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OPINIÓN

Yasmin Manji

Yasmin Manji

Concejala de Feminismos y Diversidad en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid

Gracias a la lucha feminista, gracias a tantas mujeres que han alzado la voz y sus vidas en contra del machismo y del patriarcado, la sociedad ha ido entendiendo que a las mujeres por el hecho de ser mujeres se nos discrimina, se nos desprecia, se nos agrede y se nos mata. Pero además, hay mujeres que están más expuestas a las violencias machistas y cuyas realidades todavía hoy son muy invisibles.

Por eso es tan importante la campaña de Noviembre que hemos realizado este año en Rivas Vaciamadrid. Porque cuando hablamos de violencia de género, hay realidades, hay opresiones que no son visibles y que atraviesan a muchas mujeres. Hemos querido poner el foco y profundizar en las violencias machistas según las identidades que nos cruzan.

Y sabiendo que son muchas, nos hemos centrado en tres de ellas: la opresión por razón de etnia –racismo-, la opresión por razón de edad -edadismo-, y la opresión por razón de aspecto corporal –estándares corporales-. Tres realidades con las que podemos sentirnos identificadas nosotras mismas o identificar en ellas a nuestras madres, hermanas, compañeras y amigas.

Las jornadas de la campaña que tuvimos el pasado martes fueron un espacio de reflexión colectiva que nos ayudan a avanzar y mejorar en las estrategias que ponemos en marcha en la lucha contra las violencias machistas. Porque no se nos puede olvidar que esto es responsabilidad de todas: de las instituciones, del tejido social y de la ciudadanía.

Quiero destacar algunas claves que salieron en este espacio. Helia con una sola frase reflejó gran parte de lo que pretendíamos con esta campaña. Hablando de romper el techo de cristal, dijo alto y claro, “pero las que estamos recogiendo el vidrio somos nosotras”. Y por supuesto que es fundamental romper los techos de cristal, y no es tarea fácil, y las mujeres nos encontramos con muchas dificultades para poderlos romper, y estar en pie de igualdad en espacios y ámbitos que desde hace demasiado tiempos se nos han negado. Pero ¿qué pasa con la cantidad de mujeres que están asumiendo tareas de cuidados en condiciones nada dignas y que ni siquiera pueden soñar con tocar ese techo? Y si nos centramos en el cruce con las violencias machistas, atendiendo a la realidad en la que se encuentran las mujeres migrantes en materia de situaciones personales, administrativas, sociales y jurídicas, se deberían plantear estrategias mucho más cercanas a las necesidades que tienen, para poder salir de las relaciones de violencia. Las que hay no están siendo útiles.

Cristina nos recordó la importancia de que las estrategias que se ponen marcha para atender la violencia de género, y los recursos, tienen que ser accesibles para todas, tienen que estar pensadas para todas las realidades y ser cercanas.

Hablamos del contexto social y normativo abiertamente machista en el que vivieron nuestras madres y abuelas durante el franquismo y cómo atraviesa sus vidas y la concepción de lo que tiene que ser la relación de pareja. También reflexionamos en torno a cómo resuena en nosotras.

Y Magdalena expuso por que la violencia estética, la gordofobia, atraviesa a las mujeres de una manera fulminante. Y es que, a diferencia de los hombres, para nosotras es constitutivo de la identidad, y socialmente en demasiados ámbitos, es lo que más determina a una mujer. Por eso, en relación a las violencias machistas, se cruza constantemente, y se usa para desgastar aún más la autoestima.

Y como acertadamente se expresó en el video de la campaña elaborado por el Consejo de Mujeres, nuestra respuesta ante las violencias machistas es clara: “Resistimos, unidas y diversas”, avanzamos con más feminismo, exigimos derechos para todas. No hay otra manera, esto es algo que el movimiento feminista nos ha enseñado y que no podemos olvidar. Queremos vidas libres de Violencias Machistas para todas.

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