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OPINIÓN

Francisco Gallardo

Francisco Gallardo

Concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid

En no pocas ocasiones y en más de un foro, he explicado lo que significa traspasar el umbral del: “yo, no merezco esto” como factor desencadenante de una respuesta contundente y absolutamente sorprendente. Factor que obra como espoleta o motor para impulsar reacciones que asombran o conmocionan.

La “aldea gala” (nuestra ciudad) así denominada por la izquierda gobernante en Rivas, ha dejado de ser una aldea, ha dejado de ser esa pequeña ciudad creada por la ilusión, esfuerzo y apoyo vecinal de todos y cada uno de quienes llegaban a finales de los setenta, los  80 y 90 y que gracias a ellos se nos ha convertido en una gran ciudad de casi cien mil habitantes.

Ese cambio tan rápido, tan explosivo y en tan poco tiempo, creo humildemente que ha pillado con el pie cambiado a nuestros políticos de la izquierda. Ellos, ellas y elles (para que no se me ofendan) no han sabido crecer como profesionales, como gestores, ni como directivos y sus nuevos líderes e ideólogos hacen cada día mejores a los anteriores. Carentes de experiencia laboral en cualquier otra actividad, con escasísimos bagajes curriculares, no consiguen estar a la altura de la alta demanda que se les exige desde nuestra ciudad, tanto es así, que incluso su lenguaje les traiciona. Nos siguen hablando de “aldea gala”, siguen tratando todo como si de un cortijo bolivariano se tratase, siguen gobernando sin visión, de forma caprichosa y por impulsos e incluso, en el último pleno a colación de los presupuestos de nuestro municipio, nos siguen diciendo que “poco sabemos de Rivas, si no seguimos subvencionando y promoviendo el tejido asociativo” dejándonos claro, cuáles son sus verdaderas prioridades…por encima de otras.

El problema es que Rivas ya no puede seguir siendo gobernado por veinte grupos de poder, equis asociaciones y por trescientas personas (no hay más) que son las mismas caras que siempre están al frente de las diferentes plataformas y que abandera la izquierda más reaccionaria. La revolución de los vecinos está siendo un clamor, un grito cada vez más alto, demandando políticas y políticos a la altura de las presentes necesidades, gestores capaces, consecuentes, directivos que mejoren notablemente cómo gestionar la ciudad, cómo mejorar el bolsillo de nuestros vecinos, cómo evaluar antes de tomar una medida, sopesando el bien de la mayoría. Políticos que por encima de sus ideologías prime el bien de la ciudadanía y que sean capaces de ver, no sólo el color verde, sino el gris,  pero en este caso el gris de la masa gris que se les requiere.

Nunca un eslogan en Rivas hizo tanto daño, pero el tristemente famoso, “Rivas Párate a Pensar” está siendo demoledor para casi todas las estructuras, organización, convivencia y futuro de la ciudad. Revestidos en la máxima de pensar, acto que siempre enaltece y vanagloria a quién lo haga, trasciende un verbo no tan sublime y más mundano; quizás el de “caciquear”. Desde luego, no hay que negarles que la campaña publicitaria, que ha salido de cada uno de nuestros bolsillos como vecinos de Rivas y que no ha sido nada barata, ha sido fantástica. Meses y meses, “comiéndonos la oreja” que había un replanteamiento de la ciudad por un bien mayor. Meses de paseítos vecinales y trampantojos varios para no permitir que lleguen nuevos vecinos a Rivas puesto que la mayoría, de ésos nuevos vecinos, se está observando que no votan comunismo y así intentar asegurarse unas elecciones más, sin la venida de éstos.

La parálisis de obras por el referido “Párate a Pensar” es un bochorno y una truculenta artimaña meditada para intentar ganar otras elecciones más, al grito de falta de servicios cuando muchos de ellos, además son de competencia municipal y cuando, ¡uy que curioso!, no se habían percatado del boom del ladrillo hasta que no se produjo la victoria de Ayuso en la mayoría de los colegios electorales de las pasadas elecciones del 2021.

El daño que se está haciendo es incalculable. Un gobierno de comunistas y socialistas está generando que Rivas se convierta en una burbuja inmobiliaria con precios imposibles de asumir por nadie, y menos por nuestros más jóvenes -menuda paradoja-. El gobierno de coalición ataca a los propietarios de los suelos, pero también a aquellas cooperativas de vecinos que pretenden promover sus viviendas. Hacen que los hijos de quienes vivimos en Rivas estén condenados a tener que vivir y buscar casa fuera de Rivas, al igual que ya pasa en otras esferas como el de la educación.

Ahora, bajo el paraguas del: “Párate a Pensar”, del ecofeminismo, de la defensa de lo verde pero sobre todo, al objeto de cobrar fondos y subvenciones de los conocidos “next generation”, la última sorpresa de nuestro gobierno municipal es el, ya archi-famoso, carril bici.

Las peticiones del Partido Popular de Rivas Vaciamadrid, respecto de la retirada de esta medida y la consiguiente eliminación inmediata de los últimos carriles bici dispuestos, no sólo está siendo desoída por la nueva Alcaldesa, sino que no dejan que prospere ninguna moción contra dicha medida por la cabezonería del Partido Socialista de Rivas, Izquierda Unida y Podemos. El grado de obstinación alcanzo su cenit cuando, en el pleno de noviembre, en contestación a nuestra solicitud de eliminación uno de los concejales, autodenominado comunista, los justificaba puesto que había un total (según sus datos) de 15.000 desplazamientos en bici en todo el año, en nuestra ciudad. Eso sí, se le paso comentar que ese número en todo un año significa un uso del 0,04% de la población de Rivas, y por tanto, someten al otro 99,96% de la población que además está condenado al uso mayoritario del coche por la falta de autobuses y otras alternativas urbanas se les pide y que esas sí son necesidades de la ciudad y competencias de quienes nos gobiernan en Rivas.

Lejos de solucionar los problemas reales de los vecinos siguen despilfarrando el dinero público en la instalación de estos carriles que no sólo causan graves problemas de circulación y atascos, sino que empeoran gravemente la movilidad de todos, incluyendo los desplazamientos de servicios de urgencia, sanitarios, policiales, etc. El gobierno de izquierdas que siempre se tacha de muy plural, asambleario y cercano, desoye una vez más las quejas de los vecinos y sus necesidades reales.

Fruto de todo ello, fruto del hartazgo, fruto de no estar a la altura por nuestros gobernantes de izquierda, fruto del “yo, no merezco esto”, hizo que pusieran esa gotita que colmó nuestro vaso y salimos el pasado, miércoles, día 30 de noviembre a la calle. La manifestación casi espontánea vecinal, que superaba los mil asistentes, no sólo clamaba un: no al carril bici, trascendía y gritaban algo mucho más importante; el basta ya. Basta de IBI desproporcionados, basta de sectarismos, basta de “coñumores” y -sin embargo- castigos a quienes embotellan con la foto de un lienzo, basta de incapacidad en la gestión, basta de las continuas incoherencias de la izquierda, basta de sólo gobernar para ellos. La pena es que su testarudez hará que el carril no lo quiten, pero de éste otro lado, esta vez todos diremos “no merecer esto” y no sólo encontrarán cientos, sino miles.

 

 

 

 

 

 

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