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Pedro Montoliú, periodista y Cronista de la Villa de Madrid

Pedro Montoliú, periodista y Cronista de la Villa de Madrid (©Diario de Rivas)

Pedro Montoliú (Madrid, 1954) es periodista y cronista oficial de la Villa de Madrid. Ha publicado ‘Madrid en los ‘felices años 20 (1921-1931)’, en la editorial La Librería. Atendió a Diario de Rivas para explicar la evolución de la capital y de España durante una década de transición decisiva para comprender el siguiente medio siglo de historia del país.

Se trata del octavo libro que publica sobre la historia de la ciudad de Madrid en el siglo XX ¿Por qué ha escrito sobre esta década tan poco conocida de la ciudad?

Efectivamente, es una década muy poco estudiada. Solo han quedado dos hitos para la posteridad, que son la dictadura de Primo de Rivera y la guerra de África, que son las que han pasado a la historia. Yo quería profundizar en cómo esta época influyó en el desarrollo de la ciudad y, no solo eso, qué impacto tuvo este tiempo en los acontecimientos que luego llevaron a la guerra civil. Me encontré con una sorpresa: frente a lo que, en general, la guerra tuvo sus antecedentes en el tiempo de la república, saqué la conclusión de que se había gestado, principalmente, en los años 20. El caldo de cultivo se venía cocinando desde entonces. La situación de Madrid y, por extensión, de toda España era de tal separación entre clases que la república no tuvo capacidad para parar la inercia histórica que se había creado.

España y Madrid comienzan los años 20 en una situación de descomposición política, social y laboral. Siempre se ha señalado a Barcelona como el escenario de la guerra social subsiguiente ¿La capital vivió esa realidad?

Evidentemente, Cataluña, Andalucía y Extremadura fueron los puntos más calientes del enfrentamiento laboral. Madrid tuvo algunas huelgas, pero no de ese calado, ni de esa violencia social, con muertos entre la patronal y los sindicatos. Pero eso no significó que no viviera ese proceso. Lo vivió de otra forma. La situación laboral, precisamente por no tener tanta fuerza CNT en Madrid, por ser la capital del Estado, lo que ocurrió fue la plasmación del problema en un enfrentamiento político que, en principio, estaba muy soterrado porque la dictadura de Primo de Rivera se preocupó de hacer desaparecer los partidos tradicionales de la Restauración. No obstante, a medida que se vio que la dictadura no era tan fuerte como se pensaba, sobre todo, cuando se vio que el directorio militar fue sustituido por el civil, los partidos retomaron el protagonismo. En Madrid, sobre todo, el PSOE con UGT tuvo una preeminencia clara…

El PSOE y la UGT colaboraron con la dictadura.

Sí, pero colaboraron desde otro punto de vista. Hubo una polémica en el seno del PSOE y de UGT sobre hasta qué punto debían colaborar con la dictadura. Esta quería cubrir el espacio de la negociación colectiva y el único sindicato que le casaba dentro de su mentalidad era la UGT. Y la UGT discutió si debían hacerlo y llegaron a la conclusión de que sí debían hacerlo en cuanto que supusiera un beneficio para el trabajador. Efectivamente, consiguieron una serie de mejoras laborales a través de los jurados mixtos que propiciaron una evolución positiva de las condiciones de los trabajadores, pero que, curiosamente, no mejoraron la situación del sindicato. Prácticamente, mantuvo sus mismos afiliados. Es decir, no se benefició de esa situación preeminente, a pesar de que para sindicatos como CNT este apoyo fue una traición. Cuando la dictadura no tuvo sentido y los partidos se recompusieron contra el poder militar, el PSOE y UGT se retiraron, aunque mantuvieron los jurados mixtos hasta el final.

La descomposición de la Restauración y el auge de nuevas facciones políticas más extremistas, como el PCE, trajo el fenómeno de la violencia ideológica en la calle por parte de las juventudes de los partidos políticos, como los mauristas ¿Cuál fue la realidad en la capital?

Hubo enfrentamientos, pero no tanta violencia como se puede presuponer. Hay enfrentamiento, se crearon asociaciones juveniles de partidos, que eran mucho más combativas que los propios partidos, pero eso no se plasmó en la calle en esos años, pero fueron el caldo de cultivo para el conflicto callejero que surgirá a partir de 1933.

El Madrid de los años 20 hereda del siglo XIX una situación muy comprometida en los barrios obreros. En el libro, pone de manifiesto las bolsas de infravivienda y la miseria arrastradas desde antiguo ¿Qué políticas se llevaron a cabo?

Los buenos resultados empresariales de la guerra mundial para los españoles permitieron a las fábricas ofrecer muchos puestos de trabajo, lo que facilitó una salida masiva del campo hacia la ciudad. Pero cuando acabó el conflicto, las fábricas cerraron o disminuyeron su producción y pusieron en la calle a muchísimas personas. Y esas personas que se habían trasladado a Madrid con toda su familia y que alquilaban un piso, a menudo en malas condiciones, se convirtieron en pésimas porque no tenían capacidad para pagar. El Gobierno solo pudo aprobar el decreto Bugallal que limitaba los alquileres que existían desde 1914, y solo para una cuantía de alquileres. A partir de una cantidad, se consideraba que no estaban afectados por esa medida. Los no beneficiados empezaron a vivir en chabolas –se contabilizaron unas 2.000 en la ciudad-, en unas 200 corralas donde vivían alrededor de 60.000 personas. Una masificación tremenda, sobre todo, si pensamos en las condiciones higiénicas y que solo contaban con un aseo y una fuente por planta. Además, el 25 por ciento las 222.000 viviendas eran insalubres y calificadas así por el Ayuntamiento. Esta situación empezó a calar en la sociedad. Se calculaba que faltaban unas 35.000 viviendas para poder atender a la gente y el 45 por ciento de los albañiles estaba en paro. No se construía nada puesto que las empresas no querían porque no les resultaba rentable. Las leyes de los jurados mixtos mejoraban los salarios de los trabajadores y la solución de los empresarios a esos sueldos era no contratar. Esa situación llevó a que se construyeran pocos edificios y muy significativos: se terminó el Círculo de Bellas Artes, se construyó el Banco de Bilbao, se edificaron los ministerios de Educación y Marina… Pero no se construían viviendas, ni en el interior, ni en el ensanche, porque los propietarios del terreno tenían, además, el suelo retenido ya que querían especular con él. Lo que vendían, a cambio, esos mismos propietarios, era el suelo del extrarradio porque en él no había planeamiento y, por tanto, podían construir sin cimentación, sin servicios, sin saneamiento… Y, cuando terminaban de construir, decían al Ayuntamiento que construyera calles hasta sus nuevas construcciones. Pero este se negaba si no colaboraban las promotoras. Mientras tanto, la demanda social de los vecinos de esas nuevas casas comienza a reivindicar autobuses, metro, tranvías o algo o no se podía acceder. Por tanto, se van creando unas tensiones sociales tremendas. Hay un gravísimo problema de mendicidad, que se trató de solventar retirando de las calles a 3.000 mendigos y devolviéndolos a sus localidades de origen; se inventaron equipamientos como el depósito municipal de mendigos para concentrarlos, lo que generó enfrentamientos con los vecinos porque nadie quería ese centro cerca de su casa. También había una falta enorme de equipamientos. Aunque hubo un incremento del número de alumnos, ya que el Gobierno aumentó la edad de escolarización obligatoria desde los 6 a los 14 años, eso no fue unido a la creación de escuelas, por lo que faltaban unas 40.000 plazas escolares solo en la ciudad. Eran 40.000 niños que estaban todo el día en la calle sin hacer nada. Todo ese conglomerado de mendicidad, desempleo, falta de dinero, falta de vivienda, falta de escuelas y educación, fue creando una situación explosiva.

Esa situación generó tensiones entre el Ayuntamiento y el Gobierno.

Lógicamente. El Ayuntamiento quería regularizar el planeamiento exterior para poder empezar a construir y desarrollar la ciudad, lo que suponía puestos de trabajo. Pero el Estado no quería que se hablara de ese desarrollo y la unificación con los municipios de alrededor porque a Primo de Rivera no le gustaban las conurbaciones, ya que consideraba que cuanto más grande y poderosa fuera esa ciudad, más problemas iba a tener. Así que no se avaló desde el Estado ese crecimiento, ni obras relacionadas, como las del Canal de Isabel II, por lo que también se añadieron problemas de abastecimiento de aguas, lo que se notaba, sobre todo, en verano, cuando había restricciones importantes de suministro. Es decir, no daban a la ciudad muchas posibilidades de poder desarrollarse en sus planteamientos. Tampoco tenía un céntimo más allá del día a día, por lo que no podía dar los servicios que necesitaba la ciudad. Por ejemplo, el parque de limpieza estaba formado por dos camiones que recogían la basura. Por tanto, esta quedaba en manos de los traperos. Las huertas se regaban con aguas fecales… Es decir, un caos.

Pedro Montoliú, periodista y Cronista de la Villa de Madrid

Pedro Montoliú, periodista y Cronista de la Villa de Madrid (©Diario de Rivas)

Una ciudad en transición.

Exactamente. Es curioso porque, en paralelo, se estaban construyendo grandes infraestructuras: se compraron los terrenos para el aeropuerto de Barajas, se terminaron el matadero y la necrópolis del Este, se terminó el segundo tramo de la Gran Vía y se inició el tercero. Se crearon grandes compañías y oligopolios como Agroman, Entrecanales, Telefónica, Campsa… Crecía la macroeconomía y los bancos quintuplicaban sus beneficios. El Banco de Bilbao estaba representado en 92 consejos de administración. Ese salto entre las grandes fortunas y la sociedad de base que no tenía para vivir era abismal y fue calando hasta que terminó por estallar.

Hablando de infraestructuras, se planea en superficie que Madrid se alineara en un eje norte-sur y otro este-oeste.

Uno de los graves problemas de Madrid en esos años era que no tenía un plan de crecimiento, y tuvo que esperar hasta 1929, cuando se produjo el gran concurso internacional para la extensión de Madrid. Y, hasta entonces, no tuvieron claras las ideas. Cuando terminaron el concurso, quedó desierto, aunque a los primeros proyectos se les concedió un accésit. Entre ellos, destacó el de Secundino Zuazo, que planteó el eje norte-sur. A partir de ese momento, se tuvo una idea clara de lo que hacer: crecer hacia el norte.

Pero la Gran Vía se había comenzado varios años antes.

Sí, pero terminaba en la plaza de España. El sistema de construcción de la Gran Vía consistía en que el Ayuntamiento adjudicaba a un empresario, en este caso, a Horacio Echevarrieta. El Consistorio desahuciaba y este empresario desalojaba, derruía, preparaba la parcela, construía y vendía. Con ese sistema, los dos primeros tramos se vendieron inmediatamente, antes incluso de la urbanización de la calle. El tercero, mientras tanto, quedó en gran parte sin vender porque la Gran Vía no llegaba a ningún sitio. No había una calle Princesa, la cuesta de San Vicente era muy estrecha y la calle Bailén estaba colapsada porque estaba encajada entre las Reales Caballerizas y el Ministerio de Marina. Eso se plasmó en la falta de interés del empresariado por trasladarse a ese nuevo espacio.

Pero sí que se trasladaban al nuevo eje norte-sur.

Se estaba pensando que el futuro iba por allí, pero había dos problemas: el hipódromo y la salida hacia la carretera de Francia. Lo único que crecía fuera de esa zona era la Ciudad Universitaria y era al margen de cualquier planeamiento municipal. No casaba la urbanización de este ámbito con la del resto de la ciudad. Hasta el punto de que se planteó que, o se ponían de acuerdo, o las carreteras no iban a coincidir.

Otra infraestructura que hace crecer Madrid es el metro.

En esos años se acometen varias líneas y es realmente cuando el metro demuestra su capacidad de transportar a las masas ciudadanas. Sobre todo, a los obreros que venían a trabajar a Madrid. Evidentemente, allí donde se construyen las nuevas estaciones es porque existe una necesidad de transporte porque no hay posibilidad de desplazarse de otro modo. En concreto, Puente de Vallecas, Tetuán, Ventas, Cuatro Caminos, Quevedo y Estación del Norte. El metro llegó a todos esos puntos por la presión popular. A lo mejor, hubieran elegido otras zonas de desarrollo, pero van a zonas muy consolidadas, con mucha población, que responden muy bien al metro. Tienen que poner tarifas más populares, pero va a suponerles un incremento del número de viajeros fortísimo.

Cambia la movilidad.

En 1924, en Madrid se empieza a conducir por la derecha. Fue uno de los últimos sitios de España. En la mayor parte de las ciudades y en las carreteras interurbanas, hasta entonces se hacía por la izquierda. Sin embargo, en Madrid, no. De hecho, había carteles enormes a la entrada de la ciudad, que avisaban del cambio de carril. Era un problema gravísimo, causa de muchos accidentes. Obligó a cambiar todas las puertas de todos los tranvías y, con ellas, todas las infraestructuras que estaban colocadas a las salidas de los convoyes, como buzones, quioscos, etcétera. Eso provocó un follón tremendo. Fue una época en la que el parque automovilístico creció un 50 por ciento, cuando el coche se comió el espacio del peatón. Fue el gran perjudicado, como lo ha sido en todas las épocas. Se obligó a los peatones a circular por espacios habilitados llamados pasos de peatones, se instalaron carteles y señales verticales y horizontales, los primeros semáforos… Un intento de responder a una demanda creciente y para la que la ciudad no estaba preparada.

Madrid albergaba a gran parte de la intelectualidad de la Edad de Plata de la cultura española.

Sí. La Residencia de Estudiantes, la generación del 27, los mejores estrenos de teatro, cine… Fue una época brillante para el arte y para la ciencia. Eso permitió hablar de esa edad de plata. Y permitió que estos personajes cobrasen una importancia tremenda, porque ponía de manifiesto que ese colectivo, que superaba al de muchos países de Europa, tenía peso específico. Ten en cuenta que coincidieron las generaciones del 98, del 14 y del 27. Y eso se logró de una forma poco dirigida por el Estado, que no creó infraestructuras al respecto. El Estado creó grandes focos de pensamiento que fueron un estímulo intelectual para la élite, pero entre la población madrileña había un 19 por ciento de analfabetismo, frente al 50 por ciento de media del país.

Una etapa brillante de cultura en medio de una dictadura.

Primo de Rivera aplicaba la censura, pero estaba más obsesionado con los periódicos y el teatro porque consideraba que eran más populares. Entonces, no permitía usar esos formatos, pero les permitía hacerlo en libros porque los libros tenían menos alcance. Era muy contradictorio. Madrid tenía 300 publicaciones, de las que 27 eran periódicos diarios y más de tres con una tirada superior a cien mil ejemplares. Y la radio acababa de salir con Radio Madrid, Radio Barcelona y Radio España. Y el cine mudo. El sonoro no llegó a España hasta 1929 porque no había aparatos de sonorización, así que había pianistas, daban folletos con sinopsis y había hasta personas que explicaban las escenas.

También estaba la cuestión marroquí. Después de la ‘Semana Trágica’ y tras unos años de calma, la crisis en África vuelve a estallar ¿Cómo se vivió el desastre de Annual y cómo se recuperó la confianza tras el desembarco de Alhucemas?

Nunca se recuperó. Annual fue un golpe muy fuerte. El Gobierno trató de restar importancia a Annual, pero fue demasiado para la conciencia popular. Tuvo el mismo impacto que la pérdida de las colonias. El ejército quedó muy tocado. Y, luego, aunque recobraron posiciones, la sensación fue de fracaso militar, social porque fueron miles de españoles que fueron y murieron. Solo en Annual murieron 8.500 personas. Lo que se puso de manifiesto cuando se investigó este hecho fue la corrupción, la falta de preparación, la improvisación, la situación en la que vivían y morían los soldados. Fue caótico y con una imagen de un ejército desarrapado, en alpargatas, muerto de hambre, que pide a los madrileños mantas porque no tienen para cubrirse y duermen en el suelo, que comen bazofia mientras que hay militares en Madrid que se lo quedan o que hacen que no llegue para dárselo a otros o revenderlo. Era una situación deplorable.

Entre otros señalados, la opinión pública señaló a Alfonso XIII ¿Qué relación tuvo la ciudad con el rey?

El rey era muy viajero, que iba mucho a París y San Sebastián, que cazaba en Doñana… Se movía mucho, hacía mucha visita. Era un rey que en Madrid pasaba bastante desapercibido. Todos los días, los periódicos informaban del acto o las visitas que había tenido, pero iba perdiendo su vínculo con el pueblo. Y, a medida que se fueron sabiendo más noticias, y cuando le acusaron desde las Cortes, como hizo Indalecio Prieto, por haber querido que Silvestre ocupara una posición para la que no estaba preparado y que llevara al ejército al matadero, pues todo eso fue calando. Eso se puso de manifiesto cuando, en 1931, en 41 de las 50 capitales de provincia españolas triunfara la república. Él no lo notaba porque estaba rodeado de su camarilla y la alta sociedad que le rodeaba le decía lo sensacional que era, pero el calor popular decrecía.

En 1924, se aprobó el Estatuto Municipal que permitió a la mujer votar por primera vez. Poco después, Madrid tuvo sus primeras concejalas y el país, sus primeras alcaldesas ¿Cómo se vivió ese fenómeno político?

Efectivamente, se aprobó el estatuto que establecía que las mujeres podían ser electoras y elegidas. Sin embargo, aunque el estatuto decía que había que elegir cada tres años una nueva corporación municipal, hasta 1931 no se convocaron unas elecciones municipales. Por lo tanto, todos los cambios que se produjeron fueron a dedo. Luego las tres primeras mujeres que entraron en el Ayuntamiento de Madrid, lo hicieron porque el gobernador civil dijo que así fuera. Evidentemente, fue un paso adelante, como hubo otros. Se autorizó el aumento del número de universitarias, que pasó de 100 a 878 entre 1920 y 1930. Se logró cambiar el artículo del Código Penal que condenaba únicamente al destierro al que matara a su mujer y al amante si les pillaba en adulterio, aunque los tribunales aplicaban eximentes a los uxoricidas. Victoria Kent fue la primera mujer que entró en el Colegio de Abogados. Cuando Primo de Rivera creó la Asamblea Nacional Consultiva, entonces sí, dejó entrar a una serie de mujeres para que pasaran a ser diputadas. También se nombraron catedráticas de instituto, la primera piloto y la primera mujer ingeniero industrial. Evidentemente, fueron pasos que las feministas consideraron grandes logros y que permitieron que cambiara la mentalidad de cara a que cuando la república aprobó el artículo que no permitía la distinción por sexos, ellas dijeran que tenían tanto derecho a votar como los hombres. Es decir, se creó el caldo de cultivo para que aparecieran figuras como Clara Campoamor.

¿Cómo funcionaba la Asamblea Nacional Consultiva?

Primo de Rivera se cargó todo lo establecido con la aquiescencia del rey. Y eso pasó factura porque suponía destruir lo establecido. Y, si el rey había aprobado que se incumpliera la constitución, estaba provocando un hecho tan condenable que sería una de las razones por las que luego se le quitase. Al aceptar la disolución de las Cortes y la suspensión del sistema, se puso en manos del dictador y este suprimió todos los partidos, creando uno a su gusto, la Unión Patriótica, y unas Cortes consultivas que no podían decidir, pero que trabajasen en una nueva constitución, un nuevo código penal y una nueva legislación. Esa asamblea que él eligió directamente y a través de colegios profesionales y otros estamentos, provocó que los partidos no se sintieran representados, de los que fueron invitados inicialmente a participar, abandonaron pronto porque consideraban que no servía para nada la institución.

A partir de 1928, hubo una oposición muy fuerte contra el dictador desde la intelectualidad, el mundo universitario, los antiguos políticos de la Restauración, el ejército y el movimiento obrero. Incluso se prepara un pacto para hacer caer la dictadura ¿Cómo se vive en Madrid, que era el rompeolas de todas las Españas?

Se vivió con mucha incertidumbre porque no se sabía qué podía pasar. Había tensiones muy fuertes en el ejército. Hay que tener en cuenta que, a lo largo del siglo XIX, había habido muchos pronunciamientos militares y no se quería que otro Primo de Rivera saliera contra el oficial y volver a empezar. Se vivió la ‘sanjuanada’, la rebelión encabezada por José Sánchez Guerra y había un enfrentamiento con el Cuerpo de Artillería, que se oponía a que los militares ascendieran por méritos de guerra, porque eso primaba a los africanistas frente a los peninsulares. Además, estaban las manifestaciones estudiantiles, los movimientos sindicales que tenían un peso; los partidos tradicionales, que no habían podido gobernar, pero que tenían acceso al rey y le fueron convenciendo de que la situación no podía continuar y que algo iba a estallar y le iba a pillar en el medio… Había que dejar caer a Primo de Rivera, que confiaba hasta el último momento que el ejército y sus mandos le iban a apoyar. Pero vio que le habían abandonado, por lo que dijo que hasta ahí había llegado, se fue a París y allí falleció enfermo. Lo que vino a continuación fue el intento de desmontar lo anterior para salir del atolladero. Pero no podían desmontar todo porque, si lo hacían y no había alternativa, podía haber un caos. Por eso, primer Berenguer y, luego, Aznar, buscaron una salida. Este último tenía esa misión para recuperar lo anterior, pero era irrecuperable porque los antiguos partidos conservador y liberal no existían como tal, eran otra cosa. Por tanto, la única salida eran las elecciones, pero lo que no esperaban que les iban a ir tan mal que iba a caer la monarquía.

¿La dictadura de Primo de Rivera fue el campo de pruebas o el ensayo del franquismo posterior?

Más que un ensayo fue el vivero ideológico. Franco se inspiró mucho en Primo de Rivera, al que sus panegiristas llamaban un hombre excepcional, salvador de la patria, hombre providencial, creador de un partido nuevo, creador de una asamblea nacional, inventor del eslogan ‘España, una, grande e indivisible’, creador de una red de periódicos provinciales para contrarrestar a la prensa nacional, evitaba una revolución de tipo bolchevique… Todo esto, exactamente igual, se lo dijeron a Franco y Franco hizo exactamente lo mismo. Para él fue como un modelo, aunque aprendió algunas lecciones, porque no tenía que dar cuenta a un rey porque ya no lo había y vio que el principio del fin de su sistema se produjo cuando cambió su directorio militar por uno civil.

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