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Los Directores de El Silencio de Otros Almudena Carracedo and Robert Bahar. Foto de Álvaro Minguito

Los directores de ‘El Silencio de Otros’, Almudena Carracedo y Robert Bahar. (Foto:Álvaro Minguito)

Han sido siete años de trabajo desde que se inició el proyecto hasta que ‘El Silencio de otros’ se estrenó en festivales y salas de cine. Ocho si contamos el tiempo que Almudena Carracedo y su marido, Robert Bahar, han dedicado a presentarla, difundirla y participar en los debates y coloquios que la película ha generado. Para ellos se ha convertido en algo personal. “Es nuestra vida. Si no es algo que te llega al corazón no le puedes dedicar tanto tiempo”, cuenta a Diario de Rivas Carracedo, que vivió en la ciudad durante varios años de forma intermitente.

Los codirectores han acumulado 450 horas de metraje grabado, que tras un año y medio de montaje han conseguido cristalizar en 90 minutos de película con el objetivo de remover conciencias y hablar de cosas que “están pasando ahora”. Su propuesta ha conquistado al público, a la crítica y finalmente a los académicos, que la eligieron como Mejor película documental en los premios Goya 2019. Pero lo más importante para ellos es que han conseguido poner de nuevo sobre la mesa el debate sobre la reparación a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo.

Enhorabuena por el Goya, que es el colofón a toda una serie de premios, menciones y nominaciones que la película ha obtenido durante este año. ¿Cómo se sienten?

Muy bien. Efectivamente el Goya ha sido como la guinda a una trayectoria muy bonita, pero no sólo en cuanto a premios sino también de reconocimiento del público y de la conversación que ha generado la película. El Goya es muy bonito, porque da mucha visibilidad al tema y a todo lo que representa. Con la candidatura sentíamos mucha responsabilidad sobre nuestros hombros y estábamos muy nerviosos por las miles de personas que trabajan en esto. Creo que esa noche hubo muchísima gente que saltó en el sofá y siempre hemos entendido que la película era mucho más grande que nosotros. No era nuestra película, era la película de miles y miles de personas que trabajan mucho y día a día por la reparación.

¿Cree que la película ha conseguido cambiar algo en el debate sobre memoria histórica?

Los cambios de percepción a nivel cultural y social son muy lentos y, por tanto, muy difíciles de medir. Soy plenamente consciente de que sí van cambiando las conciencias, poquito a poco. Lo vemos en los debates a los que vamos. Hay gente que está muy acostumbrada a repetir una narrativa aprendida de “hay que olvidar” y cuando se sienta durante 90 minutos a ver la película y se siente un poco en la piel de estas personas, cambia de opinión. Formamos parte de un proyecto mucho más grande en el que trabajan miles y miles de personas que llevan mucho tiempo haciendo esto. Nosotros nos hemos introducido en esa conversación y la película es una herramienta más para reflexionar, pero evidentemente no es la única.

Ha dicho en más de una ocasión que El silencio de otros no es otra película más sobre la Guerra Civil. ¿Qué la hace diferente de las otras películas sobre memoria histórica?

Uno de los objetivos más importantes para nosotros es que la película llegase un poco más allá del público convencido o simpatizante. Que pudiera llegar no sólo a las víctimas que necesitan esa visibilidad sino también a otra mucha gente que no conoce nada del tema o que no quiere saber. Y para ello era muy importante hacer una película en presente, es decir, hacer una película que no pudiese ser etiquetada como otra película de memoria histórica, porque habla de nuestro presente.

No es una película histórica, no es una película de la guerra de nuestros abuelos, sino que habla sobre el ahora, sobre la lucha y el sufrimiento de nuestras vecinas y vecinos. Estamos hablando de la frutera, del maestro, del panadero, de la gente que nos rodea y de nuestros conciudadanos. Que muchas veces pensamos que esto es de otro sitio, pero no, le pasa a la gente de nuestro alrededor.

José María “Chato” Galante en la cárcel en la que, con 24 años, fue encarcelado por luchar contra la dictadura. Foto de Almudena Carracedo

José María “Chato” Galante en la cárcel en la que, con 24 años, fue encarcelado por luchar contra la dictadura. Foto de Almudena Carracedo

Hay mucha gente que piensa que todo lo relacionado con la Guerra Civil, el franquismo y la memoria histórica no hay que removerlo. ¿Qué les diría para que vean la película?

Para empezar, ahora más que nunca tenemos que entender de dónde venimos para entender dónde estamos y a dónde vamos. Se nos ha ocultado nuestra historia y si no la conocemos, mal vamos. Hay muchos jóvenes a los que no les gusta la sociedad que tenemos ahora, pero no entienden de dónde venimos y no pueden saber cómo cambiarla. Queríamos que la película removiese a la gente para poder cambiar el debate. Es una película política que trasciende lo político y se centra en la humanidad de las personas.

Cuando empezó este proyecto vivía en Estados Unidos. ¿Qué le empujó a meterse en un proyecto así?

Sentía la necesidad de tratar este tema. Estaba en EEUU cubriendo luchas y violaciones de derechos humanos en otros países y llegó un momento en que sentí que este tema me tocaba a mí como española y que tenía que hacerlo. Lo que nos empujó en concreto fue el caso de los bebés robados. Cuando estalló en la prensa, en 2010, nosotros acabábamos de tener a nuestra hija y estábamos muy sensibilizados con el tema. Vinimos de EEUU a España para hacer un documental sobre bebés robados. Lo que ocurrió es que al llegar aquí nos encontramos con la querella argentina y con todo el dolor que se estaba produciendo en el presente.

Nos dimos cuenta de que teníamos la oportunidad de crear un mosaico de todos los crímenes que ocurrieron en el pasado y que siguen ocurriendo, porque los desaparecidos siguen estando desaparecidos, los bebés robados siguen estando robados, y las madres siguen buscándolos; porque los torturados no han conseguido justicia y siguen encontrándose por la calle con sus torturadores.

Las estatuas que aparecen en El Silencio de Otros, en la cima del Valle del Jerte, por el escultor Francisco Cedenilla. Foto de Almudena Carracedo

Las estatuas que aparecen en El Silencio de Otros, en la cima del Valle del Jerte, por el escultor Francisco Cedenilla. Foto de Almudena Carracedo

¿Cómo ha sido involucrarse tanto en un tema tan doloroso?

Ha sido difícil, nos ha provocado mucho dolor. Si no te involucras o si no sientes con tus protagonistas, difícilmente vas a poder transmitir todo lo ellos sienten. En la película también hay mucho dolor de nuestra parte, porque son muchas las lágrimas que te dejas con ellos. Es gente con la que compartes muchas horas de entrevistas, de rodaje… Además, nosotros vemos a los protagonistas mucho más tiempo del que ellos te ven a ti. Porque cuando te vas a casa con el material grabado, empieza el proceso de selección y montaje y estás un año y medio viéndolos en el ordenador. Vives con ellos y durante el proceso de producción compartíamos la sensación de impotencia. Porque nos decíamos “es imposible cubrir todo el dolor. Es imposible hacer justicia a todo”.

Con 450 horas de metraje grabado, la mayoría del contenido se ha quedado fuera de la película. ¿Duele mucho descartar?

Sin duda. Es muy difícil, porque cuando empezamos a grabar no sabemos lo que va a pasar. No tenemos ni idea de lo que los protagonistas van a hacer ni por dónde va a ir la historia. Algunas líneas argumentales se caen y otras aparecen de forma milagrosa. Con todo, tienes que crear un relato coherente y conseguir que la película no aburra. Y en cuanto a descartar… Todas las personas que hemos grabado son maravillosas y el reto era que las historias que sí están pudieran representar a las que no están. Realmente en la película hay un 0,001 % de todo lo que pasó.

Después de haberse involucrado tanto en el tema, ¿cree que realmente se puede hacer algo para reparar el daño?

Se puede hacer muchísimo para reparar todo ese daño. Para empezar ni el estado, ni las instituciones locales, al menos en su mayoría, han pedido perdón por unos crímenes que se cometieron desde el estado. Hay muchas maneras de restañar eso, desde el perdón oficial, la exhumación y el enterramiento digno de personas que están en cunetas o en fosas comunes, la anulación de juicios franquistas a personas que estaban ejerciendo actividades que luego se convirtieron en derechos democráticos… Hay un montón de cosas que se pueden hacer para reparar el daño. Que los familiares de los represaliados sepan que su marido o su abuelo no fue un criminal, porque todas estas personas siguen siendo criminales.

Lo que es alucinante es que a 80 años de la Guerra Civil y a 40 años de la democracia estemos todavía lidiando con esto. Que sigamos teniendo a miles de personas en fosas comunes. Esto es una patada a la memoria histórica. Yo insisto en que si no rescatamos la memoria es imposible que sepamos dónde estamos y cómo cambiar este presente.

Ascensión Mendieta entra en el cementerio en el que se encuentra la fosa común en la que fue enterrado su padre. Foto de Modesto Aranda

Ascensión Mendieta entra en el cementerio en el que se encuentra la fosa común en la que fue enterrado su padre. Foto de Modesto Aranda

Por cambiar de tema, ¿cómo ve el género documental?

Creo que la gente se está dando cuenta de que los documentales no sólo son de animalitos. Hay películas documentales que son como mínimo igual de fascinantes o apasionantes que las películas de ficción. Creo que poco a poco estamos llegando a ello. Nuestros 25.000 espectadores en cines nos demuestran que el documental se puede ver en una sala y que hay muchas ganas de verlo si existe la posibilidad. Creo que está en un momento muy sano. Todavía queda mucho por hacer, pero estamos en el buen camino.

¿Qué ha supuesto la participación de Pedro Almodóvar y de su productora El Deseo?

Pedro y El Deseo se convirtieron en productores ejecutivos. Es una figura de apoyo que no existe en España. Un apoyo brutal, por cierto. Que Pedro haya accedido a decir “Pedro Almódovar presenta…” supone la voluntad, la necesidad de participar en este debate que la película genera y que es lo que queríamos hacer. Cuando El Deseo entra en el proyecto lo hace con la voluntad firme de apoyar la difusión y de conseguir que la película pudiera llegar lo más lejos posible. Por tanto, su apoyo ha sido crucial y fundamental.

¿Se puede vivir de hacer documentales?

Es difícil. Nosotros también damos clase, que es de donde salen nuestros ingresos mensuales. Es algo muy difícil y que a la gente le cuesta entender. Los documentalistas no tenemos un sueldo mensual. Somos autónomos y vivimos al día. Hemos solicitado 95 subvenciones a distintas instituciones internacionales y nos han dado 15 y ha sido con eso con lo que hemos conseguido financiar la película, contratar un equipo y pagarlo.

Lo hemos hecho con el empeño de buscar esas fuentes de financiación con las que hemos conseguido apoyar la película durante siete años. Y ahora que ha salido la película, es una buena pregunta… ¿De qué vivimos? Pues estamos en ello. Porque nosotros seguimos trabajando a tiempo completo en la difusión de la película. Nos llegan cientos de correos y eso es trabajo que la gente no ve y que no cobras. Hemos sacado el DVD y hay gente nos pregunta que a dónde va el dinero.

Nos hemos involucrado en la película para contribuir al debate sobre memoria histórica. Eso es lo que queríamos hacer y es lo que estamos haciendo. Y si alguien piensa que un director o un productor se puede hacer de oro con un documental sobre derechos humanos, es que no entiende cómo está la situación. Los documentales no los hacemos para ganar dinero; si quisiéramos eso, haríamos publicidad.

***El Silencio de Otros ya está disponible en las plataformas digitales, com Filmin, Rakuten o Movistar+ y este viernes, 22 de febrero, se proyectará en el Ayuntamiento de Rivas, en el marco de unas jornadas sobre memoria democrática organizadas por la asociación Jarama80. Tras el visionado, Carracedo participará en un coloquio junto al alcalde del municipio, Pedro del Cura, el presidente de la asociación Marcos Ana, Willy Meyer, y el presidente de Jarama80, David S.Boyer. La entrada será libre hasta completar el aforo.

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