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OPINIÓN

Janette Novo

Janette Novo

Portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid

Ya hemos normalizado tener un Ayuntamiento que no hace otra cosa que confrontar con otras administraciones, siempre y cuando sean de signo político diferente. La falta de lealtad institucional y dinamitar los puentes, renunciar al diálogo y al entendimiento entre la administración local y la Comunidad de Madrid, perjudica a nuestros vecinos.

Una formulación tóxica de las demandas y necesidades de nuestra ciudad, impide que se aborden con seriedad los asuntos que realmente tienen importancia. No deben contaminarse los debates de forma interesada para sacar rédito político porque va en detrimento del bienestar de Rivas.

La izquierda del municipio parece divertirse con la gresca, con la política de trincheras y de pancartas. Parece que disfrutan los encierros, y no me refiero a los encierros taurinos, que esos ya sé que no, me refiero a los encierros de concejales en el Ayuntamiento; disfrutan con las manifestaciones, promoviendo plataformas, y luego se ponen medallas diciendo que los colegios o los centros de salud que hace la Comunidad de Madrid se han conseguido gracias a las protestas, a las pancartas, a sus fiestas pijama, y no porque le correspondan a nuestra ciudad.

Y aquí entran en juego sus acólitos y más furibundos seguidores, esa tropa tuitera que unas pocas veces da la cara y otras muchas se esconde de forma cobarde tras una cuenta falsa. Esos trolls y haters que son 3×1: tres cuentas falsas en las que escribe una misma persona a la que le sobra el tiempo.

Uno de los más fervientes atacantes del Partido Popular, y de mi persona como representante del mismo, dice defender la educación pública (con una enorme falta de educación) y la sanidad pública. Se coloca detrás de cuanta pancarta sea para protestar contra la Comunidad de Madrid o contra el PP, pero con sus insultos pierde toda la credibilidad y el respeto que debemos a quienes piensan diferente a nosotros, ese respeto que constituye la base de la democracia. No hay argumentos ni motivos que justifiquen el insulto. Hace unos días leía uno de sus tuits: “Preferimos a Bildu que a los chorizos del PP”. ¿A quién representa este señor? ¿Algún partido querrá tener en sus filas a semejante personaje? ¿O precisamente está haciendo méritos porque mientras más radical y faltón sea, más alto se cotiza para que lo fiche un partido de extrema izquierda? Eso sí, no le hemos visto reclamar por el retraso en las obras de la M-50 que no acaban de empezar, ni por una mayor seguridad en el municipio, ni defender a los trabajadores del Punto Limpio de la calle Fundición, que son continuamente agredidos en su puesto de trabajo. El requisito sine qua non para una protesta es que sea contra el PP.  Si llevas altavoz, camiseta y pancarta, añades un plus. Y el summum es si llevas un ninot de Ayuso.

No nos va a atemorizar ningún extremista radical ni va a conseguir que abandonemos la política municipal. Aunque se presente con la pancarta en todos los plenos o venga a cuestionarme lo que voto como concejala, mientras estoy en la calle como una ciudadana más, rompiendo las reglas de la democracia, no nos va a intimidar.

Nos reafirmamos en que estamos del lado correcto, ratifico mis convicciones y que Rivas Vaciamadrid no es propiedad de la extrema izquierda. No vamos a dejar huérfanos de representación a quienes piensan y sienten como nosotros, a quienes creen en la libertad, en políticas de bajos impuestos, en los incentivos fiscales para atraer empresas, en la colaboración público privada, en la productividad, en el esfuerzo, en la desburocratización, en la eliminación de trabas, y en que todo eso en lo que creemos no está reñido con la defensa de lo público, en lo que también creemos firmemente.

Debemos ser implacables ante el auge del insulto porque se está destruyendo el diálogo que tiende puentes, el que consigue acercar posturas en beneficio de los vecinos.

Desde las instituciones no podemos normalizar un lenguaje tóxico para descalificar al rival. La pérdida del mínimo respeto hacia los oponentes políticos se extiende a la ciudadanía a través de las redes sociales donde el insulto, la injuria y la descalificación se han convertido en una práctica cotidiana. Es imposible la convivencia democrática si se recurre al insulto como argumento principal.

Las personas que nos dedicamos a la política en algún momento de nuestra vida, debemos ser ejemplares en los debates ideológicos para no perder la moderación y el diálogo sosegado. Si los ciudadanos ven que los políticos nos insultamos, o que una administración no hace más que atacar a la otra, nos imitarán y normalizarán el insulto al que tiene diferente ideología, y no conseguiremos combatir comportamientos que atentan contra la convivencia o la buena relación entre dos administraciones que, aunque sean de distinto signo político, están llamadas a entenderse y trabajar de la mano de forma coordinada.

Queda de los ciudadanos y políticos de bien, encauzar la política hacia la razón. A quienes creen en la política del insulto, le respondemos con propuestas, y a quienes creen en la política del agravio digital, le respondemos con más compromiso y trabajo por todos los ripenses.

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