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OPINIÓN

Vanessa Millán

Vanessa Millán

Concejala de Deportes y tercera teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid

Un día después de la que ha sido una jornada histórica, no quería dejar de compartir lo que ha supuesto para muchas de nosotras, y lo que estoy segura que supone y supondrá al resto de la sociedad.

Que hayamos conseguido hablar tanto sobre “feminismo” ya es un logro, a pesar de que aún nos falte mucho por aprender.  Por eso, este escrito se lo dedico a todas y todos los que aún dicen que no son feministas, porque estoy convencida que cambiarán su discurso en poco tiempo, y espero que al final del artículo se reconozcan en él.

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Yo sí soy feminista, y lo digo con la cabeza alta, pero también con la humildad de reconocer que aún cometo errores, y que he tenido que aprender a serlo. Cuando iba al instituto y me preguntaban: «¿Eres feminista?», mi respuesta era claramente que no, no fuera a ser que los chicos me vieran como su enemiga o creyeran que les odiaba.

Tenía un error de base, lo reconozco: no sabía el significado de la palabra «feminista». Con el tiempo y con la ayuda de más personas, pude aprender que “feminismo” es sinónimo de igualdad, la igualdad de que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos, sin más. Por eso, compañeras, que nadie nos confunda: el feminismo nos une y nos complementa. Es un aprendizaje para conseguir una equiparación de derechos real.

Me sumo a la huelga desde una situación privilegiada, y aun así, a mí también me cuesta parar. Me cuesta por responsabilidad, me cuesta parar mi trabajo, me cuesta dejar de atender mis tareas…, me cuesta no tener ese sentimiento de culpa por todo lo que hoy tenía que hacer y no he hecho. No soy perfecta, me cuesta. Y sé que a vosotras también os ha costado.

Algunas compañeras te dicen que no es necesario, que ya se ha avanzado, que tenemos las mismas libertades que en otros países occidentales. ¿Estaré equivocada? Me paro a pensar y cojo un cuaderno y anoto cómo me siento. Y hemos avanzado mucho, es verdad. Comienzo a escribir, y me doy cuenta de que en muchos aspectos soy una privilegiada; situaciones en las que lo soy un poco menos; y otras que me gustaría erradicar, vivencias a veces propias, y otras sufridas por amigas, hermanas, sobrinas, primas, compañeras, excompañeras o, simplemente, conocidas. Y entonces es cuando sigo creyendo que aún queda mucho terreno por conquistar: “Queda poner fin a la brecha salarial, a los techos de cristal, a la violencia de género, al acoso profesional, al trabajo invisible, a las dificultades por compaginar la vida laboral y personal, a la precariedad, a los recortes en sanidad (sí, a esos recortes en revisiones ginecológicas), a los recortes en recursos sociales (donde de nuevo la mayoría de las tareas las hacemos las mujeres), a la corrupción (sí, esa corrupción que nos ha sumergido en una crisis en la que nosotras seguimos perdiendo derechos), a cualquier forma de violencia ejercida hacia la mujer…”

Por eso este 8 de marzo, en Rivas, ha sido muy emocionante ver una Plaza de la Constitución llena, una lectura de un manifiesto en el que diferentes generaciones nos hemos dado la mano por una causa común, un recorrido hacia la capital de España para gritar muy alto que, sin nosotras, el mundo se para; una imagen del 8 de marzo que quedará grabada para siempre. Y lo hemos hecho posible porque también muchos hombres estáis a nuestro lado, porque sabemos que con vosotros será más fácil y porque os necesitamos para que esa igualdad sea posible. Y no me quiero olvidar de las mujeres que no nos han podido acompañar o, simplemente, no han considerado que mereciera la pena unirse. A pesar de las diferencias que podamos tener, os respetamos y os esperamos para entendernos desde la pedagogía y la reflexión mutua. No venimos a dar lecciones ni a salvar al mundo, pero sí a conseguir un mundo más justo y más igualitario, y en ese camino no nos encontraréis nunca enfrente, sino al lado. Desde Rivas seguiremos poniendo nuestro granito de arena, y estoy segura de que, a partir de este viernes, ya algo habrá cambiado. Yo soy feminista. ¿Y tú?

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