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Capilla del Cristo de Rivas (Autor: Vicente Núñez).

Capilla del Cristo de Rivas (Autor: Vicente Núñez).

El convento mercedario y la capilla del Cristo de Rivas son los vestigios patrimoniales más antiguos que quedan en pie en Rivas Vaciamadrid. Diario de Rivas investiga su historia de la mano del actual duque de Rivas, José Sainz y Armada, cuya familia es propietaria del complejo.

El ámbito que rodea al convento del Cristo de Rivas siempre fue una zona de asentamiento humano. Buena muestra de ello son los restos cerámicos carpetanos que aún hoy día pueden observarse en el cerro que acogió luego el castillo de Ribas de Jarama, y al que pueden sumarse numerosos hallazgos sobre yacimientos paleolíticos y neolíticos que se han realizado en los alrededores, incluidos los del hermano del actual duque de Rivas. También hubo romanos (probablemente, cerca de allí estuvo situada la ‘Ripa Carpetana’ y un destacamento militar de las tropas latinas, habida cuenta de su condición de zona de paso entre Perales del Río y Alcalá de Henares).

Restos de torre en las ruinas del castillo de Ribas de Jarama (Fuente: Diario de Rivas)

Restos de torre en las ruinas del castillo de Ribas de Jarama (Fuente: Diario de Rivas)

En época visigoda, la única referencia hipotética sobre el uso de estas tierras como poblamiento es la leyenda de Gracián Ramírez, personaje de la corte del rey Rodrigo de antigua sangre goda del que no existe constancia histórica documental, aunque sí descendencia. Según esa historia, de la que existen varias versiones, Ramírez era el alcaide de la fortaleza de Rivas, lugar al que se había retirado cuando los musulmanes tomaron Madrid. En el año 720 d.C., fue a venerar a la virgen de Atocha (los islámicos autorizaban su culto) y no la halló en su ermita primitiva (estaba situada en la vega madrileña, en un lugar denominado Santiago el Verde, según una carta conservada, al parecer, en la catedral de Toledo). La encontró más al norte, entre unas hierbas, donde decidió erigirle una capilla. Al ver que se construía un edificio, prosigue el relato, los musulmanes atacaron a Ramírez y los suyos. El caballero decidió degollar a su mujer e hijas para evitar que fuesen capturadas por los islámicos. Pero, siempre según esta historia, tras vencer milagrosamente a los islámicos, la intercesión de la virgen hizo que encontrase a su familia indemne en el lugar en el que se veneraba a la virgen de Atocha, con lo que promovió definitivamente la construcción del templo. Además de vincular íntimamente Rivas con el devenir de la futura capital, esta historia esboza la presencia de un castillo ripense en época de gobierno visigótico que, con el paso del tiempo y el avance de la Reconquista, perdió su razón de ser y fue paulatinamente abandonado hasta su olvido a día de hoy. La historia de dicha fortaleza fue extensamente desglosada en este periódico digital.

En paralelo a ese poblamiento político y humano de la zona, la fe y el agua pusieron en el mapa a Rivas. La presencia de un arroyo de aguas calinas y propiedades medicinales que discurre hacia el río (hoy puede verse canalizado por debajo de la carretera M-823 y junto al Cristo), como otros muchos existentes en la comarca, quizás atrajo visitantes desde una época que se pierde en el tiempo. Otra leyenda, fechada alrededor de 1156 d.C., narra cómo a un pastor de cerdos se le apareció en una cueva de esos cerros, donde se fue a cobijar por la tormenta, una imagen de Santa Cecilia que se convirtió en la patrona del pueblo. De tal manera, se le erigió una pequeña ermita que fue terminada en 1207. Quizás esa combinación de salud y fe obtuvo la fama milagrera de las imágenes ripenses y pudo articular la procesión popular hoy conocida como Cristo de Rivas, celebrada el 29 de septiembre.

Mientras, las Relaciones Topográficas de Felipe II, en el siglo XVI, demuestran que el pueblo cercano de Ribas continuó habitado y así estuvo durante todo el siglo XX. De hecho, hay constancia de su transformación en mayorazgo en 1500, bajo la fundación del mismo por parte de Francisco Ramírez de Madrid ‘El artillero’, uno de los principales artífices de la toma de varias de las plazas fuertes del reino de Granada y secretario de los Reyes Católicos, descendiente de la familia del Gracián Ramírez de la leyenda; y su esposa Beatriz Galindo, ‘La Latina’, maestra de Isabel I de Castilla y preceptora de sus hijos. Este señorío fue creado para su hijo menor Ñuflo, segundo en la línea de sucesión (al mayor, le legaron sus propiedades en Andalucía), que se convertiría con el tiempo en marquesado y ducado.

La conspiración contra Lerma

La revitalización de la zona corrió a cargo de Beatriz Ramírez de Mendoza, señora de Rivas desde los seis años de edad, biznieta de ‘La Latina’ y ‘El artillero’; que se casó con el viudo Fernando Arias de Saavedra, cuarto conde del Castellar. Ya viuda e íntima amiga de la reina Margarita de Austria, formó parte del grupo nobiliario opositor al valido de Felipe III, el duque de Lerma, contra el que tramó una fallida conspiración para alejarlo del favor real. Movida por su profunda religiosidad, potenciada por fray Jerónimo Gracián, y la cultura nobiliaria de mecenazgo de la época, promovió entre 1603 y 1604, la creación de tres conventos de mercedarios descalzos para la reforma de dicha orden: el de La Almoraima (Cádiz), el de El Viso del Alcor (Sevilla) y el de Rivas de Jarama (Madrid). También sufragó el convento de las Carboneras de Madrid, donde guardó obligada clausura quizás huyendo de los numerosos enemigos que su iniciativa política le acarreó. El de Rivas se creó en septiembre de 1603 en la antigua casa del mayorazgo, situada junto a la ermita de Santa Cecilia, no sin conflictos con los prelados locales, que acusaron a la mecenas de carecer de licencias, tal y como narró en su tesis doctoral la historiadora Elvira Melián.

El duque de Rivas, José Sainz y Armada, explica sobre plano la disposición del Cristo de Rivas y el antiguo convento mercedario (Autor: Vicente Núñez)

El duque de Rivas, José Sainz y Armada, explica sobre plano la disposición del Cristo de Rivas y el antiguo convento mercedario (Autor: Vicente Núñez)

Seis sacerdotes procedentes de Andalucía se encargaron de un edificio de estilo herreriano en el que, además de la fábrica de ladrillo, se usó parte de la piedra del antiguo castillo para su construcción. Contaba con una residencia para 40 religiosos, una sala capitular, habitaciones para la gestión administrativa de la comunidad, un claustro, biblioteca y tres capillas de distintos tamaños (una con varios altares, otra para acoger al Cristo de los Afligidos y la última, denominada capilla de la Epístola). Además, tenía una casa cercana que luego se convirtió en residencia de guardeses y que fue utilizada como hospedería para peregrinos. El recinto, de varias hectáreas, contaba con huertos y extensos espacios forestales junto a la bajada al río y cerca de la barcaza de Arrebatacardos, en el límite entre el soto de El Negralejo y Mejorada del Campo, según investigaciones de la historiadora Pilar Corella.

Pocos años después, el mayorazgo se convirtió, primero en vizcondado y luego en marquesado de Rivas de Saavedra, en julio de 1641 en la persona del nieto de Beatriz Ramírez de Mendoza, José Ramírez de Saavedra y Ulloa, maestre de campo y capitán general de Artillería del Ejército de Aragón, merced del rey Felipe IV a sus acciones en Namur, en plena Guerra de los Ochenta Años. Con este marqués y su hijo Francisco José Ramírez de Saavedra y Agramonte, el convento adquirió los dos elementos que le hicieron más característico: la imagen del Santísimo Cristo de los Afligidos y la instauración de su celebración solemne, y la construcción de la nueva capilla.

 

Lugar de enterramiento

La estatua era obra de Juan Rodríguez, discípulo de Gregorio Hernández. Tras pasar por el convento de Santa Bárbara de Madrid, el 28 de febrero de 1655 fue instalada en un lateral de la capilla de Rivas con acto solemne que narró con detalle el doctor en Historia Vicente López y López. La devoción popular y su fama de milagrera (recuperación de enfermedades con el aceite de los tabernáculos o rezando a la imagen o su estampa, salvamento de ahogados o, el más conocido, la protección a un caballero que se despeñó con su cabalgadura en la zona y salió ileso del río) llevó a la efigie a convertirse en la principal del lugar, llegando a ser denominado ‘rey de la comarca’. «Nadie sabe de dónde viene la celebración del 29 de septiembre. La romería era un festejo popular al estilo del de la pradera de San Isidro de Madrid que se pierde en el tiempo«, explica a Diario de Rivas el actual titular del linaje, José Sainz y Armada. No es casualidad que hoy día puedan verse feriantes habituales de las fiestas patronales de Madrid vendiendo dulces, estampas y exvotos similares en el camino al Cristo el día de la celebración.

Retablo de la capilla del Cristo de Rivas (Autor: Vicente Núñez)

Retablo de la capilla del Cristo de Rivas (Autor: Vicente Núñez)

Por esta fama, se le construyó una nueva capilla (la actual, de la que los únicos elementos ornamentales originales que se conservan son la escultura de Santa Cecilia con los escudos de la casa de Saavedra que corona la entrada al templo -anteriormente, instalada en el sagrario del templo- , las puertas y el suelo de la entrada) entre octubre de 1672 y septiembre de 1675, gracias a las aportaciones de la nobleza y los vecindarios de Rivas, Vallecas y Vicálvaro. En ella se realizaban los enterramientos de la familia Saavedra. De hecho, entre otros, el cadáver del famoso Ángel de Saavedra, tercer duque de Rivas, yació en estas tierras. «Es un lugar en el que mis antepasados venían a morir», apostilla el titular de esta dinastía.

En el siglo XVIII, el único hecho que alteró la relativa paz de una zona agrícola como Ribas de Jarama, prosigue Sainz y Armada, fue la decisión de Lorenzo Ramírez de Saavedra y Sarmiento, tercer marqués, de talar un encinar cercano al pueblo, lo que provocó las iras de los vecinos, que lo utilizaban para complementar su sustento. Le sucedieron dos marquesas (la de Saavedra ha sido una casa en la que la línea genealógica ha estado, por circunstancias familiares, en muchos casos, en manos femeninas), tras las que el marquesado derivó en ducado en época de Juan Martín Pérez de Saavedra y Ramírez, gentilhombre de Cámara del rey Carlos IV y caballerizo del príncipe Fernando, como solución para resolver un pleito de titularidad del marquesado de Rivas. Y es que Felipe V había creado, a principios del siglo XVIII, otro marquesado en el municipio en la persona de Antonio de Ubilla, secretario de despacho universal de Carlos II, que pronto pasaría a manos de la familia Manso de Velasco.

En la etapa decimonónica, el convento fue objeto de la desamortización de Juan Álvarez de Mendizábal de 1836, lo que obligó a los sacerdotes a abandonar el convento, que quedó deshabitado. El tercer duque, Ángel de Saavedra, ejerció en 1842 sus derechos de reversión y patronato sobre estas propiedades, ya que Beatriz Ramírez, en los documentos de fundación del convento, había establecido que, si este dejaba de tener uso religioso, revertiría a sus descendientes, evitando así su subasta pública. Al parecer, su conservación no fue fácil pues la familia ducal, como la mayor parte de la nobleza española de finales del siglo XIX, tuvo problemas económicos que hicieron difícil mantener este tipo de propiedades. De hecho, entre 1860 y 1900, las quejas de los duques a los obispos de Toledo y Madrid fueron continuas por la falta de participación de las diócesis en las labores de mantenimiento.

En febrero de 1891, las obras de construcción de la nueva carretera entre Mejorada del Campo y Rivas de Jarama pusieron en serio peligro el edificio. Los barreneros de los trabajos de construcción del desmonte para desarrollar la caja de la vía provocaron numerosas explosiones en la colina anexa al complejo, provocando la caída de parte de la torre sobre la nueva carretera. Parte de la parte central de la fachada se derrumbó, quedando descubierto el interior del templo. Según escritos del representante episcopal y párroco de Mejorada del Campo -de la que el Cristo de Rivas era dependiente-, Rafael González, consultados por este periódico en el Archivo Histórico Diocesano de Madrid, «quedan claras las esquinas de dichas extremidades, por donde pueden pasar animales a descubrir los cadáveres enterrados en dicha iglesia«. No obstante, no lamentaba demasiado el incidente ya que, a su juicio, «esta iglesia es de escasa importancia». Por su parte, el alcalde de la localidad, Eleuterio Villa, en carta escrita al obispo en marzo de ese mismo año, narró el estado ruinoso de la iglesia y cómo, en las explosiones, las campanas habían salido volando hacia el interior del patio del convento, siendo luego guardadas en la capilla del altar para preservarlas en caso de derrumbe. En total, los costes de reconstrucción ascendieron a 397 pesetas.

Vistas del Sureste desde el Cristo de Rivas (Fuente: Planeta Rivas)

Vistas del Sureste desde el Cristo de Rivas (Fuente: Diario de Rivas)

Fuegos artificiales

En la Guerra Civil, dos brigadas se aposentaron en el antiguo convento, que fue prácticamente destruido en el conflicto, incluido casi todo el patrimonio artístico que conservaba el recinto, como el retablo o la imagen del Cristo. El templo mantuvo, no obstante, el culto. La quinta duquesa, María del Consuelo Ramírez de Saavedra y Anduaga, emprendió pronto reformas para recuperar la capilla. Sufragó una réplica de la estatua principal y compró a una iglesia de Segovia un retablo que encajaba a la perfección con el del templo y que permanece inalterable, salvo las referencias heráldicas a la familia Saavedra. Cada 29 de septiembre, gentes procedentes de la zona, y hasta de Toledo y Guadalajara, acudían al Cristo con sus racimos de velas encendidas, sus exvotos cerúleos, su estampitas y sus frascos de aceite de los tabernáculos del templo para dar gracias a la imagen por sus milagrosas curaciones. La procesión de la imagen por el interior del recinto también continuó inalterada. «De pequeños, solo veníamos el día del Cristo de Rivas porque esto era una ruina y no se podía habitar. Algunas veces dormíamos en algunos cuartos antes del día de la romería, pero moverte por el resto del edificio era peligroso. En esa época, se llamaba a los peregrinos de la comarca con fuegos artificiales para que acudieran a los festejos. Mi abuela montaba el evento con ayuda de la Cruz Roja y la Guardia Civil. También tenía otros usos. Había una escuela en la antigua hospedería a la que iban los hijos de los vecinos del pueblo y mi abuela creó con los niños de la zona un equipo de fútbol para que jugáramos en el terreno», continúa el duque. El 11 de agosto de 1970, la duquesa llegó a un acuerdo con el Arzobispado de Alcalá de Henares para hacer la capilla semipública y ofrecer oficios religiosos todos los domingos. Hoy día se encarga de ellos la parroquia de Santa Mónica de Rivas.

José Victoriano Sainz y Ramírez de Saavedra, sexto duque de Rivas, continuó desde 1972 sufragando las labores de reconstrucción del complejo, considerado Bien de Interés Cultural, que inició su madre. En su época, se derribó un ala del convento porque amenazaba ruina (en su lugar, se construyó un pequeño jardín con una de las mejores vistas sobre el río Jarama, algunos de los sotos ripenses, Velilla de San Antonio y Mejorada del Campo), se puso luz en el edificio y se fueron recuperando estancias y tejados. Una sucesión de lienzos en cuadros y pasillos alrededor del patio del antiguo convento, donde se encuentra el aljibe original del edificio, recuerdan a los titulares de esta familia. No obstante, la obra más importante del complejo es un cuadro en honor a los primeros padres de la Merced Descalza que cita la fecha de fundación de dicha orden en la Capilla de los Remedios de Madrid el 3 de mayo de 1603.

 

Procesión del Santísimo Cristo de los Afligidos de Rivas (Fuente: Planeta Rivas)

Procesión del Santísimo Cristo de los Afligidos de Rivas (Fuente: Diario de Rivas)

La alameda negra

El principal suceso del período en el Cristo se produjo en la romería de 1989. La tradición hizo que, ese año, los fieles vinieran cargados con una ingente cantidad de velas de parafina que, como se había hecho hasta entonces, metían dentro del templo. De pronto, una de ellas prendió un elemento de la iglesia. «Para apagar el fuego, se echó un cubo de agua, la parafina se hizo líquida y comenzó a expandirse el incendio. Como no estaba organizado un operativo, tuvimos que apagar las llamas con unos extintores como pudimos«, narra Sainz. Desde entonces, las velas se comenzaron a dejar sobre unos areneros junto a la puerta y se ordenaron los accesos con la colaboración de Protección Civil de Rivas.

 

El actual duque continúa la tradición familiar de abrir al público la ermita, mientras mantiene el antiguo convento y la hospedería, reconvertida en casa de guardeses, como espacios privados. Además, prosigue las reformas, especialmente, recuperando espacios verdes. Entre 2006 y 2007, cedió 16 hectáreas de zonas verdes del complejo al Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid para su inclusión en el Parque Regional del Sureste. Además, hoy día negocia con el Canal de Isabel II la introducción de agua potable en el Cristo de Rivas. No obstante, su principal proyecto es la recuperación arbórea de la parcela. Además de mantener los ejemplares de las peñas de la zona, estudia la manera de recuperar o sustituir la arboleda de álamo negro con que contaba el complejo, una de las más importantes que quedaban en la Comunidad de Madrid, y que fue pasto de la grafiosis hace unos años. Para Sainz, «el Cristo es un gran desconocido en Rivas, a pesar de su historia, su importancia para Madrid y su relación con los vecinos del municipio y la zona, que llevan acudiendo durante generaciones cada 29 de septiembre».

Bibliografía:
Corella, P. Barcas de río en la geografía madrileña de los siglos XVI a XIX. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. Tomo XXXVIII. CSIC. Madrid, 1998.
López y López de Lerena, V. Historia del Santísimo Cristo de los Afligidos de Rivas. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1975.
Melián, E. M. Santiago contra Santa Teresa: Beatriz Ramírez de Mendoza o la redención de cautivos. Universidad Rey Juan Carlos. Clepsydra, 8. 2009.
Sánchez Millán, A. Crónicas de Rivas Vaciamadrid. Mi Pueblo. Cuadernos del Sureste. Prima Littera. Rivas Vaciamadrid, 2009.
De Pablo Tamayo, F. J. Historia de Rivas Vaciamadrid. Satecma. Rivas Vaciamadrid, 2002.

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