La calle Junkal de Rivas Vaciamadrid está decorada con dos estatuas. Fueron el inicio de un proyecto ornamental alegórico fallido basado en los deportes. Diario de Rivas ha hablado con sus creadores y ha estudiado ambas obras de arte, dentro de su ciclo de reportajes sobre las principales piezas del patrimonio de la ciudad, para desvelar sus secretos.
Ambas esculturas, creadas en 2003, tienen un planteamiento artístico coordinado. Parten del polideportivo del Cerro del Telégrafo como núcleo del deporte en el oeste de la ciudad. Su lógica urbana está ideada de tal modo que las dos estatuas están alineadas en altura, a pesar de que una tiene un desnivel de más de medio metro respecto a la otra.
En primer lugar, la pieza que se halla en la rotonda de la calle de Junkal en la que confluyen la calle de las Acacias y la salida del aparcamiento del polideportivo del Cerro del Telégrafo representa el baloncesto y se titula ‘Canasta’. La figura, obra del escultor Fernando Capa, está integrada por cuatro poliedros cúbicos irregulares apilados en posición helicoidal, realizados en acero corten. Según explicó el autor a este periódico, “representa el ritmo del jugador entrando a canasta”. Los bloques, todos de distintas dimensiones, oscilan entre los 50 y los 150 centímetros de lado. Dan una altura de casi cinco metros al conjunto. La obra está integrada en una rotonda. Esta está construida mediante un círculo interior solado con pavimento pétreo, un parterre circular y un anillo exterior. En total, una estructura de 19 metros de diámetro que aporta equilibrio al conjunto.
Por otra parte, la segunda estatua fue creada por Manuel Mateo. Está situada en la confluencia de las calles de Junkal y César Manrique, y la avenida de José Hierro. Se sitúa en una rotonda sobre llano creada también en un doble anillo. Igualmente, se trata de un aro exterior de adoquín pétreo de 170 centímetros de radio. También, un círculo interior de 360 en forma de octavo de esfera. En el centro, la obra plástica representa el ‘swing’ de un jugador de golf e interpreta así sus movimientos, explicó el artista conquense a Diario de Rivas.
“Hice los bocetos de la obra en cartulina para seguir el mismo proceso de producción del acero corten y entender los juegos de luces y sombras del conjunto”, incidió Mateo. Tiene dos partes bien diferenciadas. La inferior, un prisma rectangular de 240 centímetros de altura, que representa el cuerpo del jugador. Sobre este, cuatro láminas alargadas muestran el movimiento circular de los brazos del deportista al hacer el tiro. El cubo superior, de 120 centímetros de lado, representa la cabeza del golfista.
Tras este inicio, la senda de estatuaria deportiva se habría engarzado con el polideportivo del Sureste mediante obras plásticas en las rotondas de la avenida de José Hierro, la calle de Velázquez, la avenida de las Naciones y la calle del Cisne. En su lugar, se crearon rotondas decoradas con plantas y mezclas de suelos de distintos colores que crean dibujos visibles desde el cielo.
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