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David Martínez, Rubén Lopera y Pablo García, empleados del CEE (Imagen: Aspadir)

«Un centro especial de empleo es un centro en el que, por lo menos, el setenta y cinco por ciento de los operarios tienen que tener discapacidad». Con esas palabras empieza su relato Óscar Jiménez, el gerente de la Asociación de Amigos y Padres de Discapacitados de Rivas (ASPADIR). Un relato que pasa por conocer una de las líneas de trabajo más punteras de esta organización de utilidad pública: la recogida del aceite usado de Rivas.

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«En nuestro caso, son personas con discapacidad psíquica», continúa Jiménez. «El objetivo final es que de aquí pasen a otras empresas, pero mientras están con nosotros les enseñamos a trabajar, a ser ordenados y limpios y a comprender la organización y la jerarquía que se aplica en cualquier puesto de trabajo», continúan desde Aspadir. A toda esta formación han accedido David Martínez, Rubén Lopera y Pablo García. Los tres, junto a Mario González, el encargado de este Taller Especial de Empleo, componen el equipo que recorre Rivas a diario, con una furgoneta, en busca de aceite para poder reciclar.

El circuito de recogida pasa en la actualidad por los 34 puntos que la organización tiene establecidos por todo Rivas, así como por varias comunidades de vecinos y algunos establecimientos. «Nosotros solo nos dedicamos a la recogida, no al tratamiento del aceite«, cuenta el responsable mientras enseña los contenedores donde los vecinos depositan las botellas de aceite usado.

David Martínez, uno de los empleados del Centro Especial de Empleo (Imagen: Aspadir)

«A mí me gusta mi trabajo», afirma David Martínez, el empleado más veterano del equipo. «Tenemos tres funciones. A mí esta semana me toca ir delante con el jefe», continúa mientras se ríe y señala a Mario. Estas labores se van rotando entre los tres empleados, a pesar de que uno de ellos, Rubén, acaba de incorporarse al servicio. El trabajo pasa por llevar un control de la ruta, por hablar con los dueños de los establecimientos donde tienen concertadas las recogidas y también por cambiar los contenedores de los puntos de reciclaje llenos de botellas por unos vacíos y limpios.

«Nos hemos encontrado muchas cosas en los contenedores; la gente echa de todo», confiesa Pablo. A pesar de esos pequeños percances puntuales, el servicio no ha sufrido ningún altercado grave en los diez años que lleva en funcionamiento. «Y eso que se recogen 40.000 litros de aceite al año«, afirma Jiménez.

«Pensamos en esto porque era una actividad fácil y que tenía futuro, además de ser una necesidad», confiesa el gerente. Esta recogida se lleva realizando en Rivas desde 2007, aunque la idea primigenia viene de un proyecto que la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (Plena Inclusión) tiene en Castilla y León.

En sus inicios Aspadir no contaba con permiso para la recogida en las calles de Rivas, por lo que se centraron en instalar contenedores dentro de los centros educativos del municipio. «Esa campaña de sensibilización en los colegios fue todo un éxito», asegura Nereida Iglesias, la directora del Centro Ocupacional de Aspadir. «Es lo que mejor funciona. Si a un niño se le enseña porqué es importante reciclar y cómo hay que hacerlo, no deja a sus padres tirar el aceite por las tuberías«, continúa Jiménez.

El paso hacia la recogida por todo el municipio llegó hace diez años de la mano del Ayuntamiento de Rivas. «Para nosotros es muy importante que el Ayuntamiento haya confiado en nosotros para esta labor de transporte, ya que hay una competencia atroz en este sector», afirma el gerente. En 2014, Aspadir, Rivamadrid y ECOFA firman un convenio por el que el aceite doméstico reciclado se transforma en biocombustible que, una vez homologado, Rivamadrid utiliza para su flota de vehículos. Desde entonces, la asociación pone la recogida y el transporte, la empresa municipal gestiona el proyecto, así como la infraestructura, y el tercer organismo desarrolla el proceso industrial.

Su servicio, que es totalmente gratuito y que tampoco ofrece ninguna recompensa a cambio del aceite usado, combina el reciclaje con la labor social. Por eso, desde la dirección del centro, no se cansan de dar las gracias a todos sus colaboradores y de recalcar el beneficio social que reporta esta acción. «Somos conscientes de que quien colabora con nosotros lo hace altruistamente y de que otras empresas ofrecen productos de limpieza o dinero», comenta González.

Contenedor de reciclaje de aceite (Imagen: Aspadir)

De las 32.801 toneladas de residuos contabilizados en la localidad en 2016 —según la empresa municipal de servicios Rivamadrid— solo el 0,09% corresponde a aceite de cocina. Ese dato que parece insignificante se torna llamativo cuando se observa el coste del tratamiento de las aguas contaminadas, que asciende a cuatro euros por hogar y año y que arroja un coste superior a los 70 millones anuales en España, según la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento.

«Creemos que los vecinos de Rivas están concienciados, aunque sí es verdad que todavía podrían reciclar más», dice el gerente que también incide en que «la gente tiene que saber que con un litro y medio de aceite que tire por el lavabo, contamina mil litros de agua».

Rubén Lopera, David Martínez y Pablo García, empleados del CEE (Imagen: Aspadir)

El Taller Especial de Empleo, además de con la tutorización de Mario, cuenta con el apoyo de un psicólogo y de un preparador laboral que enseñan a estos trabajadores con diversidad funcional a actualizar su currículum, a enfrentarse a entrevistas de trabajo o les acompañan a ferias de empleo. Además, como explica Iglesias, «también tenemos actividades culturales y talleres de ajuste personal y social que tratan habilidades sociales o la formación en prevención de riesgos laborales«.

De aquí, los tres integrantes de la unidad de recogida de aceite usado, David, Rubén y Pablo, saldrán al mundo laboral como acaban de salir otros dos compañeros que hasta hace poco ocupaban sus puestos. «David, por ejemplo, está totalmente preparado para poder trabajar fuera de aquí, pero la búsqueda de empleo es complicada a pesar que cada vez hay empresas más receptivas», cuenta Jiménez, quien argumenta que lo son «por el simple hecho de que han incorporado a trabajadores con discapacidad y han visto que han funcionado muy bien«.

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