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Cristina Arévalo y Ricardo Mur, concejales no adscritos en Rivas

Cristina Arévalo y Ricardo Mur, concejales no adscritos en Rivas (©Planeta Rivas)

 

El pasado 6 de abril, el grupo municipal de Ciudadanos en Rivas se ‘partió’ en dos y los ediles Ricardo Mur y Cristina Arévalo pasaron a convertirse en concejales no adscritos. Planeta Rivas ha hablado con ellos para conocer qué ocurrió, cómo trabajan ahora y cuáles son sus ideas para trabajar por la ciudad.

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¿Qué ocurrió para que ustedes abandonaran el Grupo Municipal Ciudadanos y pasaran a ser concejales no adscritos?
Cristina Arévalo (C.A.): Como ya dijimos en la nota de prensa, teníamos fuertes discrepancias con nuestra portavoz. Pedimos ayuda al partido e intentamos solucionarlo durante el último año.
Ricardo Mur (R.M.): La primera reunión que tuvimos por las discrepancias, porque veíamos que esto no funcionaba, fue en abril de 2016. Ahí, nos reunimos con el subdelegado territorial del partido y expusimos nuestro malestar. Nos marchamos en abril de 2017: estuvimos un año solicitando reuniones y ayuda.

¿Se trataba de discrepancias políticas o sobre el modo de trabajar?
C.A: En el día a día y el modo de trabajar, en cómo se trataban los temas… Las órdenes de Madrid pasaban sin filtro. Después de un año de mantener reuniones sin llegar a ningún sitio, al final, las relaciones fueron cada vez más complicadas. Además, el Ayuntamiento es muy pequeño y las noticias vuelan. De vez en cuando, algún compañero de otro grupo político nos decía que la portavoz iba dejando a Ricardo en mal lugar en comisiones y otros espacios políticos. A los demás no les parecía bien y nos informaban para que supiéramos que esa situación se estaba dando. Día a día, estábamos cada vez más a disgusto; y más a disgusto ella también, suponemos, aunque no daba su brazo a torcer y tampoco se enfrentaba a la situación. Como portavoz que era, entendíamos que tenía que llevar la voz cantante, pues para eso es la única persona del grupo que tiene dedicación exclusiva y, por tanto, entendíamos que ella era un problema, pero que tenía que ser una parte importante de la solución. Y nunca lo fue. Así, un año después de comenzar con nuestro intento de mejora de la situación, y viendo que estaban las relaciones muy deterioradas, decidimos que no tenía sentido seguir así.
R.M.: En una de las reuniones que tuvimos, el subdelegado territorial nos pidió que le diéramos la solución idónea. Le expusimos que no queríamos, ni queremos, ser portavoces. Es más, en esa reunión propusimos que, al haber un cuarto concejal, cambiásemos de portavocía: quitar a Beatriz Sobrino, porque creemos que no es la persona idónea para hacerlo, ya que creemos que le falta experiencia profesional, saber estar y, en mi opinión, también criterio. Así que propusimos que se la diesen a Óscar, el cuarto concejal, a ver si con este cambio podíamos solucionar la situación. No accedieron. En los últimos seis meses, la única solución que encontró la territorial del partido fue dejarlo morir. Nosotros, por más que llamábamos, teníamos la sensación de que pretendían que se solucionase con el tiempo. Pero no se solucionó, porque estábamos en un punto muerto. Al principio, en abril de 2016, es verdad que hubo cierto interés inicial y una contestación rápida, pero como nosotros nos manteníamos en la misma opinión, pues decidieron, creo yo, que ya se solucionaría solo.

Su solución, entonces, fue pasar a concejales no adscritos.
C.A.: Era lo único que podíamos hacer. Por un lado, notábamos una presión total y absoluta de destrucción del grupo por parte de la portavoz, que ya no tenía ningún interés en mejorar la situación. Parecía estar intentando desgastarnos para que dejáramos el acta. De hecho, otro de los rumores que corrían por el Ayuntamiento era que ya iba presentando a su cuñada, que es la sexta en las listas, como la persona que iba a entrar en el hueco que dejara Ricardo, porque él, decía, iba a abandonar el grupo municipal.
R.M.: No es que fuese a abandonar: es que me iba a expedientar y me iba a echar. Esas eran sus palabras, dichas textualmente: «Echamos a Ricardo y metemos a mi cuñada, que es una chica muy maja». Esa chica, después, fue propuesta como consejera por Ciudadanos para Rivamadrid. El resto de consejeros le dijeron que no y que bajo ningún concepto iba a entrar en el consejo alguien que no fuera concejal, aunque fuera una afiliada al partido, ya que existe esa norma no escrita en el Ayuntamiento: todos los consejeros de los grupos municipales en las empresas públicas deben ser concejales.

Después de esta ruptura, ¿cuál es su situación desde el 6 de abril hasta la actualidad? ¿Cómo están funcionando?
C.A.: Funcionamos desde el mes de abril de la misma manera, reuniéndonos como podemos. Es cierto que no podemos trabajar como grupo municipal porque no somos un grupo, pero sí funcionamos como un equipo porque ideológicamente somos afines: por eso coincidimos en el mismo grupo político y nos complementamos bastante bien. No podemos formar parte de la junta de portavoces, por lo que no tenemos información, ni acceso a las decisiones que se toman en ella, y nos enteramos a toro pasado de todo. Por este motivo, trabajamos en precario; además, ambos trabajamos por cuenta ajena. De hecho, yo trabajo por las mañanas y mi razón para presentarme a concejal fue que los plenos eran por la tarde y no interferían en mi vida laboral, que no quería arriesgar por una andadura política puntual. Ahora nos hemos enterado del cambio de los plenos al horario de mañana de casualidad; en ese sentido, en ningún momento se nos ha tenido en cuenta. Tampoco para las últimas modificaciones que ha habido para presentar documentación y mociones al Pleno, que obligan a entregar los papeles, en vez del jueves anterior a la sesión, el lunes de la semana anterior. La junta de portavoces también ha cambiado del lunes al viernes anterior. Por ejemplo, no tenemos ninguna información de las decisiones que se han tomado en la última junta; solo las mociones, que sí que nos hicieron llegar. Entiendo que no hay una mala intención para dejarnos fuera, pero igual resultamos ahora un poco molestos, porque parece como si diéramos un poco más de trabajo al desarrollo habitual de la administración.
R.M.: Desde que somos concejales no adscritos, no hemos presentado ninguna moción, entre otras cosas, porque no tenemos dónde defenderlas. No participamos en la junta de portavoces. Nosotros llevamos una moción, se la dejamos ahí, se la leen y, ya si eso, nos cuentan lo que han decidido, porque no tenemos posibilidad de defenderla y dialogarla en el acto oficial de la junta de portavoces: solo podemos hacerlo fuera de esa reunión que supone un acto de aprobación, rechazo o elevación de declaración institucional. Están saliendo declaraciones institucionales del Ayuntamiento por 23 concejales, y no por 25. No es por unanimidad del Pleno, sino por acuerdo de los grupos municipales; nosotros no podemos defender ni presentar nuestras propuestas.

¿Han reclamado cambios en este sentido?
R.M.: Presentamos en mayo por registro sugerencias para modificar el reglamento orgánico municipal para poder ejercer. Hay muchos municipios donde hay concejales no adscritos de Ciudadanos y, en otros ayuntamientos, se les permite participar, porque esta norma queda sujeta a la interpretación del alcalde y de la secretaría. No es una normativa taxativa.
C.A.: No está escrito que los concejales no adscritos no puedan participar en la junta de portavoces.
R.M.: En otros ayuntamientos, hay concejales que tienen voz pero no voto en esa reunión, y pueden defender sus posiciones, al menos. Con la actual situación, Cristina tiene un par de mociones muy interesantes paradas.
C.A.: No hemos presentado ninguna moción porque, primero, nosotros no estamos liberados sino trabajando. Ejercermos esta actividad sin remuneración y nos están pidiendo que, para presentar una moción, hagamos un trabajo previo a golpe de teléfono y reunión, yendo a todos los grupos municipales a vender nuestra moción para que, cuando llegue a junta de portavoces, ya esté vista por todos y, sin estar nosotros presentes, decidan. Me niego a hacer ese trabajo previo, porque no creo que sea el procedimiento de actuación. Estamos a la espera de que nos garanticen de alguna forma un foro común en el que podamos defender nuestro trabajo. Es que, además, parece que no son conscientes de que nosotros tenemos menos tiempo todavía, porque no tenemos una asignación. De 25 concejales, solo hay siete que no tenemos dedicación exclusiva: recibimos los 300 euros del Pleno, menos el IRPF y todo lo que nos descuentan. Es algo simbólico. Estamos haciendo un esfuerzo muy grande, tenemos un compromiso con la ciudadanía de Rivas Vaciamadrid y es por eso por lo que no queremos dejar el acta. No ha sido una decisión fácil abandonar el grupo municipal y la tomamos porque no encontrábamos otra alternativa. Hubiera sido más fácil dejar el acta y olvidarnos del tema, pero hemos adquirido un compromiso con los vecinos por cuatro años para defender sus intereses, desde la regeneración política, sin debernos a ningún clientelismo, que es lo que pasa muchas veces y ocurre en este ayuntamiento; así que, viendo la deriva en este grupo municipal, no creíamos que lo más oportuno fuera dejar estos dos huecos a la cuñada de la portavoz y cualquier otra persona. En lugar de eso, hemos sacrificado un poco más nuestro tiempo libre para seguir trabajando, pero nos lo están poniendo muy difícil.

Cuando abandonaron el grupo municipal, Ciudadanos emitió un comunicado pidiendo que entregaran el acta. ¿Siguen militando en el partido?
R.M.: Nosotros no nos hemos ido del partido, sino del grupo municipal, y por los motivos anteriormente expuestos. Ni siquiera de la agrupación. Nos abrieron un expediente al que hemos hecho alegaciones que no se han tenido en cuenta y, al final, el comité disciplinario decidió que nos expulsaba del partido. Y así han hecho. Es verdad que yo he recibido un correo pidiéndome el acta, cosa que no he hecho, ni voy a hacer. Primero, porque es un correo; alguien tenía que haberse puesto en contacto conmigo. Nosotros nos presentamos con un ideario, lo seguimos teniendo y vamos a seguir defendiendo; sobre todo, cuando tus propios compañeros van diciendo que te van a expulsar y van a meter a su cuñada, y conste que ella no tiene la culpa; la tiene quien es capaz de decir eso en público. Tengo la carta que firmamos cuando entramos y no se dice que tengamos que entregar el acta. En cambio, hay algunos puntos difíciles de defender por parte del partido y que rozan la ilegalidad.

¿Cómo ha cambiado su forma de trabajar?
R.M.: Votamos en el mismo sentido porque lo consensuamos y llevamos las decisiones a la práctica. Cuando estábamos en el grupo, los martes nos reuníamos y consensuábamos las votaciones pero, luego, llegaba el jueves y, a la entrada del Pleno, nos decían que no se votaba lo acordado sino otra cosa porque, desde Madrid, el partido había dicho lo que teníamos que votar. No funcionan así las cosas, y menos ya sentados en el Pleno. No se puede trabajar así, porque para algo tienes una reunión previa en la que tratas los pros y los contras y, estemos o no confundidos, hemos llegado a un acuerdo y hemos consensuado lo que vamos a hacer.

Desde que son ediles no adscritos han votado en muchas ocasiones en sentido contrario al de sus dos excompañeros que continúan en el grupo de Ciudadanos…
R.M.: Eso es pura coincidencia; no nos fijamos en quién vota qué. Cuando decidimos votar, lo hacemos de forma consensuada ¿Que es totalmente distinto a lo que hacen ellos? Pues puede ser, pero nosotros seguimos el ideario con el que nos presentamos a las elecciones y presentamos a los vecinos, y que se cambió en la última asamblea del partido de Ciudadanos por otro que no suscribimos.

Cristina Arévalo y Ricardo Mur, concejales no adscritos en Rivas

Cristina Arévalo y Ricardo Mur, concejales no adscritos en Rivas (©Planeta Rivas)

¿Qué balance hacen de la gestión del Gobierno de Rivas en lo que llevamos de legislatura?
C.A.: En esta nueva legislatura, esperábamos más cambios. Después de haber tenido Izquierda Unida y Somos Rivas una mayoría absoluta durante tanto tiempo, y verse con una minoría al principio de la legislatura, entendíamos que se iban a poner las pilas, que iban a ser más abiertos y a tener más transparencia. Y, la verdad es que estábamos bastante disgustados y buscando otras alternativas de Gobierno para que se diera realmente ese cambio que había habido en las urnas con los cuatro concejales de Ciudadanos y los concejales de Rivas Puede, que casi tenía los mismos que el partido en el Gobierno. Pero nuestro jaleo interno y el acuerdo de gobierno al que han llegado nos han puesto en un escenario totalmente distinto, en el que ya Rivas Puede se ha unido a Somos Rivas para hacer una mayoría absoluta que ha cambiado la realidad de este final de legislatura, que no va a tener nada que ver con el inicio, en los, aunque el Gobierno intentaba trabajar como si tuviera mayoría absoluta, se les podía parar de alguna forma o poner más trabas. Ahora mismo, Rivas Puede y Somos Rivas trabajan como un equipo y con mayoría absoluta, lo que hace más difícil pedirles cambios y movimientos. Hay que resaltar, no obstante, que Rivas Puede tiene una actitud totalmente distinta: se puede hablar con ellos, se puede discrepar de ellos y se puede llegar a acuerdos con ellos.
R.M.: Yo estoy de acuerdo pero soy más optimista. Creo que la entrada de Rivas Puede en el Gobierno va a servir de vaso comunicante, porque la actitud de los concejales de Rivas Puede es totalmente distinta a la de los concejales de Somos Rivas y espero que se dulcifique un poco la situación. Quiero pensar que en estos dos años que restan, la situación va a mejorar, espero que haya más transparencia y mayor disposición para trabajar. No es nuestro caso, porque nosotros dos todavía no tenemos un sitio para poner reunirnos o un ordenador para poder trabajar, entre otras cosas. Soy optimista, aunque pensé que la gestión de Gobierno iba a ser otra y tengo esa esperanza de cambio.

Hay cuestiones centrales para Rivas como es el modelo de ciudad. ¿El desarrollo de Rivas va en la dirección correcta?
C.A.: Entendemos que el modelo de ciudad se tiene que revisar. No todo se está haciendo mal, pero sí que es verdad que el planeamiento urbanístico que tiene la ciudad no es el que le corresponde. Estamos cometiendo los mismos errores con los nuevos desarrollos que se están poniendo en marcha actualmente. Seguimos cambiando planeamiento a golpe de necesidad puntual. Llevamos desde el primer día de legislatura reclamando al Gobierno una revisión del plan general de ordenación urbana, que no tiene por qué ser echar abajo todo lo anterior pero sí revisarlo. Y revisarlo quiere decir sentarnos a ver cómo queremos que sea nuestra ciudad. No queremos que, de repente, en un Pleno se lleva un plan parcial para una parcela y no se trata lo que hay alrededor. El modelo de ciudad al que vamos es el de explanadas de chalets sin ningún tipo de servicio para los ciudadanos porque está todo alejado, con un mantenimiento carísimo para el Ayuntamiento y estructura de ciudad dormitorio. Ahí es donde no nos debemos dirigir, pero hemos perdido ya tres años. Cada vez que sacamos este tema en el Pleno dicen que sí, pero, a los dos meses, vuelve otra revisión puntual del plan. Entendemos que así no se va a llegar a un modelo de ciudad coordinado, correcto y sostenible. Se ha revisado el plan de movilidad urbana y se pueden hacer con él muchas cosas, pero es importante que, previamente, esté claro el plan general y que todo lo que se habla en el Pleno con respecto al futuro. Si esoi ya está dibujado en las cabezas de todos los que estamos comprometidos en el tema urbanístico de Rivas, ¿por qué no nos sentamos y lo modificamos? Quizás no necesitamos un plan nuevo, porque hay muchas partes de la ciudad que no lo necesitan, pero sí una revisión para los nuevos desarrollos y las parcelas que faltan por cambiar. Y vamos al Pleno y nos quejamos, al igual que en la comisión informativa. Y hay broncas de los que habitualmente no tenemos esa forma de hablar en el Pleno. Porque estamos viendo que hay un problema, te reconocen que lo hay y, aun así, vienen al mes siguiente con otra modificación u otro plan especial. Igual es el momento de cambiar el plan parcial del Cristo de Rivas, pero el plan parcial entero y no parcela a parcela; si no,dentro de dos días, va a venir otro constructor que va a querer ejecutar en su parcela y vamos a tener en el Pleno otra modificación puntual.
R.M.: Siempre se hace la modificación en función de lo que quiere el promotor. Hay que ayudar al promotor e intentar encajar sus intereses, pero nosotros servimos a los vecinos, porque mañana viene otro promotor, que tiene una parcela colindante a la anterior, y volvemos a cambiar el planeamiento. Vamos a desarrollar la ciudad con un criterio y con un futuro. Ese es el problema de los políticos de este país, y yo no me considero uno de ellos: su horizonte temporal es de legislatura.

¿Rivas es sostenible?
C.A.: Por el modelo de ciudad que tiene, sostenible no es. No puedes hablar de una ciudad sostenible con valles llenos de chalets. Pero eso está ahí ya y no podemos quitarlo. Rivas está haciendo mucho para lograr una sostenibilidad en su ciudad. Sí que creo que hay un firme compromiso en el Gobierno y los concejales por lograrla. No he visto ni una propuesta en el Pleno en ese sentido que no haya sido aprobada.

¿Qué creen que habría que hacer para conseguir el acceso a la M-50?
C.A.: Seguir siendo pesados y pidiendo lo que necesitamos. Cifuentes, que como no se ha ido de vacaciones ha atendido a nuestro alcalde en verano, dijo que iba a tratar la necesidad que tiene Rivas de crear ese acceso y lo iba a trasladar al Ministerio de Fomento. Se trata entonces de no perder el teléfono de Cifuentes , seguir llamando y reclamando el compromiso, y seguir tocando a la puerta del Ministerio de Fomento.
R.M.: Y, si hay que seguir llamando a Fomento, no enrocarnos, que es lo que yo creo que hay ocurrido en este municipio durante muchos años. Como no nos hacen caso porque son de otro color, nos comportamos como la aldea gala, que es lo que les gusta ellos; eso a mí, personalmente, no me gusta nada. Yo prefiero ser de los romanos. Se trata de mantener el diálogo.

¿Cómo ven la solución que se plantea en la Cañada Real?
R.M.: Lo que tenemos es que dialogar entre todas las administraciones implicadas y llegar a un acuerdo.
C.A.: El pacto por la Cañada es un hito histórico. Después de más de 30 años, parece que, por fin, alguien se está tomando en serio un problema que han obviado todas las administraciones. Es mejorable, sí, pero es un paso y un paso muy importante y beneficioso al que hay que darle seguimiento. Yo no he vuelto a tener muchas noticias de dicho avance. A lo mejor, es el momento de dar un toque al comisionado de la Comunidad de Madrid y recordarle que hay un pacto firmado y que hay que empezar a mover ficha.

¿Qué reclaman en materia de Educación?
R.M.: Aunque no es competencia municipal, sí lo llevábamos en el ideario. El tema de la Formación Profesional nos preocupa, porque hay muy poca oferta en Rivas y los chicos que cogen esa vía están muy limitados; la mayoría tienen que buscarse la vida e irse a Madrid. Es algo que se tendría que solicitar constantemente, que es la forma de hacerlo.
C.A.: Al final, hay que entender que dependemos de la Comunidad de Madrid, porque tiene las competencias en este tema particular. Todos los municipios van a encontrar carencias y el que más y mejor vende su necesidad y más veces va, pregunta y reclama, es el que lo consigue. Si tú te quedas aquí en Rivas, haciendo tu trabajo diario, no vas a conseguir nada, por mucha necesidad de prestaciones que tengas. Entendemos que es la otra la forma de conseguirlo, que es lo que se ha visto con el Ceipso de La Luna.

¿Qué temas echan en falta en la agenda política de Rivas Vaciamadrid?
C.A.: Nos parece muy importante, además de lo que hemos hablado del plan general, el transporte. Rivas es horrible en este sentido: estamos a 15 minutos de Madrid en coche y tenemos un Metro que tiene varias tarifas y que, además, exige cambio de tren. Si vas en autobús, te das cuenta que no es nada sostenible porque los autobuses van por Rivas vacíos. Se ha pedido un pleno monográfico sobre este tema, porque es un problema evidente.
R.M. Además, está el centro de especialidades. Es impensable que una ciudad de casi 85.000 habitantes no tenga un centro de estas características. Sí, tenemos un servicio que pasa consulta unas horas a la semana, pero eso no es lo que necesitamos. Ahora mismo, si nuestros hijos tienen un problema de salud, tenemos que irnos a Arganda a hacerles una simple radiografía, a no ser que sus padres tengan la posibilidad de pagársela en un centro privado. La oficina del INEM es el mismo supuesto, al igual que la oficina de la Seguridad Social. Con la población que tenemos, hay una serie de carencias muy importantes.
C.A.: Parece que esta ciudad ha sido una aldea gala durante demasiado tiempo. No ha habido comunicación, se ha mirado hacia adentro y hay que revertir esa situación, porque necesitamos a otras administraciones para buscar lo mejor para nuestros vecinos. Tendremos que ir a donde haga falta, que para eso estamos aquí los concejales y, sobre todo, el Gobierno, que es su función.

¿Cómo ven la actuación del Gobierno municipal a la hora de atraer empresas y dinamizar la economía?
R.M.: Pienso que se está haciendo, pero se podría hacer más o mejor. Tendríamos que pisar el acelerador en ese sentido. Me da la impresión de que no nos sabemos vender.
C.A.: Entendemos que los vecinos no pueden pagar más impuestos. Y que digan que la gestión del municipio es cara implica que hay que dar un buen servicio, pero también hay que pensar en optimizar la administración para que se dé el mejor servicio con menor coste. No solo hay que pensar que, como el municipio está desarrollado así, hay que subir impuestos o hay que incentivar a que vengan las empresas. También hay que optimizar los procesos para que se den mejores servicios con el mismo personal y, con el mismo gasto, llegar a más.

¿Cómo ven la gestión económica, presupuestaria y de la deuda municipal?
R.M. Cuando Curro -Corrales [actual concejal de Presidencia y Coordinación Institucional] llevaba Hacienda, me decía que era un hueso duro de roer. Con Sira Rego [actual concejala de Hacienda], no hemos tenido la oportunidad de hablar de esos temas. A mí me parece que se podría hacer mejor. Hay falta de información para trabajar. En el último presupuesto se nos presentó un borrador al que faltaban muchos datos. Por ejemplo, este lunes la comisión informativa plantea la modificación de una aprobación de un reconocimiento extrajudicial de crédito. En julio ya se aprobó en Pleno uno de 493.470,71 euros, y ahora se nos presenta una modificación porque ha habido un error y, en vez de 493.000 son 588.000 euros. Son casi 100.000 euros más; no puedes confundirte con una diferencia tan grande de dinero. O estaba mal en el mes de julio o han venido más facturas de los proveedores. En todo caso, lo tendríamos que saber. Y saber cuáles están fuera de plazo, cuáles se pueden ejecutar y cuáles, no. Lo que no se puede hacer es que, con agosto de por medio, suba 100.000 euros esa cuantía. Si yo tuviera un despacho y un acceso a la documentación, sería capaz de hacer los cálculos y ver cuál es la diferencia. Me parece una diferencia enorme y, si son facturas, las tenían que conocer. No pueden decir que, de repente, han venido 100.000 euros que han aparecido de quién sabe dónde. Yo no puedo decir que se haga mal, pero hay un cierto grado de improvisación.

¿Creen que hay margen para bajar los impuestos?
R.M.: Ahora mismo, creo que es impensable dar los servicios que se demandan y mejorar los que hay, bajando a la vez los impuestos, a no ser que seamos capaces de atraer nuevos ingresos con proyectos como el del nuevo polígono. Pero, para eso, habría que volverse a hipotecar y hay que saber de dónde sacamos el dinero. De esos 120 millones que se debían, en la comisión de la auditoría, están pendientes de analizar las grandes megaobras que se han hecho en la ciudad que luego no valen para nada o tienen tanta burocracia que son imposibles de utilizar.

Y tú, ¿qué vas a hacer este otoño en Rivas?

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