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OPINIÓN

Elena Muñoz

Elena Muñoz

Concejala de Desarrollo y Empleo del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid

El comercio está en la base de la actividad económica desde que el sedentarismo y el dominio tanto de los cultivos como la domesticación de animales se convirtieron en tareas de los que hasta ese momento vagaban en busca de refugio y sustento.
En un principio existió el trueque, es decir, intercambiar productos entre quienes, por ejemplo cultivaban y pescaban, para compensar la falta de cereal o de proteínas. Más tarde, con la aparición del dinero, el comercio adquirió la capacidad de valorar las cosas, siendo las más escasas las que más precio obtenían.

También, desde el punto de vista urbanístico, el comercio tuvo su importancia a la hora de crear ciudad, ya que estos asentamientos, geográficamente ubicados desde un punto estratégico, en los principales puertos marítimos o vías comerciales se llegaron a convertir en ciudades. Por tanto, en este caso lo primero fue la transacción comercial, luego las grandes urbes.

En las postrimerías de la Edad Media también el comercio dio un gran impulso a las ciudades, muchas de las cuales deben sus principales monumentos, civiles y religiosos a la aportación económica de los comerciantes, los llamados burgueses, a través de los diferentes gremios distribuidos en barriadas, germen sin duda del crecimiento urbanístico.

Y, aunque ahora veamos lejanos esos tiempos, en la actualidad nos ocurre lo mismo. Es el comercio el que hace barrio y son los barrios los que hacen que el comercio se mantenga y prospere.

Tomamos por ejemplo nuestra ciudad, Rivas Vaciamadrid, que está distribuida en tres barrios muy diferentes, pero en los que la actividad comercial se abre camino, a pesar de las grandes dificultades en la que ahora nos encontramos.

El barrio Oeste cuenta con uno de los ejemplos comerciales más potentes: Covibar, con tejido comercial asentado. Se presenta como un gran centro comercial abierto donde podemos encontrar productos de gran calidad. Por otro lado, La luna, zona joven con gente joven, nos da la oportunidad de ir creando un perfil de negocios muy interesante.

El barrio Centro todavía está en devenir, aunque su oferta, sobre todo en hostelería, es de una gran calidad, y el esfuerzo que su colectivo está llevando a cabo para adaptarse a estos tiempos ha sido encomiable. El tractor que supone el complejo de H2O, con sus medianas, permite fidelizar la compra en nuestra ciudad.

Por último, el barrio Este, que engloba el casco antiguo, el núcleo primigenio a partir del cual se ha creado el Rivas Vaciamadrid que conocemos. Puerta del Parque regional del Sureste y del parque arqueológico de la Batalla del Jarama, este centro urbano reconstruido tras su devastación por la guerra civil (aunque en el lado opuesto en ese encontraba en origen) nos muestra otro tipo de actividad, pero con un gran potencial turístico.

En la última campaña municipal de Navidad, conscientes de que la implicación de vecinos y vecinas y, por ende de los barrios, en el consumo interno era fundamental, el mensaje que se lanzó fue el de la compra «con corazón», porque entendimos que ese es el centro de la solidaridad y del reconocimiento a nuestros comercios, los que durante esos duros momentos del primer estado de alarma estuvieron al pie del cañón, y los que, aun teniendo que hacer un tremendo esfuerzo económico, han decidido seguir dando vida a nuestra ciudad.

Todo proyecto comercial, todo impulso comercial, ha de tener esa visión de conjunto, pero también de saber identificar la realidad y la diversidad que cada parte del municipio ofrece y la hace más atractiva, y eso, sin duda alguna, está en nuestros barrios.

Ya es primavera, «seguimos poniendo corazón, seguimos comprando en Rivas».

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