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Miguel y Diego, dos ripenses en la Titan Desert

Miguel y Diego, dos ripenses en la Titan Desert.

Miguel, empresario de 53 años, y Diego, su hijo, de 21, residentes en Rivas desde hace casi dos décadas, han formado parte de la primera expedición de la historia de la Titan Desert en bicicleta eléctrica. Ambos, apasionados del deporte, hobby que practican juntos a menudo, han compartido la experiencia con Diario de Rivas. “Ha sido inolvidable, nos ha gustado muchísimo, y qué mejor que compartirla con tu hijo”, dice Miguel. “No todos los días se te presenta la oportunidad de vivir algo como esto”, apunta Diego.

La organización de la prestigiosa carrera ciclista de resistencia que transcurre por el Atlas y el desierto de Marruecos, entre montañas, dunas y eternas llanuras, todo ello bajo unas condiciones de calor que dificultan mucho la travesía de los participantes, ha incorporado en la edición del 2021 que se celebró a mediados de octubre una nueva categoría: la de bicicletas eléctricas.

En esta primera ocasión, a modo de experiencia piloto, la Titan Desert abrió un cupo máximo para 30 personas que desearan formar parte de la primera expedición en completar la carrera a bordo de una ebike, y de dicho grupo reducido han formado parte Miguel y Diego, padre e hijo respectivamente, residentes en Rivas Vaciamadrid desde hace 18 años. “Desde que yo tenía cuatro años”, recuerda Diego en una conversación mantenida desde la sede de la empresa familiar en Arganda, unos días después de regresar de Marruecos.

Diego pedalea sobre la arena en una etapa de la Titan Ebike

Diego pedalea sobre la arena en una etapa de la Titan Ebike.

Cuentan padre e hijo que no lo dudaron cuando se enteraron de que se se creaba esta nueva categoría en la Titan Desert, porque ambos tienen en el deporte uno de sus vínculos de unión. “Yo siempre he competido en motocross desde pequeño y la bici es lo más parecido. Siempre había soñado desde pequeño con correr una competición como el Rally Dakar y la Titan Desert es una carrera”, explica Diego, al que su padre siempre acompañaba en sus competiciones de motocross. “Y yo hago lo mismo con él cuando hace windsurf, que es el deporte que más practica”, añade este joven ripense para explicar el porqué de su participación conjunta en la Titan Ebike.

A diferencia de la carrera tradicional, que se disputa en formato competitivo durante seis etapas, la primera edición de la Titan Ebike ha constado de un recorrido reducido de tres etapas. “El recorrido y el espíritu de la carrera eran distintos, porque la dirección de la carrera quería ampliar la experiencia a más participantes, sin clasificaciones, y tener así una primera toma de contacto”, detalla Miguel. “Las bici eléctricas son fáciles de trucar además”, apunta Diego como otro factor por el cual la Titan Ebike no ha sido una competición, sino un concepto similar al de las marchas cicloturistas, pensadas para ir en grupo y disfrutar de la experiencia sin el componente competitivo.

Diego y Miguel, durante la Titan Ebike celebrada en Marruecos

Diego y Miguel, durante la Titan Ebike celebrada en Marruecos.

Una experiencia incomparable

Una vez aterrizados en Casablanca y después de tomar un avión de hélices y un autobús hasta el campamento base, donde apenas durmieron 4 horas antes del inicio de la prueba, padre e hijo se subieron a sus bicis eléctricas dispuestos a vivir el momento que habían soñado: pedalear camino del desierto. “Recuerdo esas primeras horas como agobiantes porque, pese a ir en bici eléctrica, es muy duro pedalear durante horas con sol y calor todo el día y con el sol como única referencia visual en el horizonte”, afirma Diego. “No ves nada, solo es pedalear y pedalear”, añade.

Miguel, por su parte, describe cómo recuerda el momento en el que empezó a divisar la arena del desierto. “De repente, a lo lejos, ves que es todo arena lo que tienes delante. Impresiona el mar de dunas, porque parece una montaña inmensa de color rojo y a lo mejor luego solo tiene 100 metros de altura”, apunta.

Padre e hijo, en el horizonte, camino del mar de dunas del desierto marroquí

Padre e hijo, en el horizonte, camino del mar de dunas del desierto marroquí.

Una vez superado el primer día de travesía “de acople del grupo, de conocernos todos”, dice Miguel, los dos ripenses cuentan que los guías les dejaron “un poquito más de cancha” a aquellos participantes que podían ir por encima del ritmo medio del pelotón que formaron todos los deportistas de la categoría de bicicletas eléctricas por recomendación de la organización de la Titan Desert. “Siempre supervisados, sin perdernos de vista en ningún momento”, puntualiza Miguel.

Así, bordeando las dunas que ninguno fue capaz de atravesar en bicicleta eléctrica —Miguel y Diego explican que hay que tener mucha fuerza, mucha pericia y experiencia previa para ello— y recorriendo llanuras anchas dominadas por el polvo recorrieron padre e hijo las tres etapas de la primera Titan Ebike de la historia, acumulando anécdotas en la mochila. Una de ellas, grabada en la memoria de ambos, el momento en el que vieron a un camión atravesar las dunas del desierto: “Los equipos europeos que compiten en rallies como el Dakar entrenan en esta zona de Marruecos y cuando ves un camionaco subiendo por sitios así impresiona de verdad”, señala Miguel.

Miguel y Diego, además de detalles concretos como este, destacan el gran ambiente que vivieron durante toda la carrera. Para Diego, “la diferencia entre competir y disfrutar se nota en detalles como el compañerismo: si alguien necesitaba ayuda, parábamos, y lo mismo si eras tú el que la necesitaba”. Miguel refuerza la opinión de su hijo al respecto: “El compañerismo ha sido uno de los mejores recuerdos; todo el mundo a buenas”, asegura.

Diego, convencido de que repetiría la experiencia junto a su padre, concluye la charla mantenida con este digital con una reflexión final para todos los jóvenes: “Animo a todos los padres e hijos a practicar deporte juntos porque se comparten momentos únicos; une muchísimo”, afirma. “Ha sido un aprendizaje mutuo y lo hemos disfrutado muchísimo”, concluye Miguel.

No coincidieron con Damián Aragón

En la Titan Desert 2021 también participó el deportista argandeño Damián Aragón, que toma partida en este tipo de retos deportivos para dar visibilidad al Síndrome de Angelman, enfermedad que padece su hija Aitana, de 7 años.

Curiosamente, la empresa familiar que dirige Miguel tiene su sede en Arganda, pero ni él ni su hijo Diego conocían previamente a la carrera a Damián Aragón, que finalizó en la posición 23ª de la competición original, ni tampoco coincidieron con él en el campamento donde toda la comitiva de la carrera dormía en jaimas en pleno desierto. “No nos conocemos y es una pena, pero me enteré de su participación a la vuelta a casa”, reconoce Miguel, que cuenta que le hubiera gustado coincidir con él en Marruecos.

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