caez, Villaverde y Monasterio; las dehesas de Gózquez, Santisteban y Alvende; y los términos y jurisdicciones restantes del sexmo de Valdemoro. Mientras, este cedió Navalcarnero y una renta anual de 2.000 ducados.

Iglesia Asunción Chinchón

Fachada de la iglesia de La Asunción de Chinchón (Autor: Diario de Rivas)

La ‘chinchona’

Luis Gerónimo Fernández de Cabrera, nacido el 20 de octubre de 1589, fue su sucesor desde 1608. Heredó de su padre el título de tesorero de la Corona de Aragón e inició una carrera meteórica que le llevó al virreinato del Perú, donde se hallaron en su mandato las minas de plata de Chocaya, se creó un banco público y se descubrieron para el mundo las propiedades de la corteza del quino. Esta sustancia presuntamente curó de fiebres tercianas a la segunda esposa del conde, Francisca Enríquez, por lo que la trajeron a España y mostraron sus propiedades contra la malaria en Alcalá de Henares. Linneo bautizó por ello a la sustancia como ‘chinchona’, en supuesto recuerdo del hecho, dando renombre internacional a Chinchón. Hoy, un busto junto al teatro recuerda el suceso. Por otra parte, en 1626, se terminaron las obras de la iglesia de La Asunción. Fue el último conde que tuvo una preocupación directa y continua por su señorío, iniciando un lento declive que se prolongó hasta el siglo XIX.

Estatua de Francisca Enríquez, condesa de Chinchón

Estatua de Francisca Enríquez, condesa de Chinchón (Autor: Diario de Rivas)

Su hijo, Francisco Fausto Fernández de Cabrera, era marqués de San Martín de la Vega y comendador del Campo de Criptana de la Orden de Santiago, tal y como reza en su lápida, cuando sucedió a su padre, en 1647. Inauguró el convento de La Concepción, en el que tenía el derecho de presentación de varias religiosas. Aunque residía en Madrid, fue enterrado junto a su mujer en el coro de dicho convento. Era un hombre muy piadoso que envió una carta pública a los chinchonenses para que fueran buenos cristianos. Al fallecer sin descendencia legítima (al parecer tuvo un hijo fuera del matrimonio que no pudo heredar) en 1665, fue sucedido por su prima, Inés de Castro Cabrera y Bobadilla, que apenas duró dos meses en el cargo. Su hija, Francisca de Cárdenas de Cabrera, murió tres años después muy joven y sin descendencia, siendo enterrada en la capilla de La Piedad. El título pasó ahora a su tía, Francisca de Castro y Enríquez de Rivera, que ostentó el título de condesa hasta 1683, falleciendo sin descendencia de sus dos matrimonios. De tal forma, la Casa de Chinchón pasó a manos de sucesores de una rama italiana de la familia, los Savelli.

Julio Savelli Fernández de Cabrera era príncipe de Albano y Venafo, y grande de España. Ejerció como conde hasta 1707 porque se alineó con el archiduque Carlos de Austria durante la guerra de sucesión española, motivo por el que se le secuestraron los territorios que poseía en España. Chinchón se alineó en la contienda con Felipe de Anjou, a pesar del parecer de su señor, un caso bastante atípico. De hecho, Por estos motivos en 1738, el pueblo fue proclamado como Muy Noble y Muy Leal. Así, el 3 de agosto de 1706, Felipe de Anjou fue aclamado como rey en la plaza mayor de Chinchón, después de residir en una mansión de Ciempozuelos durante parte de la guerra, y llevado a hombros al palacio de los condes, posteriormente destruido. Pernoctó el rey en la Casa de la Cadena. Días después, las tropas del archiduque Carlos saquearon el pueblo, después de negarse a proveerles de trigo. Ocuparon el castillo, en el que se almacenaron artillerías y que sufrió un grave incendio en su ala noroeste por el prendido del cáñamo.

El condado se entregó en usufructo al marqués de Almonacid de los Oteros, Carlos Manuel Homo-Dei Pacheco. Cuando Savelli murió en 1712 sin descendencia, se inició un pleito para determinar la sucesión en el Mayorazgo, que acabó en 1729 en manos de Juan Jorge Cayetano Sforza, duque de Cesarini. Su sobrino, José de Sforza y Cesarini, heredó la propiedad en 1729. No hay constancia de que ninguno de estos condes italianos visitase nunca sus dominiosEn 1738, vendió el título y el Estado de Chinchón, con licencia de Felipe V, al infante Felipe de Borbón y Farnesio, hijo del rey y duque de Parma, quienes, probablemente, fueron quienes aportaron el dinero, a instancias de la reina. Los habitantes del condado hicieron celebraciones por el nuevo señor, que no se ocupó personalmente del señorío, sino que puso prelados a su cargo. Los vecinos pensaron que se convertiría en un nuevo Aranjuez pero se vieron pronto defraudados.

Teatro Lope de Vega de Chinchón

Teatro Lope de Vega de Chinchón (Fuente: Diario de Rivas)

Incendio por cáñamo

“La venta del señorío no fue muy legal y, de hecho, generó pleitos posteriores porque se suponía que el condado era para descendientes de la familia Cabrera y os mayorazgos se heredaban, no se vendían. Sin embargo, Felipe V le dio una pátina de legalidad para dar un título propio a uno de sus hijos. Eso creó uno de los primeros precedentes de venta de títulos nobiliarios en un período en que la nobleza estaba pasando dificultades”, incide el profesor e historiador Jorge Arteaga, que está investigando la evolución del condado en el siglo XVIII.

El 28 de mayo de 1761, al trasladarse a Italia a vivir, el infante vendió a su hermano Luis Antonio de Borbón el condado, que ya había adquirido el señorío de Boadilla y terrenos en Pozuelo. Vivió, fundamentalmente, a caballo entre Boadilla del Monte y Arenas de San Pedro. Desde la Pragmática Sanción de 1776, fue apartado de la línea sucesoria y de sus apellidos reales a causa de su matrimonio morganático, por lo que consideró un auténtico honor adquirir con su propio pecunio la consideración de señor de Chinchón. Así, se encargó de los asuntos del señorío personalmente. “Tenía un gusto artístico y un interés por el mecenazgo muy acentuados –era el mayor mecenas cultural después del rey-, ya desde su época como eclesiástico”, continúa Arteaga. Ordenó la restauración de la Iglesia de la Piedad a Ventura Rodríguez y promovió la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Chinchón para trabajar el cáñamo, una de las primeras de España, lo que generó el fermento perfecto para la mentalidad emprendedora y cultural que tendría el municipio desde el siglo XIX. Además, contrató como capellán de la iglesia a Camilo de Goya, hermano del pintor aragonés, de quien era protector, y este pintó un cuadro de La Asunción de la Virgen para el gran templo chinchonense.

Le sucedió su hijo, Luis María de Borbón y Vallabriga, eclesiástico y posterior figura del primer liberalismo español, que cedió a su hermana, María Teresa (mundialmente famosa por el retrato que le hizo embarazada Francisco de Goya), esposa del favorito de Carlos IV, Manuel Godoy, el título condal, en 1803. Según Arteaga, fue en este período y ante las excepcionales necesidades del período, cuando el condado vendió buena parte de su patrimonio artístico. Durante la Guerra de Independencia, la Brigada Polaca, al cargo del mariscal Perrin, arrasó el pueblo, ejecutó a numerosos vecinos, y expolió (sobre todo, los metales) y prendió fuego al castillo, quedando este en un estado de ruina parcial que desembocó en el uso de parte de los elementos pétreos de la fortaleza en la construcción de los soportales de la plaza mayor de Chinchón, así como en caminos, cercas y casas. A partir de entonces, el castillo sirvió como casa de labranza y fábrica de licores. En el pueblo, crecían las tertulias literarias, que desembocarían en la demolición a finales de siglo del ruinoso palacio de los condes y la construcción en su lugar del Teatro Lope de Vega.

La hija de la condesa goyesca, Carlota Luisa de Godoy y Borbón, accedió al título tres años después del fallecimiento de su madre en 1828. Estaba casada con el príncipe del Sacro Imperio, de origen ítalo-español, Camilo Rúspoli. Ambos tuvieron que gestionar desde el exilio la desvinculación en el señorío entre tierras y títulos, durante la llegada de los liberales y el fin de los mayorazgos, un pleito que terminó en época de la Primera República Española, en el que, según el actual conde, descendiente directo de estos nobles, “supuso una pérdida para la familia, ya que se desarticuló el señorío, pero una ganancia para el pueblo en la cuestión de propiedades. En el caso de las obras de arte, se terminó por disolver el patrimonio entre los distintos herederos y se perdió su valor contextual”.

Parador Nacional Chinchón convento agustino

Parador Nacional de Chinchón, antiguo convento de agustinos (Autor: Diario de Rivas)

La ‘mojona’

En paralelo al hundimiento del señorío, “Chinchón dejó de ser cabeza de partido desde el punto de vista administrativo y político en la primera mitad del siglo XIX, pero gozó a cambio de la aparición en 1845 de la Sociedad de Cosecheros, que, a raíz del abandono del arbitrio de ‘mojona’ (prestación de la medida de líquidos, en especial, del vino) por parte del Ayuntamiento, asumió desde mediados del siglo y hasta 1936 el liderazgo económico del pueblo, modificando la estructura económica y social. Había sido muy conservador y dependiente de los señores y, a partir de las desamortizaciones, algunas familias coparon las grandes propiedades y trayendo una prosperidad que evitó que la lucha obrera de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX afectase a la zona”, sentencia Carrasco. “Los cosecheros fueron una asociación modélica, pues tomaron el testigo de los condes como motor económico y cultural de la ciudad”, continúa Serrano.

Desarticulado el señorío, los siguientes cuatro condes han tenido una relación más basada en lo emocional que en lo efectivo con Chinchón. El último conde que tuvo acciones relevantes vinculadas con la ciudad –denominada como tal en 1916 por el rey Alfonso XIII- de Chinchón fue el padre del actual titular: Carlos Oswaldo Rúspoli, que vendió al Estado por 24 millones de euros el cuadro de Goya de ‘La condesa de Chinchón’.

Rúspoli concluye incidiendo que “el condado dio un renombre internacional a Chinchón que, seguro, aumentó la prosperidad para el señorío y sus habitantes, además de una importante riqueza patrimonial en su casco urbano”.

¿Te parece interesante? ¡Compártelo!