OPINIÓN
Lucía Causo
Rivas Puede
Rivas es un municipio que en 10 años ha aumentado en 25.000 habitantes, pegado a un entorno natural privilegiado y cuyo servicio de Metro te permite estar en el centro de Madrid en media hora. Cuando cuento cómo es el lugar donde vivo a alguien de fuera de la Comunidad de Madrid, el comentario es: “Qué bien, las ventajas de Madrid, pero con más calidad de vida!”. Yo añado que para hacerte una prueba de salud hay que coger la A3, que el metro tiene una desesperante frecuencia, que no existe oficina de empleo, que los colegios están abarrotados, que si no tienes coche no puedes comprar ni un kilo de fruta y que, además vivimos pegados a una incineradora, rodeados de vertederos ilegales y perfumados con aromas de lo más variopintos. Entonces, el interlocutor/a que vive en una ciudad de tamaño medio de alguna provincia que decrece vertiginosamente en población, me mira con un poco de compasión, pero replica: “¡Qué exagerada, al menos vives en un sitio que crece, en el que hay gente, porque aquí a este paso vamos a desaparecer!”
Efectivamente es una suerte vivir en una ciudad en crecimiento, con las oportunidades que ofrece la cercanía a Madrid y con muchos espacios naturales y zonas verdes que por suerte aún no han desaparecido bajo el cemento y el ladrillo.
Las grúas son protagonistas del horizonte y de los atardeceres de Rivas que sigue construyendo sin orden y concierto, en donde simplemente con darse una vuelta por la zona oeste de Rivas colindante con la carretera M823, se puede apreciar hueco disponible vallado y grúas trabajando. Lejos de edificar con diseños y arquitecturas sostenibles, y tener en cuenta el impacto de la construcción sobre el medio ambiente e intentar minimizarlo el máximo posible, lo que se busca es optimizar el terreno para construir más y más. Da igual que las construcciones estén pegadas unas a otras, prácticamente sin respetar las distancias mínimas, y que, junto a un grupo de casas bajas se construyan pisos con alturas de más de cinco pisos, como por ejemplo en las calles Isidora Duncan y Marguerite Duras.
Para el alcalde y su equipo de gobierno los ingresos por licencias de obra y el IBI de los futuros vecinos/as de Rivas suponen una oportunidad para seguir haciendo caja y poner la tirita en el maltrecho equilibrio entre los enormes gastos que supone la actual configuración del Ayuntamiento a costa del bienestar de la ciudadanía. Como ejemplo, se venden unas parcelas públicas por valor de 10.000.000 de euros para cuadrar el presupuesto de 2020 y permitir la construcción de más viviendas estupendas, pero a precios cada vez más elevados y con pleno conocimiento de que los centros educativos están saturados, no hay centros de especialidades de salud y las distancias son cada vez más inasumibles con un transporte interior deficiente donde los atascos forman parte de la rutina diaria. Y no hablemos de envejecer, pues en Rivas no hay ni una sola residencia pública.
Claro que hay una situación de emergencia, pero en todo, en movilidad, en educación, sanidad, seguridad, medio ambiente, porque Rivas tiene los servicios de una ciudad de 50.000 habitantes y en ella residen casi 100.000. Algunas de estas carencias son consecuencia del incumplimiento sistemático de la administración autonómica eludiendo la dotación de mínimos servicios de infraestructuras en salud o educación.
Y quizá por eso nuestro alcalde quiere convertirse en un héroe dispuesto a luchar contra el ogro que es la Comunidad de Madrid porque los servicios para todos estos futuros habitantes que llenarán los interminables bloques no van a estar disponibles y nadie sabe cuándo van a llegar, pero ¿quién ha diseñado la ciudad de manera tan errónea y descontrolada estos últimos 20 años?
D. Pedro del Cura, a la par que enajena estos días suelo público para la construcción de viviendas unifamiliares, utiliza a los medios de comunicación para anunciar (sin aportar datos ni procedimiento) que paralizará las licencias de vivienda de obra nueva, cuando lleva construyéndose sin control los últimos 20 años, y en gobiernos de los que él formaba parte. En esa comparecencia informa también de su intención de acudir a las instancias judiciales para solicitar esas infraestructuras a la Comunidad de Madrid. Mientras, seguimos esperando autocrítica por parte del gobierno municipal y medidas políticas urgentes que se alejen de la judicialización, el reproche institucional y la batalla ideológica, porque en estos casos las flechas siempre alcanzan a los que están en medio, a los vecinos y vecinas que tendrán que seguir soportando una pérdida de calidad de vida que ya empieza a tener consecuencias irreparables.
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