Información elaborada en colaboración con Rivamadrid
El servicio de Parques y Jardines de la Empresa Municipal de Servicios Rivamadrid se encarga del mantenimiento de las 679 hectáreas de zonas verdes y los 57.000 árboles con que cuenta Rivas Vaciamadrid. Un trabajo duro a la intemperie que apuesta por un tratamiento responsable del ecosistema y que se adapta a las necesidades de cada espacio natural del municipio. Diario de Rivas ha pasado varias mañanas con algunos de los profesionales que hacen posible que estos ámbitos estén en óptimas condiciones durante todo el año.
Este departamento está compuesto por unos 140 profesionales, con ocho mandos y un enorme grueso de oficiales, jardineros, auxiliares y peones. Todos, buena parte con contrato fijo aunque también se cuenta con personas de apoyo en momentos puntuales para cubrir épocas de mayor carga de trabajo, procedentes de la bolsa de trabajo de la compañía, operan en horario de mañana. Este departamento de la empresa se organiza en varios equipos de trabajo que dividen la ciudad en cuatro zonas, a grandes rasgos: desde el Casco hasta la avenida de Aurelio Álvarez, de Aurelio Álvarez hasta avenida de Los Almendros; la zona de urbanizaciones, mancomunidades y grandes parques; y la zona Noroeste, que incluye las zonas de nuevos desarrollos. Además, tienen cuadrillas especializadas que se ocupan del mantenimiento del arbolado urbano, incluyendo podas y talas (originada tras el diagnóstico y evaluación del arbolado ripense por parte de una consultora contratada por el Ayuntamiento), del mantenimiento de las instalaciones de riego y las zonas ajardinadas de espacios de titularidad pública municipal tales como colegios, polideportivos, la limpieza y rastrillado de las zonas infantiles o edificios de otra índole.
Según datos de Rivamadrid, cada año destinan 164.000 horas efectivas de trabajo a segar, escardar, cavar, mantillar, plantar, tratar, recortar, desbrozar, regar y mantener las zonas verdes ripenses (hay 81,15 metros cuadrados de zonas verdes, incluyendo zonas forestales, y 17,92 metros cuadrados de espacios ajardinados por habitante), que cuentan, solo en materia de arbolado, con alrededor de 57.000 ejemplares inventariados. No obstante, cabe destacar que, casi una de cada cuatro horas que trabaja un operario de jardinería, se dedica a limpiar los residuos que arrojan los ciudadanos en parques, jardines y terrenos naturales. Esa situación se multiplica en períodos como las fiestas.
La labor de un jardinero sigue la evolución biológica de las plantas a lo largo del año, por lo que siempre hay algo que hacer y se trabaja durante todo el año. Un desempeño muy físico, muy delicado y muy vocacional que sufre los rigores del frío en invierno y del calor extenuante en verano. Entre la artesanía y el oficio. Manuel Tapia es auxiliar de jardinería y lleva diez años en la compañía. “Es un trabajo muy duro en el que no paras en todo el día pero que te entra por los sentidos. Hay épocas de poda y recorte, de plantación, de retirar malas hierbas… La excelencia y la perfección en este trabajo suponen que nada salte a la vista. Cualquier imperfección, cualquier planta que ha crecido un poco más de la cuenta, se nota, por lo que intentamos hacer las cosas de la mejor forma posible. No obstante, los ciudadanos, en general, suelen agradecer mucho nuestra labor“, explica. “Nos adaptamos al trabajo que requiere cada planta y cada espacio, que tiene sus características concretas. Las plantas son muy agradecidas con el trabajo que realizas con ellas porque puedes ver su evolución y las tomas cariño. Al final, el parque es como tu casa y lo cuidas como tal”, añade Raquel Salcedo, también auxiliar, destinada en el ámbito del recinto ferial y el auditorio Miguel Ríos.
El equipo de jardinería lleva a cabo su actividad en todas las zonas verdes municipales. En ese conjunto se incluyen parques, vegetación de alineación, parcelas sin uso (terrizos y terrenos sin ajardinar, algunos pendientes de enajenación), y espacios forestales (Mazalmadrit, arroyo de Los Migueles, olivar de La Partija, entre otros). En total, trabajan una superficie de 679,78 hectáreas, subdivididas en 518,33 denominadas de baja intensidad (principalmente, espacios forestales, terrizos y olivares), que son objeto de un mantenimiento que requiere menor ratio de operarios por hectárea; y 159,23 hectáreas de alta intensidad (la mayor parte de la vegetación que acoge el espacio urbano), en donde se destinan el grueso de los recursos (un 95 por ciento del tiempo de trabajo) y que tienen atención diaria. Como añadido, los profesionales colaboran en el Día del Árbol, en la plantación y mantenimiento del bosque Scania, la reposición de marras en distintos parques, los talleres de jardinería de los colegios y el acondicionamiento de solares destinados a huertos urbanos, entre otras labores complementarias, además de dar respuesta a cualquier necesidad puntual del Consistorio.
Lucha contra las malas hierbas
En estas semanas, con la explosión primaveral, por ejemplo, el trabajo se multiplica. Los operarios de jardinería de Rivamadrid han concluido la plantación del bosque Scania, están realizando labores de desbroce, escardado y eliminación de malas hierbas; están poniendo en marcha las campañas contra el pulgón y preparando la próxima campaña contra la procesionaria, acondicionando huertos en el Soto del Grillo y preparando los suelos del olivar de La Partija, además de las labores ordinarias de mantenimiento y mejora de los espacios verdes.
Además de estos trabajos en suelo público, se han suscrito acuerdos con comunidades para el mantenimiento de 113.000 metros cuadrados de zonas verdes. Es el caso de las mancomunidades cuyos espacios comunes, al tener titularidad de suelo privado de uso público, son mantenidos, previo acuerdo, por el Ayuntamiento a través de Rivamadrid, sin coste para las mancomunidades. “Estas zonas tienen un ajardinamiento muy envejecido y con una estructura más propia de urbanización y no de parque, lo que requiere una estrategia de mantenimiento más intensiva que en zonas municipales por su propia tipología“, concreta Érica Valiente, ingeniera agrónoma y directora de operaciones de Parques y Jardines de la compañía. Del mismo modo, se trabaja con entidades privadas por contrato, sean cooperativas (por ejemplo, las zonas verdes de las infraestructuras de la cooperativa Covibar, como por ejemplo la piscina, se resuelven mediante esta fórmula) o empresas privadas (es el caso de Decathlon Rivas, al que se le presta un servicio de mantenimiento de las zonas ajardinadas) para mantener algo más de 22.000 metros cuadrados. Este servicio de cuidado vegetal solo está exento de responsabilidad en los parterres ubicados en las lindes de las propiedades privadas, que quedan bajo responsabilidad de los propietarios colindantes. Los jardineros solo actúan de oficio en aquellos no mantenidos que comprometan la limpieza, salubridad y seguridad de los viandantes o el tráfico rodado.
Ni plaguicidas, ni herbicidas
El relieve y la idiosincrasia ripense condicionan todas estas labores. “La jardinería de Rivas tiene particularidades por el tipo de suelo, que es una losa de yeso. Eso dificulta mucho el ajardinamiento porque es un terreno pobre. Las raíces no se desarrollan como deberían, lo hacen en horizontal, sin agarrar, y los golpes de viento pueden vencer árboles. Esta es la razón por la que la tasa de incidencias en arbolado es mayor que en otros municipios. Por eso, se hace una labor de control mucho mayor“, continúa Valiente. En ese sentido, el servicio se planifica y realiza cualquier actuación en la ciudad conforme al nuevo plan de arbolado municipal que está aprobado recientemente. Además, se ha incrementado el trabajo de los operarios para dar respuesta a la legislación nacional y a las decisiones plenarias del Ayuntamiento en materia de productos fitosanitarios. Así, en cumplimiento del Real Decreto 1311/2012, se ha limitado el uso de plaguicidas, lo que ha dificultado la lucha contra las plagas y ha obligado a replantear el diseño de los parques para que no necesiten estos productos. Por ejemplo, en el caso del pulgón, se realiza una estrategia de acción muy localizada, lo más inocua y sostenible posible, con medidas biológicas como depredadores naturales o endoterapia (inyección de insecticida en el árbol a través del tronco lo que evita pulverizaciones nocivas). Solo se usan químicos en el caso de que se justifiquen problemas de salud o de peligro para la supervivencia de las plantas.
En el caso de la procesionaria, mucho más peligrosa para humanos y otros animales, se emplean trampas de feromonas para conocer el momento óptimo de tratamiento con Bacillus thuringensis, una bacteria parásita de la larva de este insecto. Donde no se alcanza con la fumigación por problemas de acceso, o en espacios especialmente sensibles por ser zonas ocupadas por niños o población sensible, se emplea la endoterapia. Por otra parte, los herbicidas están prohibidos por decisión municipal lo que supone que todo el desbroce está mecanizado o se hace por medios manuales, lo que ralentiza y dificulta de manera notable la labor pero es más natural y menos dañino para el ecosistema.
Además, este servicio de jardinería está participando codo con codo con otros departamentos municipales en la puesta en marcha de nuevos proyectos como la remodelación del arboreto cercano al centro comercial Zoco Rivas, la reposición del arbolado urbano en alcorques y la implantación del riego domotizado en toda la ciudad.
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