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Una foto de Matilde de Castro preside la ared del bar la Corrala, en Rivas

Una foto de Matilde de Castro preside la pared del bar la Corrala, en Rivas (©Diario de Rivas)

El pasado día 1 de enero se cumplió un año del asesinato de Matilde de Castro a manos, presuntamente, de su pareja, sobre la que pesaba una orden de alejamiento. Fue la primera víctima de violencia machista de 2017 y el caso más grave ocurrido en Rivas Vaciamadrid. Diario de Rivas rememora el suceso y sus consecuencias un año después.

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Una imagen de grandes dimensiones de una mujer que mira a cámara corona la pared del bar La Corrala, en el centro comercial La Vid. Es la foto de Matilde de Castro, ‘Mati’ para los amigos con los que compartía su eterna sonrisa en ese local. El pasado 1 de enero se cumplió un año del asesinato de esta profesora universitaria de 40 años, presuntamente a manos de su pareja, Nelson Enrique Parra, de 20 años, en el piso de ella, ubicado en el número 2 de la calle de la Dalia de Rivas Vaciamadrid.

Fue la primera víctima de la violencia machista de 2017 en España y el caso más paradigmático que ha ocurrido en el municipio, un crimen no premeditado que venía precedido por una convulsa relación. Ella había tenido que pedir una orden de protección (que el juez le concedió el 3 de noviembre de 2016 y que él incumplía sistemáticamente) para poner tierra de por medio con una pareja que demostró pronto su carácter agresivo: un presunto maltratador con un amplio historial delictivo sobre el que ya pesaba otra orden de alejamiento de una novia anterior. «Si no hubiera matado a Matilde, habría matado a otra persona. Poco antes había estado a punto de llevarse por delante a un portero de discoteca a cuchilladas«, comentan fuentes de la Policía Local a Diario de Rivas.

Era una pareja que no terminaba de cuadrar. Ella, culta, atractiva, deportista y luchadora, había superado un cáncer tres años antes. Él, apenas un veinteañero que, consciente de su atractivo, la había sabido engatusar. «Mi hija era demasiado cariñosa con la gente y se preocupaba mucho por los demás. Él parecía simpático al principio. Pero en cuanto él la pegó, ella le mandó a hacer gárgaras. Por desgracia, hay veces que el sino de las personas es el que es», explica Hortensia Hernández, madre de la fallecida, a este periódico digital. Matilde nunca desveló a su entorno el calvario que sufría.

«El 31 de diciembre estábamos en Canarias celebrando la Nochevieja con nuestro hijo. Matilde nos dijo que se quedaba en Rivas para celebrar el nuevo año con unos amigos. Entonces, ocurrió», continúa explicando Hernández a este periódico digital. Esa madrugada, según apuntan las investigaciones policiales, Nelson había perpetrado su asesinato, después de una acalorada discusión con Matilde. Las versiones sobre el motivo de que ambos se encontraran juntos en la vivienda difieren en función de a quién se pregunte. Unos dicen que ella le había dado otra oportunidad a Nelson porque creía que podía cambiarle y que, a pesar de la orden judicial, convivía con él de manera intermitente en su piso; otros, que él se había colado en el edificio y que forzaba a su exnovia a dejarle pasar al piso. «Se metía por la puerta. Mi hija no le abría. Yo creo que la tenía coaccionada», agrega Hortensia.

Fachada de la calle de la Dalia número 2, donde residía Matilde De Castro (Fuente: Diario de Rivas)

Fachada de la calle de la Dalia número 2, donde residía Matilde De Castro (Fuente: Diario de Rivas)

Valoración del riesgo

Esa misma noche, De Castro fallecía en el hospital Gregorio Marañón. Nelson fue encarcelado en Estremera. Al día siguiente, 2 de enero, en todos los ayuntamientos de España había concentraciones de repulsa por el asesinato. En la plaza de la Constitución de Rivas, cientos de personas mostraban su indignación, su rabia y su tristeza en silencio.

El caso de ‘Mati’ reabrió un debate en la opinión pública sobre la eficacia de las órdenes de protección y la valoración del riesgo de cada víctima. De Castro, tras los análisis de los especialistas de las fuerzas de seguridad y bajo supervisión judicial, tenía reconocido un nivel de riesgo «no apreciado», el más bajo de toda la escala, pues no se consideraba que hubiera indicios de peligro. Sin embargo, Parra tenía antecedentes penales (y, en concreto, por presunto maltrato) en sus escasos dos años de mayoría de edad (el sistema había hecho tabla rasa de sus faltas siendo menor). Aun así, el examinador le elevó el riesgo a nivel bajo. El protocolo de protección en esos casos no contempla protección policial, solo entrevistas periódicas, posibilidad de contacto 24 horas con policía, acceso a ayudas sociales y algunos consejos de autoprotección. Dos días después de su muerte, Matilde tenía prevista una cita con la Guardia Civil para revisar el estado de su situación. El entonces responsable del puesto de la Benemérita en Rivas Vaciamadrid, el capitán Luque, explica que «habría que intentar ver si a este individuo, que ya tenía unos antecedentes, teniendo en cuenta que lo de la reincidencia es un asunto que tiene que estar muy tasado y tiene que ser por hechos similares, a lo mejor, el sistema debería haberle valorado con un grado más alto de peligrosidad. Pero es que estamos dando un margen muy alto de protección a la víctima y el equipo que valora las órdenes de protección es el más preparado de España. De hecho, en este caso, se elevó. Podrían ponerse dispositivos electrónicos a los acusados de violencia de género de víctimas en menores niveles de riesgo o elevarse el riesgo a bajo, pero aun así no se les podría poner protección policial 24 horas porque la legislación solo la establece para los casos de riesgo alto o extremo. Me atrevería a decir que hay más muertes por violencia de género de víctimas catalogadas en riesgos medios y bajos que de los riesgos altos y extremos precisamente por esa razón«. En 2017, 48 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en España, ocho de ellas en la Comunidad de Madrid.

El debate sobre la protección a las víctimas de violencia machista saltó a la arena política. El Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid solicitó a la Delegación del Gobierno en Madrid pocos días después del suceso incluirse en el nuevo protocolo del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Viogén) del Ministerio del Interior. Esta solicitud derivó en un desencuentro sobre el reparto de los expedientes de órdenes de protección y seguimiento de casos de violencia machista de riesgo medio y bajo. Rivas planteaba que se mantuviera una división al 50 por ciento de los casos entre Policía Local y Guardia Civil, como se venía realizando. Mientras, el nuevo protocolo de la Benemérita planteaba que los municipios que se adscribieran al mismo (no es obligatorio) debían hacerse cargo del cien por cien, quedando los de mayor riesgo en manos del Instituto Armado. Rivas protestó porque la policía municipal estima que no tiene capacidad para asumir tal carga de trabajo por sí sola. En paralelo, la Concejalía de Seguridad aumentó, tal y como asegura el edil del ramo, Rubén Tadeo, la coordinación de los cuerpos policiales a través de un área operativa que permite mejorar los seguimientos a estas víctimas, tanto mujeres como menores de edad. Además, la Concejalía de Mujer se ha personado como acusación en el juicio del asesinato de Matilde de Castro, añade la concejala responsable del área, Aída Castillejo. El proceso judicial, después de varias sesiones en las que se han tomado las declaraciones oportunas, está pendiente de sentencia.

La familia de Matilde ha hecho lo posible para mantenerse ajena a todo este revuelo para tratar de mitigar su dolor. Este viernes, 12 de enero, se celebrará un funeral en la parroquia de Santa Mónica en recuerdo de su hija al que acudirán todos los amigos que no pudieron estar presentes en aquellos días aciagos de principios de 2017 para rendir, siquiera un año después, su propio homenaje a Matilde.

Más información:

Desencuentro entre Rivas y la Delegación del Gobierno por el reparto de órdenes de protección de violencia machista

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