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OPINIÓN

Elena Muñoz

Elena Muñoz

Concejala del PSOE en Rivas Vaciamadrid y escritora

Para reivindicar la figura de Benito Pérez Galdós no haría falta acudir ni a una fecha ni un aniversario, pero no cabe duda de que este 2020 marca un hito que una ciudad como Rivas Vaciamadrid, que siempre ha demostrado su compromiso con la cultura y el progreso social, podría dejar pasar. Por ello, en el pasado Pleno municipal se presentó una Declaración institucional, es decir, con el apoyo de todos los grupos políticos, para llevar a cabo un homenaje al escritor canario en el primer centenario de su fallecimiento.

La figura de Galdós ha sido reconocida por muchos estudiosos de la literatura, dada la importancia de su obra, sobre todo su narrativa, como uno de los mayores representantes de esta creación en lengua hispana, comparable a Cervantes o Lope de Vega.

Sus novelas (Fortunata y Jacinta, Tristana, Misericordia, Marianela…) son máximos exponentes del movimiento literario del Realismo, retratos fieles las clases sociales del siglo XIX, que respondían a esa dicotomía entre burguesía y pueblo, y en los que se tratan temas que levantaron ronchas en las capas más conservadoras. En su condición de periodista, Galdós también supo transmitir, con su afinada pluma, aquellos que sus ojos veían y sus palabras contaban de los sucesos de calles y ciudades de España.

Pero existió también un Galdós sensible a la época que le tocó vivir, solidario, e identificado con las clases populares. Tal vez, esa conciencia se le despertó al ser testigo de primera mano de la luctuosa Noche de San Daniel:

“Presencié, confundido con la turba estudiantil, el escandaloso motín de la noche de San Daniel —10 de abril del 65—, y en la Puerta del Sol me alcanzaron algunos linternazos de la Guardia Veterana, y en el año siguiente, el 22 de junio, memorable por la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil, desde la casa de huéspedes, calle del Olivo, en que yo moraba con otros amigos, pude apreciar los tremendos lances de aquella luctuosa jornada. Los cañonazos atronaban el aire… Madrid era un infierno”.

B. Pérez Galdós, Memorias de un desmemoriado, cap. II

Tomó contacto con la política activa 1886, primero con un escaño por el partido liberal de Sagasta, en su juventud, y ya en su madurez, dentro de la conjunción republicano socialista en 1910, en la que estableció una estrecha relación con Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español.

se alineamiento con las políticas más sociales lo que impidió, por presiones de los conservadores y los jesuitas, que le concedieran al escritor el premio Nobel de Literatura, a pesar de contar con apoyos como Santiago Ramón y Cajal, José Echergaray o Jacinto de Benavente, ganadores a su vez de este galardón.

La II República española rescató su figura literaria y humana, aunque ya el escritor hubiera fallecido. Luego la Dictadura franquista le relegó al olvido y se permitió no celebrar el centenario de su nacimiento en 1943, llevando su nombre a un segundo plano de los libros de texto de literatura. Su figura de republicano y anticlerical primó para la dictadura sobre su indiscutible calidad literaria, llegando a ser tildado por Laín Entralgo, puntera figura cultural franquista, de personaje menor de la literatura. Afortunadamente, exiliados republicanos mantuvieron la llama encendida difundiendo la obra de Galdós por América.

Ya en los años setenta del siglo pasado y en la Transición, la figura de Galdós volvió a estar en el lugar que le correspondía, y ha servido de inspiración a multitud de escritores actuales, tal y como ellos reconocen, de la talla de Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes, Rafael Chirbes o Elvira Lindo, entre otros.

Sea un buen broche de este artículo las propias, certeras y de atinada prosa, palabras de don Benito, pertenecientes al discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua, en la que ingresó el 7 de febrero de 1897, a pesar de las protestas de los conservadores. Palabras que mantienen su vigencia actual:

“Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (…). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos”.

Fragmento del discurso leído por Pérez Galdós ante la Real Academia Española, La sociedad presente como materia novelable.

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