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Varias personas se encuentran con la valla que cierra el camino de Casa Eulogio, en Rivas Vaciamadrid

Varias personas se encuentran con la valla que cierra el camino de Casa Eulogio, en Rivas Vaciamadrid (©Diario de Rivas)

La instalación de una valla en un camino privado que discurre por la finca de Casa Eulogio ha abierto el debate. Ciclistas, deportistas y paseantes reclaman la posibilidad de disfrutar de una de las zonas más bellas del Parque Regional del Sureste, mientras los propietarios de la finca y los agentes forestales apelan a la necesidad de proteger el medio ambiente en una zona plagada de especies muy sensibles a la actividad humana. Diario de Rivas ha visitado la finca para conocer las razones que se encuentran detrás de la instalación de la ‘valla de la discordia’.

Sábado por la mañana. Primavera anticipada. Unas quince personas —algunas en bicicleta, otras a pie— se agolpan junto a la valla de tres metros que corta el paso hacia el otro lado de la finca de Casa Eulogio. El obstáculo se erige desde hace menos de dos semanas en un camino privado —sin servidumbre de paso, «a pesar de lo que diga Google», aclara uno de los carteles informativos que han colocado en la valla—, a pocos metros del puente sobre el río Manzanares, una obra también privada construida varias décadas atrás para dar servicio a la finca. Al comienzo del camino que se abre a la izquierda nada más pasar la Escuela Nacional de Protección Civil, antes incluso de llegar al puente, un cartel ya advierte que se trata de una propiedad privada. Después hay algunos más. Ninguno de ellos logra su objetivo: el flujo de personas continúa, incesante.

Ciclistas y peatones, junto a la valla de Casa Eulogio, este sábado

Ciclistas y peatones, junto a la valla de Casa Eulogio, este sábado (©Diario de Rivas)

En apenas dos horas, en torno a un centenar de personas se ven obligadas a dar la vuelta tras toparse con la valla. Algunas leen el cartel, murmuran y desandan lo andado. Otras protestan y se indignan: «Es increíble: hay un agente forestal para impedir el paso a una propiedad privada». El ‘guarda’ en cuestión es, en realidad, el responsable técnico del Ámbito 5 del Parque Regional del Sureste. «Eso no es así», replica. «Yo no estoy aquí para hacer de portero de nadie. Yo he venido aquí porque, tras la instalación de la valla, considero que soy útil informando a la gente que llega hasta aquí. Nada más. Y llevo ya tres horas informando. Me duele la boca ya de informar», asegura.

El agente informa de que, tal y como rezan los carteles, la valla ha sido colocada por la familia propietaria de esta parte de la finca de Casa Eulogio. «La han instalado porque es su finca y punto, y tienen todo el derecho», asegura, y aclara: «No es verdad que los agentes forestales hayamos autorizado esa valla, tal y como se ha publicado en algún sitio. Nosotros no tenemos potestad para autorizar ni desautorizar nada. Es su finca, y son libres de instalarla».

 

Carteles de la valla de Casa Eulogio

 

El responsable técnico, que prefiere no revelar su nombre, señala los carteles, en los que la propiedad —que ha declinado hacer declaraciones a este digital y se remite a los mensajes colocados en la valla— indica que «tras el fin del confinamiento, lo que antes era un flujo normal de personas se ha vuelto insostenible». «Últimamente, han llegado a pasar por aquí más de mil personas en un fin de semana. Y esto no es un parque de atracciones. Ni tampoco es el parque de su barrio. Esto es otra cosa: aquí hay flora y fauna muy sensibles a la presencia humana, y esto es un espacio protegido. Y además, repito, es una propiedad privada. ¿Se imagina que en una ciudad la gente ignorara los carteles y pasara alegremente por donde quisiera? No, ¿verdad? ¿Y por qué en el campo iba a ser diferente?«, argumenta.

Caminon junto al Pinar de Casa Eulogio

Camino junto al Pinar de Casa Eulogio (©Diario de Rivas)

La colada de Casa Eulogio, el camino público que se encuentra al otro lado de la valla —al que se accede desde Perales del Río, en Getafe, mediante el Camino de la Aldehuela— es la puerta de entrada al ‘corazón ambiental’ del Parque Regional del Sureste. Un ámbito catalogado como zona A, con el máximo nivel de protección según la normativa que rige el parque. Y los forestales aseguran que la presencia humana, el tránsito de ciclistas y paseantes, está dejando su huella en este territorio. «El problema no son los ciclistas que van por los caminos públicos, sino los que se salen de ellos, ignorando las señales de prohibición de paso, y suben por los cerros», especifica el responsable técnico. «La mayoría respetan el entorno, pero otros han abierto senderos donde antes no los había. Y veinte personas paseando en bicicleta no hacen daño, pero trescientas, sí. Y eso, los ciclistas no lo entienden», continúa.

Tal y como recogió este digital, la rutina de cientos de ciclistas, deportistas y visitantes asiduos de la zona se ha visto alterada tras el cierre del camino. Miembros de clubes ripenses que entrenan desde hace años en este lugar inciden en que son «muy respetuosos» con el entorno y piden alternativas para poder seguir frecuentando este espacio natural, sin verse obligados a dar un rodeo de 13 kilómetros para realizar su ruta habitual.

Puente de Casa Eulogio sobre el río Manzanares

Puente de Casa Eulogio sobre el río Manzanares (©Diario de Rivas)

Por las redes ya circulan rutas alternativas al cierre de Casa Eulogio, siguiendo la margen del río, para quienes practican deporte en la zona, que comienzan después de cruzar el puente sobre el Manzanares, también propiedad de la finca. «Con el camino alternativo que nos envía Juan Manuel desde el Club Ciclista MTB Rivas, no solo se puede cruzar el río, sino también llegar al otro extremo de la valla de Casa Eulogio, por lo que la valla es totalmente inútil y lo único que hace es ‘incordiar’ al personal, pues las personas seguirán saliendo a pasear o montar en bicicleta de montaña por la misma zona», indican en la web ciclista Iberobike.

Ocho generaciones de propietarios

Camino de Casa Eulogio

Camino de Casa Eulogio (©Diario de Rivas)

Casa Eulogio es una finca propiedad de la misma familia desde hace ocho generaciones. Juan Murcia, un comerciante oriundo de Santomera (Murcia) que traía frutas y verduras a Madrid, adquirió los terrenos en 1837 aprovechando la desamortización de Mendizábal.

A día de hoy, la parte que pertenece a Rivas Vaciamadrid está dividida en tres partes, todas en manos de sus descendientes. La más extensa, la que alberga la zona de mayor protección —incluido el pinar y los cortados que se extienden a la derecha del camino público que viene desde Getafe—, cuenta con más de mil hectáreas. Su dueña vive de las explotaciones agrícolas de la finca. Es en esta parte donde se ha colocado la valla que obliga a dar un rodeo de más de 13 kilómetros para llegar al borde del pinar, cuyos accesos también están señalizados con prohibiciones de paso.

Bajando hacia Getafe, hay otra zona más pequeña, propiedad de otro familiar, que precede a la última parcela de Rivas Vaciamadrid, antes de llegar al camino de La Aldehuela. Su dueño, Claudio Kirkpatrick, heredó este terreno y decidió vivir desde entonces de las actividades de la finca. Cuenta con una vivienda de alquiler vacacional, un colmenar cuidado por un apicultor, un coto de caza —»ayuda a controlar la superpoblación de jabalíes», argumenta— y una pequeña explotación minera antigua cuyos derechos ostenta, «con la obligación de restaurar el terreno». Allí, Kirkpatrick recibe ingresos por acoger arenas limpias de distintas obras —»por ejemplo, en su momento, las de las obras Madrid Río»— que utiliza para ir restaurando el terreno horadado y deteriorado por la extracción de áridos que tuvo lugar en su finca y en otros puntos del entorno del Parque Regional del Sureste durante los años 50.

Claudio Kirkpatrick señala la restauración de la antigua explotación minera, en su finca de Casa Eulogio

Claudio Kirkpatrick señala la restauración de la antigua explotación minera, en su finca de Casa Eulogio (©Diario de Rivas)

Este propietario defiende la implicación de su familia con el cuidado del entorno, al que les obliga la ley. «Tengo a mis abejas porque son el mayor agente polinizador de la naturaleza. Estoy restaurando el paisaje en la zona que quedó deteriorada por la explotación de la mina. Y además ejercemos una labor de vigilancia medioambiental», prosigue. Y es que por el camino de La Aldehuela, que es público, se ‘cuelan’ con frecuencia algunas ‘visitas’ no deseadas. «En el convento de La Aldehuela, tristemente famoso por el ‘caso del estramonio’, se organizaron fiestas ‘rave’ durante muchos años. Incluso allí fue detenido en una ocasión ‘El Rafita’, el asesino de Sandra Palo», apunta.

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Kirkpatrick muestra fotografías de algunos coches quemados en su finca por la noche, algo que atribuye a la cercanía de la Cañada Real, cuyo tramo getafense discurre a escasos centenares de metros de este camino. «Y los vertidos. De vez en cuando entra aquí algún camión y echa un montón de escombros en nuestras fincas. Y eso a mí me supone perder un día entero de trabajo para limpiarlo, porque es mi obligación como dueño de la parcela», prosigue. La solución, a su juicio, pasa por la colocación de una barrera que impida el paso de vehículos, «no de ciclistas ni de peatones, tal y como he solicitado en varias ocasiones, sin éxito, al Ayuntamiento de Getafe».

Propiedad privada en el parque regional

Camino cortado de Casa Eulogio

Camino cortado de Casa Eulogio (©Diario de Rivas)

A raíz de la instalación de la ‘valla de la discordia’ se han alzado voces que cuestionan las propiedades privadas, como la finca de Casa Eulogio, en un parque regional como el del Sureste, y reclaman el derecho de la ciudadanía a disfrutar libremente de la naturaleza. El alcalde de Rivas Vaciamadrid, Pedro del Cura, abogó por la expropiación de la finca —que, a su juicio, debería llevar a cabo la Comunidad de Madrid como responsable del parque regional— y defendió que «la única manera de proteger ese espacio es que los propietarios seamos las administraciones públicas».

«A mí no me importa que me expropien; para eso están los justiprecios», asegura Kirkpatrick, «pero también tengo claro que si eso sucede, habrá restricciones de paso mucho más severas». El propietario insiste en que ni él ni el resto de su familia quieren cerrar el paso a la ciudadanía, y que el motivo de la colocación de la valla es el aumento exponencial de la afluencia de público que registra este entorno en los últimos meses, tal y como reza el cartel. Este martes, mientras atendía a Diario de Rivas, por el camino público que atraviesa su finca pasaban un goteo de parejas caminando y algún que otro ciclista. «Míralos, ¿cómo voy a impedirles yo que disfruten de este paisaje? No es nuestra intención. De hecho, en su día ofrecí al Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid la posibilidad de cederle parte de mis terrenos para que construyera un puente sobre el río Manzanares. No sé por qué no lo han aceptado», se pregunta.

Un ciclista, en la colada de Casa Eulogio

Un ciclista, en la colada de Casa Eulogio (©Diario de Rivas)

El responsable técnico del Ámbito 5 del Parque Regional coincide en que la solución podría pasar por reducir el tránsito a los niveles previos del confinamiento, «que eran asumibles», además de la limitación de la circulación de peatones y ciclistas a los caminos habilitados para ello. Pero ve difícil aplicar las restricciones. «Para muestra, un botón: a pesar de la valla, ya están entrando al pinar por la ruta alternativa, siguiendo la margen del río. La cuestión es dónde se pone el límite, y quién y cómo se controla. La solución, en cualquier caso, la tienen que buscar los dueños de común acuerdo con la administración», opina este agente forestal.

 

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