OPINIÓN
Teófilo Antúnez
Portavoz de Rivanimal
Debido al estado de alarma, los refugios y protectoras de animales están actuando en un régimen de mínimos tanto en personal como en las actividades que pueden realizar.
Esto significa, por ejemplo, que no se pueden realizar encuentros con posibles adoptantes y acogedores, ya que estos encuentros están prohibidos debido a la crisis sanitaria, puesto que no son situaciones estrictamente necesarias en el momento actual.
Sin estos encuentros, las protectoras no pueden evaluar completamente a las personas candidatas, por más que se hayan establecido comunicaciones telemáticas previas, ya que en muchos casos la interacción personal con el adoptante o la interacción del animal que se quiere entregar con otros que ya pudieran tener el adoptante no se pueden evaluar convenientemente.
En la práctica, esta ‘fase personal’ de la relación entre la protectora y el adoptante o casa de acogida es ahora muy difícil: el adoptante se tiene que desplazar al refugio y eso no es un desplazamiento autorizado, hay que firmar documentación, entrega de material, etcétera. Por lo tanto, es fácil deducir que para las protectoras de animales esta situación supone un parón en sus posibilidades de dar en adopción a sus animales. De igual forma sucede con las posibles acogidas temporales.
De la misma manera que no hay salidas de animales, también están produciéndose menos entradas (por lo menos en lo que hemos visto en esta primera semana de confinamiento). Los servicios de recogida están recibiendo muy pocos avisos o llamadas debido a que las personas estamos en casa y no vemos situaciones de animales abandonados o desamparados. Apenas se están perdiendo animales de propietario, ya que la mayoría saca a sus perros atados y muy cerca de sus casas. En el caso de Rivas así está pasando y algunos de los avisos son solo sobre gatos ferales avistados.
Lo que sí hemos notado todas las protectoras (datos de la FAPAM) es un incremento notable de las peticiones de acogida temporal. Muchas personas desean realizar una labor solidaria o distinta estos días de confinamiento. Ahora muchos no tienen que ir a trabajar y pueden tener un animal de compañía con unos horarios y rutinas impensables hace poco tiempo. Más allá de querer tener un perro para tener la excusa de salir a la calle, algunas personas que ya realizaban acogidas de animales antes del estado de alarma ahora lo tienen aún más fácil.
Esta nueva situación sobrevenida no cambia la forma de actuar de un protectora de animales que trabaja con criterios proteccionistas. Es evidente que muchos de estos ofrecimientos (no todos) son rechazados con amabilidad o se tienen en cuenta para futuras necesidades. No han cambiado las preferencias de las personas en estos días: la mayoría siguen pidiendo un perro pequeño o fácil de tener, y esos perros ya han salido en adopción antes del estado de alarma, o se han tramitado las adopciones de los que estaban en proceso. Los animales que siguen quedando en los refugios son los que, por desgracia, no tienen el mismo éxito que los ya comentados.
Por ejemplo, en Los Cantiles-Rivanimal tenemos varios perros de raza pitbull que requieren una licencia para poder llevárselos, aunque sea solo en acogida; hay mastines, un pastor alemán… En las residencias concertadas tenemos, además de estos, podencos bastante activos y un perro algo pequeño (ANGUS) que tiene problemas de miedo, etcétera. Cuando a las personas les comentamos que éstos son los que necesitan acogida, entonces el ofrecimiento suele decaer rápidamente. Por otra parte, algunos de estos perros requieren una tenencia especial, por sus características o conductas, que muchas personas no pueden o no desean en ese nivel de compromiso.
Lo que está pasando en estos días es que, debido a las restricciones de movilidad y las medidas adoptadas en el estado de alarma, la gran mayoría de voluntarios que iban a las protectoras ahora no pueden y, en su lugar, algunos de ellos se han ofrecido a tener en acogida temporal a uno de los animales. Ese ha sido el caso de un perra american Stanford llamada ‘Chula’, que ha sido acogida estos días por un voluntario de Cantiles que tiene licencia PPP para poder tenerla. También sabemos que éste ha sido el caso de una protectora de animales de Salamanca que tiene a sus 10 perros acogidos mayoritariamente por sus voluntarios en estos días.
Más allá de estos casos y de estas posibilidades, la situación de las protectoras de animales no ha cambiado, salvo que a los animales en estos días se les atiende menos horas y con menos personal, para evitar situaciones de contagio entre personas.
Por lo demás, tenemos que concluir que querer tener un perro como excusa para salir a la calle un rato en absoluto es algo que las protectoras de animales responsables estén dispuestas a aprovechar en estos días.
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