
Antonio Quiles y Omar, uno de los chicos de Aspadir, en clase de danza (foto: Diario de Rivas).
Este mes de octubre, el centro ocupacional Aspadir de Rivas Vaciamadrid ha iniciado su último proyecto, una actividad de danza inclusiva que permite a los alumnos y alumnas del centro ripense potenciar sus habilidades personales y sociales a través del baile en clases semanales de cuatro horas de duración bajo la dirección del bailarín y coreógrafo Antonio Quiles, que cuenta con una dilatada experiencia artística y que lleva buena parte de la misma vinculado a la danza inclusiva.
El germen de este proyecto tuvo lugar antes de la pandemia, cuando Aspadir y Antonio Quiles se encontraron por el camino hace dos años gracias a una residencia artística otorgada por Plena Inclusión Madrid, que es la federación que aglutina a todas las asociaciones de la región, al centro ripense. “Fue una beca para trabajar durante cuatro meses con un grupo de 20 personas y con los más habilidosos hacer una pieza de danza”, explica Nereida Iglesias. “De aquel trabajo junto a Antonio Quiles, el profesor que dirigió la actividad, surgió ‘Piedra’, que es una pieza artística de 45 minutos de duración que los chicos y chicas han representado en distintos sitios y que sigue viva porque en diciembre la representarán en Segovia de nuevo”, añade.
Nereida Iglesias dice que les gustó tanto el trabajo que hizo Antonio, que por entonces trabajaba en un centro ocupacional de Sevilla, que le propusieron mudarse a Madrid para dar continuidad al proyecto de danza inclusiva iniciado con Aspadir. “Vimos una concentración que no habíamos visto nunca en chicos y chicas que tienen déficit de atención”, señala Iglesias. Antonio Quiles recibió la propuesta con agrado porque “Nereida fue una amiga desde el principio, el proyecto me apetecía mucho porque es una alianza pionera de cinco centros y además yo tenía ilusión por dar otro salto y venir a Madrid”, indica.

Compases iniciales de la clase de danza de Antonio Quiles con los chicos de Aspadir (foto: Diario de Rivas).
El deseo de ambas partes chocó entonces con dos escollos: la financiación económica de la actividad y la pandemia de la COVID-19. “Nosotros no podíamos contratar a una persona a tiempo completo durante toda la semana, así que pensamos otra fórmula: juntarnos con otras asociaciones para que Antonio tuviera asegurado su trabajo a tiempo completo en cinco entidades que así nos pudiéramos beneficiar de su labor”, afirma la directora de Aspadir.
Gracias a la perseverancia de Nereida Iglesias y su equipo en Aspadir se sumaron a la iniciativa cuatro centros más: Ademo, de Arganda; la Fundación Carlos Martín, ubicada en Madrid; Aphisa, de Alcalá de Henares; y Aspimip, centro localizado en Coslada. La directora del centro ocupacional ripense apunta que “Todos son centros con valores similares a los nuestros”.
El proyecto ya había cobrado forma pero entonces llegó el segundo inconveniente: el inicio de la pandemia, que ha retrasado la puesta en marcha de la actividad hasta este inicio del curso 2021-2022. “Los centros estábamos muy restringidos pero hemos podido por fin, ya con todos vacunados, iniciar el proyecto”, dice Nereida Iglesias.
Cada uno de los cinco centros participantes en el proyecto de danza inclusiva disponen de Antonio Quiles un día a la semana desde comienzos de octubre. En Rivas, quince alumnos y alumnas del centro desarrollan sus habilidades físicas y emocionales de la mano del bailarín y profesor todos los miércoles durante cuatro horas en una de las salas multifuncionales de la Casa de las Asociaciones, espacio que el Ayuntamiento de Rivas ha cedido para el desarrollo de la actividad.

Un ejercicio de la clase de danza de los chicos y chicas de Aspadir (foto: Diario de Rivas).
Múltiples beneficios para los chicos y chicas de Aspadir
Antonio Quiles, licenciado en Bellas Artes, bailarín y coreógrafo, cuenta que ha encontrado en el trabajo con colectivos en riesgo de exclusión social una manera de encajar dos de sus grandes pasiones: el arte y lo social. “Me mueve poner un granito de arena para construir una sociedad más plural y más justa a través de lo artístico y creo que proyectos como este lo consiguen”, dice el artista, que pone en valor, entre otros factores, que iniciativas como esta ayudan a “conseguir una sociedad más inclusiva no solo de palabra”.
En opinión de Quiles, la actividad artística es una pata de la que adolecen algunos centros ocupacionales, y considera que a través de ella se pueden conseguir grandes avances en los alumnos y alumnas de centros como Aspadir. “Implica mucho más esfuerzos porque hay todo un concepto detrás pero también tiene múltiples beneficios”, expone antes de enumerar una larga lista de ellos: “Hay un plano personal que es de colocación, de concentración, de autoconocimiento, de autovaloración, de percepción a través de lo físico que va unido a quiénes somos, de cambio del eje de la mirada levantando la vista porque estabas anulado mirando hacia abajo y pasas a tener algo que decir; y otro de grupo, porque hay un colectivo que trabaja con pares que se identifica y se representa, hay una vibración de órganos y de energía, una empatía, unas sinergias muy bonitas entre ellos, ponerte en valor a ti mismo y poner en valor a los demás que hacen algo por ti al mismo tiempo…”.
A todo lo citado, Quiles añade también unos beneficios a nivel físico para los chicos: “Suelen llevar una vida sedentaria por lo que tienen problemas de sobrepeso y su eje de colocación es muy malo, y a través de esta actividad son cuestiones que se pueden ir cambiando a nivel óseo y muscular”, afirma.

Los chicos y chicas de Aspadir durante su clase de baile semanal (foto: Diario de Rivas).
Sin embargo, aunque todos los beneficios citados por Antonio Quiles ya son muy valiosos, el objetivo final del proyecto de danza inclusiva desarrollado por Aspadir y el artista andaluz es todavía más ambicioso, ya que su deseo es formar una compañía profesional de danza con los alumnos y alumnas de los cinco centros que participan en el proyecto. “En total son 100 bailarines sumando todos los grupos, y queremos que hagan pequeñas piezas para abrirse al mundo profesional y finalmente hacer una compañía profesional con ellos dirigida por Antonio Quiles”, indica Nereida Iglesias.
Para Quiles, llevar el proyecto al ámbito profesional supone “una visibilidad del colectivo y del trabajo inclusivo que invita a gente distinta a verlo y participar de ello y eso es lo que le da sentido al trabajo inclusivo”, concluye.
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