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OPINIÓN

Mario Bastida

Mario Bastida

El coste de oportunidad, es un concepto que se utiliza en economía y que bajo mi punto de vista es la clave de los aciertos o desaciertos en la gestión pública y, por lo tanto, algo que va a influir decisivamente para que, quienes somos espectadores del cada vez más violento circo político, levantemos o bajemos el pulgar ante la carrera política de quienes nos representan. El concepto en sí viene a indicar el coste que tiene aquello que no se realiza, o dicho de otra manera, aquello a lo que se debe de renunciar para conseguir algo o aquella segunda opción disponible después de haber elegido la mejor opción. Todas las decisiones que se toman en política giran en torno a este concepto, ya que gestionar es tener que tomar decisiones continuamente, con mayor o menor acierto.
Es importante no confundir el coste de oportunidad con el concepto de una economía eficiente, que es cuando no existe ninguna posibilidad de que alguien mejore sin que otro empeore, o lo que es lo mismo, no quedan recursos disponibles que ayuden a mejorar una situación sin tener que perjudicar otra. Cuando sí existen esos recursos, pero no han sido utilizados, estaríamos hablando de una gestión ineficiente o no eficiente.

Desde hace mucho tiempo, se viene hablando sobre la gestión de la comunidad de Madrid en cuanto a la Sanidad Pública y no encuentro ningún coste de oportunidad que justifique, que las decisiones sobre la gestión de la sanidad madrileña, por el Gobierno Regional, sean la mejor opción. No existe ni un solo argumento en beneficio de la ciudadanía que justifique el cierre de centros de salud, de servicios de urgencias, o incluso la falta de inversión en nuevas y necesarias instalaciones, como es el caso del cuarto Centro de Salud de Rivas, por lo que podríamos decir que o bien el Gobierno Regional se está equivocando gravemente al calcular el coste de oportunidad, es decir, en las decisiones que toma al gestionar nuestros recursos públicos, o bien que esas decisiones benefician a una minoría de la población siendo el coste de oportunidad el resto de la población.

El problema de gestión sanitaria es aún mayor sabiendo que  el año 2021, uno de los más duros en cuanto a recortes en la sanidad madrileña, se cerró con un superávit de cuatrocientos millones de euros por parte del Servicio Madrileño de Salud, es decir, mientras no teníamos servicio de urgencias a donde acudir, mientras en Rivas salíamos a las calles a suplicar por un centro de salud de atención primaria, y, por lo tanto, de primera necesidad, el Gobierno Regional no solamente recortaba recursos sino que además no usaba todos los que tenía a su alcance, lo que podría calificarse como un atentado contra la salud pública basado en una gestión ineficiente.

Sé que empecé describiendo el coste de oportunidad desde una posición, por la cual el medir mal ese coste era claramente una responsabilidad de los políticos, pero no lo malinterpreten. El coste de oportunidad sí es un concepto vital para la política, pero no solamente para la política institucional, sino también para la del día a día de cualquier vecino y vecina. Sí, sorpresa incluso para quienes se califican como “apolíticos”, en nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos tomando decisiones una y otra vez, muchas de ellas incluso sin ser conscientes de ello, y por lo tanto hacemos política durante toda nuestra existencia. Sabiendo esto, deberíamos de reflexionar sobre nuestros costes de oportunidad a la hora de ejercer nuestro derecho al voto, y pensar detenidamente en asuntos tan importantes, como qué gestión de la sanidad pública queremos tener. Quizás no estemos muy acertados, y aquello a lo que estamos renunciando es mayor beneficio que lo que hemos elegido, y en lugar de juzgar con el pulgar a quienes están en la arena nos deberíamos de tener el valor de mirarnos al espejo y juzgarnos primero a nosotros mismos.

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